Agricultura

La polinización, una moda que está en crisis

Tomar conciencia del tipo de uso que se le da a la tierra, minimizar la utilización de insecticidas en la producción agrícola, en las viviendas y jardines, sembrar plantas con flores que brinden alimento a los visitantes florales, y comer miel ayudaría a mitigar la crisis que atraviesa este servicio ecosistémico tan beneficioso para la humanidad.

Durante los últimos años, la polinización se ha puesto de moda por su importancia como servicio ecosistémico: es un recurso que, siendo parte del funcionamiento normal de los ecosistemas, beneficia a la humanidad, permitiendo la formación de frutos utilizados que son utilizados como alimentos.

La Dra. Alicia Basilio, investigadora y docente de la cátedra de Apicultura de la Facultad de Agronomía de la UBA, explica cuál es la labor de los polinizadores, por qué están en crisis y cuál es la mejor forma de mitigarlo. “Una gran parte de nuestros alimentos son frutos (almendras, manzanas, zapallos) -, o de plantas que se siembran todas las temporadas para obtener hojas (lechuga), raíces (zanahoria) o flores (coliflor). Incluso la carne y la leche provienen en parte de alfalfa y otras pasturas que necesitan ser sembradas. Si el funcionamiento de los ecosistemas no es normal, porque el ambiente ha sido intervenido estos servicios podrían funcionar mal, o no funcionar”, revela.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más del 75 % de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización. Los polinizadores, como las abejas, mariposas, pájaros, polillas, escarabajos e incluso los murciélagos, ayudan a que las plantas se reproduzcan. Sin embargo, la población de polinizadores –en especial abejas y mariposas– ha disminuido de manera preocupante debido principalmente al desarrollo de prácticas agrícolas intensivas, es decir, cambios en el uso de la tierra, plaguicidas, especies exóticas invasoras, y enfermedades.

El informe de la FAO manifiesta: “Casi el 35% de los polinizadores invertebrados –en particular las abejas y las mariposas–, y alrededor del 17% de los polinizadores vertebrados –como los murciélagos– están en peligro de extinción a nivel mundial. Los agricultores y los responsables de las políticas tienen un papel importante que desempeñar en la protección de nuestros polinizadores”.

Al respecto, la Dra. Basilio señaló: “La polinización sucede cuando el polen de una planta alcanza a la flor de otra planta de la misma especie (el polen puede ser transportado por aire o por animales, principalmente insectos). La armonía natural se rompe cuando un cultivo tiene una gran extensión y se lo protege de las plagas con insecticidas, por ejemplo”.

Entonces, ¿cómo se puede mitigar la crisis de la polinización? “Por un lado, reflexionando sobre el tipo de uso que le damos a la tierra. En lo personal podemos minimizar el uso de insecticidas en las viviendas y jardines, sembrar preferentemente plantas con flores a lo largo del año que brinden alimento a los visitantes florales, y comer miel”, explica Basilio.

Comer miel ayuda a la polinización. Según la investigadora, además de mejorar nuestra vitalidad, comprar miel colabora con la sustentabilidad de la apicultura nacional, y hoy los apicultores son los guardianes de las abejas.

“En un mundo globalizado, las abejas son sensibles a muchos problemas sanitarios y ambientales; y necesitan la colaboración del apicultor para subsistir. Por otra parte, las colmenas pueden trasladarse a los cultivos y reforzar la polinización natural débil o ausense”, comenta la doctora.

Y resume: “La apicultura también está en crisis en todo el mundo, ya que los costos de trabajo son altos y la producción de miel en campos sembrados es mucho menor que en otras épocas donde había más montes y las plantas silvestres no se eliminaban con herbicidas”.

La mayor parte de la miel de nuestro país se exporta a granel, y los apicultores perciben poco beneficio por su esfuerzo. La venta directa o por cooperativas permite al apicultor tener una mejor rentabilidad y persistir en la producción. Sin duda, comprar miel contribuye a la sustentabilidad del sector apícola e indirectamente, a la producción de frutos y semillas y a la defensa de la biodiversidad.

Proyecto Corredor Biológico

Este año, estudiantes y graduados de la carrera de Jardinería junto al grupo “Nativas” y “El Renacer de la Laguna FVET UBA”, propusieron la intervención del predio de la Facultad de Agronomía con plantas nativas de las eco-regiones bonaerenses para consolidar el corredor biológico rioplatense, generando módulos de plantación que enriquezcan el espacio orientados bajo los conceptos de jardines naturalistas y de comunidades, creando asociaciones entre plantas hospederas, nutricias y ornamentales que tienen relaciones con diversa fauna, cooperando así con el equilibrio ambiental.

El establecimiento y gestión de corredores biológicos constituye el mecanismo más adecuado para garantizar la conexión funcional entre paisajes, ecosistemas y hábitats naturales o modificados, pues incrementa la permanencia de la biodiversidad a largo plazo. En el predio de la Facultad de Agronomía se preserva uno de los espacios verdes más importantes de la ciudad. El corredor biológico que se está realizando en FAUBA a través de la plantación de especies nativas fomenta la presencia y diversidad de polinizadores que requieren estas especies para su crecimiento.