Ganadería

La ganadería debe decidir: ¿Consumo y/o Exportación?

Para dar una respuesta, lo primero será poner en contexto este sector. La cadena de ganados y carnes debe observarse como un todo donde cada eslabón debe estar bien, más allá de los desajustes cíclicos, nunca debemos creer que a un sector le va bien si es a...

Para dar una respuesta, lo primero será poner en contexto este sector. La cadena de ganados y carnes debe observarse como un todo donde cada eslabón debe estar bien, más allá de los desajustes cíclicos, nunca debemos creer que a un sector le va bien si es a costa del deterioro del otro. Una visión sistémica nos obliga a pensar en el conjunto, sumando todas las fuerzas detrás de un objetivo de interés general. Esta cadena es mano de obra intensiva lo cual es una buena noticia para el país y una fortaleza del sector: desde el campo donde siempre hay una persona radicada en origen dando sustentabilidad territorial, a todos los sectores de servicios públicos y privados que aportan trabajadores a la tarea, veterinarios, camioneros, etc.; a los intermediarios constituidos desde hace siglos, como las Casas Consignatarias, al sistema de confinamiento que para lograr el engorde utiliza mano de obra especializada, hasta los frigoríficos consumeros o exportadores que poseen planteles de centenares de trabajadores los cuales no los puede reemplazar ningún avance tecnológico. Toda esta gente incluye nuestro sector.
La materia prima es auténticamente nacional casi sin componentes importados, desde las pasturas, los molinos, las aguadas, los alambres, las mangas y tranqueras, los productos sanitarios y el ganado, principal capital de una explotación con una genética construida durante décadas de trabajo responsable.
Detallo todo esto ya que nos hace entender que no estamos hablando de cualquier sector, sin menospreciar a ninguno, pero resaltando sus fortalezas mostramos su alto valor estratégico.
¿Qué hacer con la cadena?
Partiendo de la premisa que lo importante en todos los modelos es su sustentabilidad, única garantía de permanencia en el tiempo, debemos pensar cómo actuar en un mercado transparente y de competencia casi perfecta que reúne decenas de miles de vendedores y miles de compradores estableciendo precios ciertos y transparentes.
La cadena sobrevivió soportando incluso periodos de distorsión en distintos formatos, la veda a la venta de carne durante la década del 60/70 o las compensaciones de la década pasada ayudando a la proliferación del sistema de confinamiento. Sacando estos casos extremos las políticas activas del Estado nunca pasaron de algunas tasas subsidiadas en créditos para repoblamiento ganadero o reintegro a la exportación, montos escasos para los numerosos formatos de subsidio estatal explícito en regímenes provinciales de diferimiento fiscal.
La cadena de ganados y carnes ha sido hija de su propio esfuerzo, mantuvo su liderazgo en la dieta de los argentinos, gracias a su alto valor proteico, y supo proveer al mundo sus mejores cortes mostrando el perfil de un país de calidad y no de cantidad.
En este momento de toma de decisiones, es necesario no olvidar la experiencia del pasado inmediato que llevó a perder casi 12 millones de cabezas y no repetir errores. Hay que valorar lo que ya construyó la cadena de ganados y carnes: asociatividad y diálogo, que permitió unir en varios puntos los intereses de todos los sectores,  que supieron valorar los consensos por encima de las ventajas sectoriales.
Hoy la cadena de ganados y carnes tiene un sólo sector que garantiza sustentabilidad en el tiempo y es la exportación. Esto no implica un capitis diminutio para el consumo interno, este mercado se valora positivamente y es una plataforma fundamental desde donde partir, pero sabemos que es un mercado limitado al poder de compra de sus ciudadanos y que debe competir con otras carnes por su preferencia. Nunca la carne roja por su conversión y capital puede ser más barata que la aviar o de cerdo, solamente su excelente prestación cocinera y su registro cultural de siglos de consumo la hacen líder.
Debemos claramente apostar para que haya políticas activas para acelerar el proceso del novillo pesado, no alcanza con mirar en la estrechez de un mercado interno porque tenemos un mundo para alimentar que conoce y solicita nuestros productos, pocos sectores tienen la suerte que todo lo que producen pueden venderlo. Argentina no tiene techo para lo que queramos producir y vender, simplemente debemos ser serios y confiables garantizando en forma permanente el aprovisionamiento.
Por lo tanto está es la primera definición que debemos tener clara para establecer políticas activas: ¿queremos exportar o solamente queremos el consumo interno? Tener hoy políticas activas para la exportación es solamente el puntapié inicial de un proceso que una vez puesto en marcha volverá a funcionar en competencia como toda la vida.
Sin la exportación la ganadería comenzará en breve un ciclo de abundancia de oferta que podrá deprimir los precios y cortando el proceso de reconstrucción iniciado, volveremos a entrar a los típicos ciclos de retención y liquidación, mirar el largo plazo es la única manera de tener objetivos trascendentes y un rumbo que guíe y oriente a todos los actores.
Tres instrumentos claves para hacer crecer al sector
Tener políticas activas para acelerar la producción de novillo pesado es una tarea indispensable, la cual no solo se hace con dinero sino que se requiere de instrumentos indispensables para su desenvolvimiento. Mencionar solamente tres herramientas ayuda a entender cuan atrasados hemos estado con respecto a sectores como el agrícola, que han evolucionado con estos recursos. El Forward Ganadero es un contrato que permite vender a futuro con entrega de mercadería uniendo al productor con el comprador, frigorífico o supermercado, dándole previsibilidad a la entrega y a la definición de un precio. La puesta en marcha en breve de los futuros sobre invernada y gordo que permitirá dar cobertura ante los riesgos tomando posiciones a futuro. El Warrant Ganadero, instrumento vital de garantía para poder conseguir financiamientos a actores de la cadena hoy alejados del sistema institucional con tasas accesibles.
Exportar no significa quitar carne a la mesa de los argentinos, por el contrario significa producir más para volcar excedentes accesibles a los consumidores, el precio del asado a valores exorbitantes solo puede ser interpretado por la ausencia del asado de exportación, su sola oferta abundante disciplina los precios.
Argentina está en el lugar y el momento justo, de nada vale llorar sobre lo que pudimos ser y no nos dejaron, la cadena de ganados y carnes está preparada para sumar al carácter asociativo logrado un plan de trabajo de objetivos a cumplir, que incluya a todos y no limite sus posibilidades de crecimiento. Lo peor sería que dentro de unos años nos sintiéramos responsables de no haber tomado esta oportunidad, como dijera el pensador español Ortega y Gasset en 1939 desde una conferencia en La Plata: “Argentinos a las cosas”.*