En un contexto donde las prácticas agropecuarias sostenibles cobran cada vez más relevancia, el productor agropecuario Alejandro Carafí se destaca por su compromiso con el medio ambiente y la producción responsable.
Desde 2006, su empresa familiar incorporó la certificación RTRS (Mesa Redonda de Soja Responsable), una norma que promueve estándares de sostenibilidad en la producción de soja.
“La adopción de la norma RTRS marcó un camino de mejora continua para nuestra empresa”, explicó Carafí en diálogo con Rivadavia Agro.
Carafí, miembro de una tercera generación dedicada a la agricultura y la ganadería en ciclo completo, definió su labor como un esfuerzo y expresó que se “amigable con el ambiente es cuidarlo, cuidar la tierra, que es nuestro tablero de trabajo. Lo que producimos sobre ella debe ser siempre bajo esa premisa”.
“En un momento en que creíamos estar organizados, nos preguntamos: '¿Realmente estamos haciendo las cosas bien?'. Fue entonces cuando descubrimos RTRS. Este estándar cubría todo lo que queríamos certificar o evaluar en nuestras prácticas”.
Qué es producir RTRS
RTRS, explicó, es una certificación que se aplica no solo a la soja, sino también al maíz y posiblemente al trigo en el futuro. Se basa en principios fundamentales como el cumplimiento legal, condiciones laborales responsables, relaciones comunitarias positivas, responsabilidad ambiental y buenas prácticas agrícolas.
“Desde hace 12 años, seguimos este camino de mejora continua que nos ha permitido avanzar y corregir aspectos clave en nuestra producción”, agregó.
Según Carafí, RTRS no solo verifica el cumplimiento de estándares, sino que impulsa a las empresas a mejorar continuamente. “Cada certificación propone nuevos objetivos. Es un camino de ida: te pones parámetros, ajustas y mejoras. Esto abarca desde la relación con los vecinos hasta la disminución del impacto ambiental y el uso de insumos más sostenibles”, comentó.
La implementación de RTRS también marcó un antes y un después en la cultura organizacional de su empresa familiar.
“Fue un cambio cultural en todos los niveles, desde los socios hasta los empleados. Adaptarse no siempre es fácil, pero ha valido la pena. Esto no solo mejora nuestra forma de trabajar, sino también nuestra reputación en el mercado”, destacó.