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El sueño de la tierra propia: cómo es la realidad de las 17.000 familias de agricultores que producen nuestros alimentos

Pasó por Palabra de Campo el referente de la Unión de Trabajadores de la Tierra Juan Pablo Della Villa, y explicó algunos detalles de esta agricultura que ha trabajado por hacerse visible en el mundo del agro.

Desde unas 16 provincias argentinas, la Unión de Trabajadores de la Tierra agrupa a más de 17.000 familias agricultoras. Su referente, Juan Pablo Della Villa, pasó por Palabra de Campo -por Radio 10- y detalló la realidad que viven quienes forman la denominada “agricultura familiar” en el país.

“Somos el campo que produce los alimentos para consumo local: las familias que todos los días cosechamos el tomate, la lechuga, la papa, la cebolla, el huevo, el pollo, el queso”, enumera.

Son, además, los creadores del “verdurazo”. Según cuenta Della Villa, vienen de una construcción gremial y traen esa lógica, a la vez se describen como muy propositivos en materia de políticas públicas reales a implementar, como la agroecología, los sistemas de comercialización directos entre el productor y el consumidor, y otras iniciativas.

Hace 10 años atrás éramos un sector invisibilizado y nadie se preguntaba en Argentina quién producía el tomate, por ejemplo. Con el verdurazo se empezó a asociar los alimentos a la imagen del pequeño productor que apareció en plazas con las verduras a hablarles y decirles quiénes somos, cómo vivimos y qué problemas tenemos”, continuó.

Pero, ¿qué problemas tienen? “Nuestro problema estructural es la falta de tierra. Toda la matriz productiva de la horticultura de Argentina está montada sobre el arrendamiento, sobre cientos de miles de familias de pequeños productores que tienen que alquilar la tierra y que no acceden a la propia”, dijo.

Eso, explica, lleva a la falta de acceso a una vivienda y trabajo dignos. “Hay una pequeña punta ahí que muestra todo el camino, porque esa diferencia entre ser dueño y tener que alquilar una parcela cada seis meses o un año, lleva a rotar y vivir en malas condiciones, sin poder programar la producción a mediano plazo”.

El hecho de tener que abandonar ese campo donde producen, cuenta, trae problemas en la diaria. Desde no poder plantar árboles hasta una desventaja mucho mayor que los dirige a la pobreza, dice.

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