Por Darío Guardado (Periodista de Agrotips)

China, ¿el Imperio insaciable?

La República Popular China viene consolidando su expansión como líder global -por ahora como segunda potencia detrás de Estados Unidos- no sólo en su geografía sino también más allá de sus fronteras.

Bajo la premisa de un riguroso sistema político comunista heredado de sus líderes antepasados, especialmente a partir de la revolución llevada adelante por Mao a mediados del siglo 20, y una pujante economía capitalista que avanza sin reparar en lo más mínimo sobre la disponibilidad de recursos naturales y su impacto en el medio ambiente, la República Popular China viene consolidando su expansión como líder global -por ahora como segunda potencia detrás de Estados Unidos- no sólo en su geografía sino también más allá de sus fronteras.

La modalidad de esta expansión suele ser siempre la misma: adquirir bienes o empresas de distintos rubros estratégicos, como por ejemplo la producción de materias primas energéticas, agropecuarias y alimentos con valor agregado (como ocurrió con la compra de Nidera y Noble en Argentina a manos de la empresa estatal china Cofco), con el claro objetivo de establecerse en un país y consolidar su posición dominante.

A partir de esa táctica comienzan a tejer redes sólidas para calar profundo en cada país donde buscan expandirse o instalarse en algún sector de la economía, sin perder de vista su ambición expansionista. Casualmente, para llevar adelante dichas estrategias apuntan constantemente a África y América Latina, donde emergen las necesidades económicas, la pobreza es un flagelo estructural y la clase política -en su gran mayoría- está contaminada por la corrupción, lo que allana el camino para acceder a proyectos inescrupulosos que atentan en muchos casos contra los recursos naturales de las naciones. Para desembarcar en tierra foránea, los chinos suelen aprovecharse de las urgencias de flujos de dinero fresco que necesitan los países "pobres" para salir de las constantes crisis en las cuales se encuentran sumidos. Es allí cuando China intenta mostrarse como un salvador, como un mesías, aportando enormes sumas de dinero, a través de sus famosos swaps en yuanes convertibles, para sanear las cuentas públicas de cualquier gobierno, como ya ha ocurrido en Argentina.

Una vez logrado ese desembolso de dinero comienza una carrera sin retorno para el país “beneficiado” que requirió de ayuda financiera.

Ese es el momento clave en que los asiáticos logran su cometido para avanzar en su estrategia. Su modus operandi radica en presentarse a licitaciones con propuestas de valores bajos e imposibles de igualar, resignando ganancias, con el fin de obtener un servicio o concesión, pero con el foco puesto en los beneficios políticos que podrían surgir en el futuro. Y siempre buscan rubros estratégicos que le posibiliten tener cierto control de la economía.

Párrafo aparte merece la cuestión aeroespacial y militar de China a nivel internacional. Existen cuestionamientos sobre la carrera del “gigante asiático” en este sentido, que estaría alineado con Rusia para desplazar a Estados Unidos. Muchas son las acciones que desarrolla China fuera de su país, aunque poco transparentes. Tal es el caso de la supuesta base espacial y científica emplazada en el norte de la provincia de Neuquén, en la Patagonia argentina. Un predio de 200 hectáreas ubicado en la localidad de Bajada del Agrio que será manejado por los chinos durante 50 años, según el acuerdo alcanzado entre ambos gobiernos en 2010. El proyecto fue muy criticado por distintos sectores políticos y sociales de nuestro país, porque existen fuertes dudas sobre su utilización militar (depende directamente del Ministerio de Defensa chino) y la existencia de cláusulas secretas que impiden que Argentina tenga injerencia alguna sobre la zona, situación que generó y sigue provocando polémica, ya que implicaría una “cesión de soberanía”.

Otro ejemplo de cómo actúa el Estado chino lo contó recientemente un importante empresario belga radicado en Argentina. “Años atrás en Bélgica, una empresa china estuvo a punto de quedarse con la distribución y suministro de energía eléctrica de varias ciudades industriales del país. Por suerte para los europeos esa jugada no prosperó, ya que hubiese significado un grave error, porque si hubiera un conflicto bilateral, los chinos podrían cortar el suministro de energía, paralizado la actividad económica de Bélgica con sólo apretar un botón de una computadora”, explicó el empresario de un sector muy importante de la actividad marítima y portuaria. Como este, abundan los ejemplos en un mundo cada vez más codiciado por China, un país con un gran poderío económico y militar y con la población más grande del planeta, con cerca de 1.400 millones de habitantes.

Si bien existen diversas especulaciones sobre el origen real de la pandemia del coronavirus -en las redes sociales hay muchos escritos periodísticos y anónimos que apuntan directamente contra China- es muy difícil creer que el “gigante asiático” haya provocado el caos global con el único objetivo de destronar a Estados Unidos como principal potencial mundial. La única certeza hoy es la incertidumbre, no saber cuándo y cómo terminará el Covid-19, ya que los expertos consideran que la disponibilidad de una vacuna podría tardar entre 12 y 18 meses, lo que lamentablemente dejaría miles de víctimas en el camino y una debacle económica internacional sin precedentes.

Coincidentemente con su objetivo de expandirse en Latinoamérica, China se ha mostrado más solidario de lo habitual durante la pandemia, con múltiples donaciones de equipos médicos, asesoramiento de expertos y aporte de consejos para combatir el covid-19 en distintos países, entre ellos Argentina.

En medio de un clima de enorme volatilidad y creciente temor por el coronavirus, aumentan las especulaciones sobre la probabilidad de un nuevo orden mundial, una vez finalizada la pandemia. Los principales líderes de la Unión Europea y el propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han alzado la voz ante las dudas que existen sobre el verdadero origen del virus y el posible ocultamiento de información por parte de China, con fines estratégicos para posicionarse como la principal economía global.

¿Es posible que se priorice el liderazgo del planeta antes que la vida de miles de personas? ¿Qué China haya comprado grandes cantidades de bonos de deuda norteamericana, acciones de grandes compañías, por las fuertes bajas de los activos, es una señal de eso? Sería imposible poder dilucidarlo ahora. Las respuestas seguramente podrían llegar con el correr de los meses o años. El “gigante asiático” tienen una clara misión: desarrollar su plan de expansión económica más allá de sus fronteras y es poco probable que países cada vez con mayor nivel de pobreza y necesitados de recursos financieros eviten seguir cayendo en la trampa de salvataje del “Imperio Chino”.

* Columna de Opinión, por Darío Guardado (Periodista de Agrotips)
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