Un estudio del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) pone de manifiesto la situación dramática que atraviesa la producción de leche argentina, y que se refleja en el continuo cierre de tambos.
En base al informe “Distribución de Existencias Bovinas en Establecimientos con actividad de tambo por categoría”, que anualmente elabora el Senasa al 31 de marzo, OCLA determinó que la cantidad de tambos se redujo el último año un 4,5%.
En total, en el país habría –según estos datos– 9.735 unidades productivas registradas, cuando un año antes eran 10.197.
Así, por primera vez en al menos 40 años, la cantidad de tambos perforó la barrera de los 10.000 y la comparación en una línea larga histórica muestra que son 5.000 menos que los que había a principios de siglo, y 20.000 menos que en 1998, cuando superaban los 30.000.
Y agregaron: “Por su parte, muchos tambos que continuaron en la actividad, debido a la descripta situación de baja producción de alimentos en cantidad y calidad, a los efectos económicos y financieros y que coincidieron con un valor razonable para la venta de vacas, lo cual llevó a la venta de vacas muy por encima del descarte normal, produciendo una tasa de caída del 6,5% en el rodeo total de los tambos”.
En tanto, el informe también desagrega todos estos datos por provincias, lo que permite ver cuáles son las que siguen siendo líderes en este rubro: Santa Fe y Córdoba.
Cantidad de tambos
En concreto, de la información obtenida de Senasa se desprende que Santa Fe tiene 3.357 tambos; Córdoba le sigue con 2.799; luego Buenos Aires, con 1.962. Estas tres, junto a Entre Ríos, concentran el 92% de los establecimientos argentinos.
En cuanto a la cifra de vacas en producción, la preponderancia de Santa Fe se reduce, acercándose en participación mucho más Córdoba y Buenos Aires. La Región Central (Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos), concentra el 95,5% del rodeo lechero total nacional.
En promedio, a nivel nacional cada tambo tiene unas 153 vacas, aunque el panorama es muy distinto dependiendo cada provincia.
De todos modos, más allá de los factores locales que complican a los productores argentinos, desde OCLA resaltan que la crisis de la lechería es un fenómeno global.
De hecho, la tasa de reducción en la cantidad de tambos es menor en nuestro país que en el promedio de los principales países productores de leche del mundo.
Lo que sí sucede en el mientras tanto es que la producción de leche no cae e incluso en algunos países crece, porque los tambos que quedan son más grandes y productivos.
“Con datos del World Dairy Situation 2023 de la Federación Internacional de Lechería (FIL/IDF), se puede ver cómo, con menos unidades productivas y/o menos vacas, muchos países continúan con un proceso de crecimiento de la producción en unidades de producción de mayor tamaño y apelando a aprovechar el potencial genético disponible, maximizando los niveles de producción individual (litros de leche/vaca en ordeño/día)”, explica OCLA.
Y completa: “Lógicamente que esta situación lleva a un límite productivo y/o económico que sólo se puede modificar incorporando mayor cantidad de animales al sistema”.