
La primavera es sinónimo de movimiento en el campo. El inicio de la campaña gruesa marca decisiones que impactarán en la rentabilidad de todo el ciclo productivo. Maíz temprano, soja de primera, girasol o sorgo son las alternativas más comunes, pero la elección no puede hacerse al azar.
Según técnicos del INTA, el primer paso es evaluar el estado de los perfiles de humedad. Tras un invierno con buenas reservas en la mayor parte de la región pampeana, el escenario inicial es alentador, aunque advierten que el fenómeno climático de El Niño/La Niña será determinante para ajustar fechas y densidades.
El calendario de siembra en primavera varía según región:
- Maíz temprano: recomendable entre fines de septiembre y octubre en la zona núcleo, siempre que haya humedad suficiente para asegurar la implantación.
- Soja de primera: la ventana óptima se abre a partir de la segunda quincena de octubre y se extiende hasta fines de noviembre.
- Girasol: en el norte del país ya avanza la implantación desde agosto, mientras que en el centro y sudeste bonaerense la siembra se concentra entre septiembre y octubre.
- Sorgo: más flexible, puede sembrarse desde octubre hasta diciembre, según estrategia de rotación y demanda de forraje.

Los especialistas recomiendan también considerar la rotación de cultivos, clave para preservar la fertilidad del suelo y reducir riesgos sanitarios. En zonas donde predomina la soja, sumar maíz o sorgo aporta diversidad y mejora la estructura del suelo.
Otro aspecto central es la elección de híbridos y variedades. Hoy el mercado ofrece materiales adaptados a diferentes ambientes y con resistencia a plagas y enfermedades específicas. Apostar por genética de punta puede marcar la diferencia en kilos cosechados.
Finalmente, los asesores técnicos insisten en la necesidad de un buen manejo inicial: tratamiento de semillas, densidad adecuada y control de malezas desde el arranque para garantizar que el cultivo logre expresar su potencial.
La primavera abre la puerta a una nueva campaña y con ella, la oportunidad de capitalizar las buenas condiciones iniciales. Planificar con tiempo, respetar las fechas óptimas y ajustar la estrategia a cada lote será determinante para que el esfuerzo del productor se traduzca en resultados.