Agricultura

INTA: Medir la huella ambiental para aumentar la eficiencia productiva

Técnicos del INTA Corrientes proponen estudiar el impacto ambiental en arroz desde la siembra hasta su distribución para detectar oportunidades de mejora en la cadena. Implementarán indicadores como el ciclo de vida y la huella ambiental.

En un contexto mundial de creciente preocupación por el impacto ambiental de las diversas actividades productivas sobre los recursos naturales, indicadores como la huella ambiental o el análisis de ciclo de vida cobran mayor relevancia. En esta línea, técnicos del INTA Corrientes proponen estudiar el impacto ambiental en arroz desde la siembra hasta su distribución para detectar oportunidades de mejora en la cadena.

De acuerdo con Susana Maciel –investigadora del Laboratorio de semillas y calidad de granos del INTA Corrientes–, “todos los procesos productivos repercuten en el ambiente y, por lo tanto, emiten gases de efecto invernadero”. En este sentido, detalló que, particularmente en el cultivo de arroz, el de mayor impacto es el gas metano CH4, por lo que consideró “fundamental” estimar este impacto, mediante indicadores como la huella ambiental o el análisis de ciclo de vida.

“Detectar los puntos críticos o de mayor emisión dentro del proceso productivo, permitirá transparentar la información sobre el impacto de los sistemas productivos, al tiempo que habilitará la detección de oportunidades de mejora de la eficiencia”, explicó Maciel.

Esto permitirá la planificación estratégica del sistema productivo, –enfatizó Maciel– comparar productos o tecnologías e identificar oportunidades para mejorar el desempeño ambiental de productos en distintas etapas de su ciclo de vida.

A su vez, Maciel se refirió al análisis de las emisiones en la cadena del arroz: “Por primera vez, evaluaremos las emisiones en base a la masa de dióxido de carbono equivalente que emite el proceso de producción arrocero, desde la siembra hasta la puerta del establecimiento y esto implica conocer la carga ambiental que tiene la materia prima”.

La investigadora subrayó: “El primer paso para reducir sustancialmente las emisiones es la determinación de las huellas”. En este sentido, aseguró que “sólo así se podrán disminuir los riesgos climáticos a lo largo del siglo XXI, ampliar las perspectivas de una adaptación efectiva, reducir los costos y los desafíos de mitigación a largo plazo y contribuir para que el desarrollo sostenible sea resiliente al clima”.

Maciel: “Todos los procesos productivos repercuten en el ambiente y, por lo tanto, emiten gases de efecto invernadero”.

Cambio climático, la preocupación global

El cambio climático plantea un gran desafío para la humanidad en general y sus actividades productivas, en particular. Así, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) producto delas actividades antrópicas ocupan un lugar trascendental que requiere ser medido, analizado e, incluso, replanteado.

Según el inventario nacional de gases de efecto invernadero (GEI), el 52,5 % de las emisiones de la Argentina corresponden al sector energético, el 39,2 % a la agricultura, ganadería, silvicultura y otros usos de la tierra, el 4,5 % a la industria y el 3,8 % a los residuos.

Para la especialista, este trabajo se enmarca en un contexto internacional de una marcada preocupación por parte de los consumidores, sobre todo de los países desarrollados, con respecto a las emisiones generadas en la producción e importación de los bienes que consumen. “Hay una gran sensibilidad global respecto de la huella de carbono y de agua de los alimentos”, señaló Maciel.

Del equipo de investigación, también participan Luciana Herber, del área de nutricion vegetal de cultivos extensivos, Daniel Rodriguez Perito en granos de cultivos extensivos y Natalia Retamozo, licenciada en informatica grupo Tics.