Luego redobló la apuesta y se preguntó “¿y si le mostráramos al comprador todo el recorrido que hizo la fibra, desde el campo hasta el taller?”. De esa inquietud surgió lo que hoy es el proyecto del trazabilidad que lleva adelante el Clúster Algodonero Santafesino, compuesto por productores, desmotadores, hilanderos y talleres, con el acompañamiento de los gobiernos provincial y nacional.
La iniciativa, propuesta y desarrollada en el seno de la Asociación Para la Promoción de la Producción Algodonera (APPA) y financiada por el Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (Prosap) del Ministerio de Agroindustria de la Nación, en un futuro no muy lejano podría convertir al “Algodón Santafesino” en una denominación de origen que agregue valor a la producción local, beneficiando a todos los eslabones de la cadena.
Este y otros temas de importancia para el sector, como el plan de erradicación del picudo algodonero, fueron expuestos el último viernes 17 de marzo en Avellaneda, durante la reunión de cierre del Plan de Mejora Competitiva (P.M.C.) del Cluster Algodonero de Santa Fe, con la presencia del licenciado Marcelo Yangosian, jefe de Unidad de Competitividad y ANR de UCAR (Unidad para el Cambio Rural) del Prosap y el Subsecretario de Cultivos Industriales de Santa Fe José Luis Braidot. Además de las autoridades y los técnicos de APPA, participó el especialista George Toby, vicepresidente del Comité Consultivo Internacional del Algodón (CICCA), quien brindó una mirada económica sobre el potencial del algodón trazado.
Caso único
El impulso inicial de Enhebrando Metas, una cooperativa textil que surgió ante la necesidad de ofrecer una salida laboral y contención social a mujeres de la región, desencadenó un proceso que ya lleva tres años y avanza en varios frentes. Por un lado se están probando protocolos de Buenas Prácticas en cada eslabón (campo, desmote, hilado, confección), como punto de partida para alcanzar una certificación de trazabilidad que garantice un proceso social, económica y ambientalmente sustentable. Mientras tanto, se realizó un estudio de costos para determinar la viabilidad económica de este proceso en cada eslabón. Y también se hizo un estudio de mercado para determinar si la iniciativa es atractiva para los consumidores.
Sondeo. Las licenciadas Mariela Virardi y Gimena Bonillo expusieron los resultados de un estudio de mercado, en el que testearon el potencial comercial del concepto de trazabilidad en madres jóvenes de Rosario, Capital Federal y Gran Buenos Aires. Foto: Juan Manuel Fernández
En el camino quedó demostrada la cohesión que existe entre los eslabones, ya que cada uno debió aportar sus recursos y exponer sus números. Fue lo que valoró -apelando a la metáfora futbolera- Marcelo Yangosian: “no sirve tener a Messi, hay que tener una selección que funcione y juegue en equipo; podríamos decir que APPA y el clúster algodonero son ejemplo de buen jugador y buen trabajo en equipo”. Toby también valoró esta comunión. “A pesar de haber recorrido tanto nunca he visto una unión como la de APPA (agricultores, industriales, técnicos); esta compenetración creo que es amor, cariño por el algodón; porque de otra manera no se puede hacer”.
Yangosian indicó que se volcaron en los últimos tres años “más de 6 millones de pesos” en Aportes No Reintegrables (ANR) al Plan de Mejora Competitiva. “Celebramos -festejó- que esos recursos no fueron despilfarrados, se tradujeron en conocimiento e información que pueden aplicarse para la toma de decisiones que mejoren la competitividad”. Y sobre la trazabilidad y la denominación de origen, consideró: “es posible y puede ser una marca diferencial que agregue valor y mejore los ingresos que redunden en empleo y rentabilidad”.
En pos de este objetivo, sugirió mirar el mercado con otra metáfora elocuente: “las cadenas se traccionan, no se empujan; porque si la empujamos se arruga”. La figura apuntó a remarcar que es el consumidor quien arrastra, con su decisión de compra, a todos los eslabones. Y por ello hay que producir lo que se vende -y no a la inversa- y orientar la producción según las nuevas tendencias y demandas.
Información en serio
Por este motivo, parte de los fondos de UCAR se usaron en un estudio de mercado cualitativo, que realizaron las licenciadas Mariela Virardi y Gimena Bonillo, para testear el nivel de interés que podría despertar entre los consumidores el proyecto de trazabilidad que realiza APPA. El trabajo partió de la confección, en la cooperativa Enhebrando Metas, de varias prendas de algodón para bebés, con su respectivo packagin, para que una muestra de madres (primerizas y no primerizas con hijos de 3 a 18 meses) de Rosario, Capital Federal y Gran Buenos Aires, expresen sus impresiones para evaluar qué tan relevante resulta el concepto de “trazabilidad” en el blanco o target al que se apuntaría en primera instancia.
“Lo primero que detectamos fue que las entrevistadas ignoran completamente el proceso de producción de algodón y elaboración de prendas”, afirmaron. Por añadidura, “menos aún comprenden el concepto de trazabilidad”. Y si bien en su rol de madres las mujeres entrevistadas demostraron siempre examinar en detalle la prenda, “no saben realmente cuando un algodón es de buena calidad”. También surgió, entre las conclusiones, que “están satisfechas con la oferta (existente de productos) y no demandan algo nuevo”.
Prendas. Para medir el interés de los potenciales consumidores se fabricaron prendas y se desarrolló un packaging específico. Foto: Juan Manuel Fernández
Al explicarles en qué consiste la trazabilidad, las encuestadas manifestaron valorarla, pero no resultó un concepto “movilizante” y no generó “involucramiento emocional”.
El “primer alerta”, dijeron, es que hay una “cultura ajena a la sustentabilidad”, un concepto que se observa lejano. Más próximo, en cambio, resultó lo “orgánico” o “ecológico”. Al respecto indicaron: “si no se explicara bien la propuesta se corre el riesgo de asociarlo con lo ecológico, que se vincula a algo más caro”.
El trabajo también sondeó qué aspecto les impacta positivamente. Entonces apreciaron la “dimensión social”, puntualmente que la prendas no se confeccionen con trabajo esclavo, que sea una cooperativa nacional y que el algodón sea 100% santafesino. Aún así, las encuestadoras detectaron un “conflicto” entre las potenciales consumidoras: si optaran por prendas “trazadas” deberían replantearse el resto de los consumos para ser coherentes también en otras acciones de su rutina. Las consultoras afirmaron que, además de la calidad de la fibra, se apreció la confección, los broches, el bordado y hasta el color blanco (relacionado a lo saludable).
Entre la conclusiones se planteó qué hacer con la información recabada. A corto plazo, propusieron contribuir en la difusión de la ecología y la sustentabilidad en general. Y a largo, resaltar los aspectos que la dan un “plus de valor” al producto, especialmente el carácter cooperativo de la confección y el trabajo “no esclavo”. Así sugirieron trabajar en tres etapas: primero la concientización mediante campañas de prensa y certificaciones; luego gestar alianzas con productores y marcas de ropa; y finalmente realizar acciones de comunicación en medios masivos, en puntos de venta y la web.
Desde el campo
Marcelo Paytas, investigador de INTA Reconquista, explicó a Campolitoral que el proyecto de trazabilidad consiste en conocer, cuantificar y certificar el proceso desde la producción de fibra en el lote hasta la confección de la prenda. Cada paso precisa de un protocolo de producción y planillas donde se recabe información, como qué tipo de productos se usaron en el cultivo, cuando se sembró o qué semilla se usó. “Justamente la trazabilidad apunta a la identificación de la información de toda la cadena”, resumió.
Trabajo conjunto. El investigador de INTA Reconquista Marcelo Paytas, la presidente de la Cooperativa Enhebrando Metas, Victoria López, y el vicepresidente de APPA Daniel Paiz. Foto: Juan Manuel Fernández
Con este objetivo definieron un gran lote de algodón en el departamento 9 de Julio que sigue los protocolos técnicos definidos por INTA para producir más y mejor. “En todo el proceso -dijo- apuntamos a los tres pilares de la sustentabilidad: ambiental, social y productivo”. En el campo, por ejemplo, implica usar insumos que permitan una mejor calidad de fibra, como la fertilización en el momento crítico del cultivo. “Es fundamental para que el producto se transforme en rendimiento y no se pierda”. En lo ambiental, una estrategia para disminuir la utilización de agroquímicos y reducir el número de aplicaciones. Mientras que en los talleres, se busca que las prendas sean confeccionadas en condiciones óptimas para los operarios, sin trabajo esclavo.
Los requisitos que deban cumplirse en cada paso “va a depender del tipo de mercado que podamos identificar”. Se trata -agregó- de generar un producto diferencial que permita ocupar un nicho de mercado. Hasta el momento los trabajos son experimentales, con procedimientos “artesanales” o manuales, como el llenado de planillas. Pero a futuro se plantea sistematizar la carga de información, por ejemplo con códigos de barra, y hasta incluir un chip en los fardos de fibra para simplificar y agilizar la circulación de datos. Esta sería una posibilidad para “dejar de pensar el algodón como un commoditie más”.
Paytas también valoró el trabajo en sintonía de la cadena, “porque la desmotadora que recibe el algodón trabado tiene que estar limpia; y lo mismo para la hilandería que procesa la fibra trazada. Es lo que más resalto de este proceso”.
Del estudio de costos para producir con trazabilidad certificada, realizado y expuesto por la licenciada Mariela Brandolín, surgió que los márgenes no cambian sobre la producción a campo en la región Este (General Obligado) pero sí en el Oeste (9 de Julio), donde la fertilidad de los suelos y los rendimientos son mayores. En cambio, la diferencia respecto del algodón convencional sí se notó en las instancias siguientes. Por ejemplo por la optimización de la capacidad instalada en las industrias, producto de mayores rendimientos de fibra y con mejor calidad; que a su vez genera grandes ahorros de energía. Al final de la cadena, el valor agregado a la prenda confeccionada se determinó en u$s 6.13 por kilo de algodón procesado o u$s 1.23 por prenda (200 gramos).
Prestigio. George Toby, vicepresidente del Comité Consultivo Internacional del Algodón (CICCA), se constituyó en el primer miembro honorario de APPA en reconocimiento por sus aportes al clúster local. Foto: Juan Manuel Fernández
Todo por delante
Celso Muchiut, secretario de APPA, expresó: “en general lo que pretendemos es que la trazabilidad sea un mecanismo para que el productor haga cada día mejor las cosas en la chacra, porque sacar un buen producto depende en un 70/80% de lo que él hace y cómo entrega en desmotadora, según calidad y limpieza”.
El próximo proceso a corregir será optimizar la mecanización de las desmotadoras, que “adolecen algunas de limpieza y otras de playas de fardos y conservación de las calidades”, dijo, y anticipó que “también vamos a solicitar acompañamiento al Prosap”.
Muchiut ratificó que también se busca alcanzar una “denominación de origen Algodón de Santa Fe”, aunque aclaró que el proceso será largo y no todo lo trazado tendría que llegar a prendas (“salvo que aparezcan nichos de mercado”), sino darle la certificación al fardo “para poder exportar a mejor precio”.
Al respecto, George Toby sugirió que “la trazabilidad debe ser a nivel provincial, no nacional”. Porque Santa Fe es “el sitio más preparado en la Argentina”, por el nivel de organización y coordinación entre los eslabones. También dijo que “debe estar asociado, como el buen vino, a la denominación de origen”. Y se regocijó ante la experiencia santafesina: “es lindo ver y creer en la Argentina de hoy que esta comunión de pensamientos y objetivos puede llegar a ser una realidad”.
Sobre el cierre de la jornada, la presidente de Enhebrando Metas, Victoria López, consideró que es necesario trabajar en la generación de conciencia sobre la trazabilidad. “Y hay que explicarlo de atrás para adelante, desde la prenda hacia el productor”, por la empatía que la ciudadanía siente por los trabajadores textiles. Y propuso tomar la experiencia “como el principio de un proceso y no un fin”.
Al respecto, Toby indicó: “no creo que sea el principio, es el preámbulo; no tiene que pararse esto. Tiene que servir de modelo a las otras provincias algodoneras”.
“No sirve tener a Messi, hay que tener una selección que funcione y juegue en equipo; podríamos decir que APPA y el clúster algodonero son ejemplo de buen jugador y buen trabajo en equipo”