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Fernando Botta, Presidente del Rosgan: "El liderazgo en ganadería es algo mas que un liderazgo sectorial"

Hoy la realidad es la siguiente: Argentina, con los mejores animales del mundo, tal como lo manifestara el Juez norteamicano que participo en la elección del gran campeón macho angus en la última exposición rural de Palermo , participa en con el 2% del comercio mundial. A primera...

Hoy la realidad es la siguiente:

Argentina, con los mejores animales del mundo, tal como lo manifestara el Juez norteamicano que participo en la elección del gran campeón macho angus en la última exposición rural de Palermo , participa en con el 2% del comercio mundial. A primera vista, esto parece ponernos frente a una gran oportunidad, pero el gran desafio es si esta ves seremos capaces de convertirla en una realidad. Para comenzar la construcción de esa realidad es bueno recordar una frase de Alvin Tofler: “Debemos pensar en cosas grandes, mientras hacemos cosas pequeñas, de esa manera nuestro actos van en dirección a la grandeza”

Recuperando nuestro lugar

Mucha gente argumenta que las claves de la competitividad tiene que ver con el tipo de cambio, la mano de obra barata, las tasas de interés, etc., pero, más allá que algunos de estos factores tienen influencia sobre la competitividad, ¿Cómo entonces Alemania; Japón, Italia, Corea, etc. tienen industrias competitivas?.

Tal como lo describe M. Porter, el único concepto que describe la competitividad es la productividad y la misma se describe con el valor  obtenido por unidad de mano de obra y/o unidad de capital utilizado. Un sector perderá, si su ventaja competitiva no es lo suficientemente importante para compensar las desventajas en otros sectores, por ejemplo en el costo de mano de obra.

La única forma de lograr competitividad y por ende ganancia empresaria es a través de pequeños actos de innovación, es decir que a través de una nueva tecnología productiva, comercial u organizacional el mismo producto puede ser obtenido de una manera distinta, más eficiente, logrando un margen de ganancia mayor respecto de los competidores o encontrar un nuevo  producto que sea capaz de mejorar la satisfacción de las necesidades de los consumidores, siendo la retribución a esta mayor satisfacción la elección del producto a pesar de su mayor precio respecto a los competidores.

Esta teoría no es nueva y ya en 1940 el economista Austríaco J. Schumpeter, sostenía que la única forma de obtener ganancias empresarias era con la creación de cuasimonopolios o monopolios transitorios   por efecto de las innovaciones, situación que permitirá ser único hasta que los competidores logren una imitación.

Sin embargo, la sola actitud de una empresa no es suficiente para lograr que un sector se vuelva competitivo ya que la interdependencia de la vida nos obliga a trabajar inmersos en una cadena productiva y es ella la que debe ser competitiva. Entonces la competitividad es la acumulación de pequeñas innovaciones  a  lo largo de la cadena productiva guiadas por una clara visión del valor que dicho sector quiere aportar a la sociedad.

Para Porter, lograr que un sector sea competitivo, depende de la interacción de lo que él denomina  “El rombo de la ventaja nacional” el cual está conformado por cuatro grandes atributos, los que por si mismos y en su interacción son capaces de guiar a un sector hacia la cima de la competitividad.

Las condiciones de los factores de producción, es decir la calidad de los recursos naturales, de la mano de obra, etc., es uno de los vértices de rombo; teniendo más capacidad competitiva aquellos sectores que mejores recursos posean o sean capaces de crear.  Otro vértice esta constituido por la estrategia de cada empresa y su rivalidad con el resto de las empresas participantes del sector. Cuando más explícita sea  la estrategia de una empresa y mayor cantidad de empresas existan, mayores son las posibilidades de desarrollar una capacidad competitiva diferencial y mantenerla en el tiempo. El tercer vértice está constituido por las condiciones de la demanda local, dado que si esta, es capaz de representar a las necesidades del mercado global actual o potencial, las industrias locales estarán en mejores condiciones que el resto para optimizar los productos ofrecidos. De no ser así el sector productor tendrá que realizar grandes esfuerzos   para captar los deseos de los consumidores internacionales ( en Argentina son 2 mercados muy distintos)

Por  último, el desarrollo de organismos de investigación aplicada, de proveedores competitivos, instituciones intermedias facilitadoras, organismos reguladores, etc. (elementos muy notables dentro de la agricultura argentina) es el último punto del rombo.

La sumatoria de las fortalezas propias de cada punto del rombo, se transforman en un diferencial competitivo solido cuando se consideran su interacción positiva y es lo que hace la diferencia.

Los mercados son parte de uno de los vértices del rombo,  son fundamentales para el desarrollo de sociedades abiertas, libres y competitivas, generando precios transparentes para el desarrollo de economías en competencia  perfecta,  innovaciones que disminuyan los costos transaccionales  e innovaciones que ayuden a gestionar los riegos

Desde el punto de vista económico, el éxito ganadero seria un dato muy importante, pero desde el punto de vista social lo sería aún más, porque sería un claro indicador que la sociedad argentina se empieza ver como un equipo.