La preocupación sobre la reaparición de la fiebre aftosa en la región, particularmente en Colombia y Venezuela, expuesta días atrás en la apertura de un debate sobre el sector cárnico en la muestra anual de la Sociedad Rural Argentina (SRA) por el ministro de Agricultura, Ricardo Buryaile recrea un problema para el comercio internacional de la carne vacuna que para la Argentina tiene una historia de 91 años.
En 1926 el entonces presidente de los Estados Unidos de América, John Calvin Coolidge, un proteccionista antecesor en la materia del actual Donald John Trump, con la excusa de que la carne argentina estaba infectada de aftosa prohibió la importación de la misma lo que dio origen al primer conflicto importante entre ambos países que se manifestara duramente en el Congreso Panamericano de La Habana de 1928.
Buryaile señaló que “la aftosa está en la región” por lo que los gobiernos argentino, brasilero y paraguayo acordaron adoptar “medidas de protección” entre las cuales destacó que “de ninguna manera la Argentina, que está libre de esta enfermedad, va a abandonar la vacunación” obligatoria implementada sectorialmente a partir de la década de los años 1950 para luego extenderse a todo el territorio nacional.
A pesar de las pruebas de que la carne argentina exportable no se encontraba afectada por dicha enfermedad el gobierno estadounidense mantuvo, bajo esa excusa, la prohibición para la importación de la misma hasta la actualidad, a la que se sumó Canadá en 2001, lo que motivó una resolución condenatoria de la Organización Mundial de Comercio (OMC) el 24 de julio de 2015 para ambos países.
De todas maneras, dos años después, las autoridades de los Estados Unidos, entonces lideradas por el presidente Barack Hussein Obama, siguieron sin cumplir la normativa de la OMC aunque en ese mismo discurso en la muestra ferial de Palermo de la SRA, Buryaile señaló que el gobierno argentino había respondido hace muy poco a nuevos requerimientos de la actual administración de Trump confiando en que fueran los definitivos.
Las políticas proteccionistas en los EUA habían comenzado a implementarse en 1921 durante la presidencia de Thomas Woodrow Wilson, en el marco de las dificultades económicas que surgieron como consecuencia de la Gran Guerra (1914-1918), más tarde redenominada como Primera Guerra Mundial, que también dieron lugar a la “Declaración Balfour”, mediante la cual el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte conformó el Commonwealth (salud común) generando un sistema proteccionista que incluyó a la metrópoli y sus colonias.
El argumento en que se basó la administración Coolidge para frenar la llegada de la carne argentina a los EUA fue duramente cuestionado en el Congreso Panamericano de 1928 por el representante argentino Honorio Pueyrredón, enviado por el presidente Máximo Marcelo Torcuato de Alvear, lo cual dio lugar a que en el documento final fuese firmado con algunas objeciones.
Las dificultades creadas a la inserción argentina en el comercio internacional por la prohibición estadounidense y la “Declaración Balfour” hicieron que el presidente Juan Hipólito Yrigoyen firmase con el RU, en 1929, el “Acuerdo D’Abernon”, dejado sin efecto por el gobierno de facto de José Félix Uriburu y restaurado en 1933 como “Pacto Roca-Runciman” que habilitó nuevamente la exportación de productos primarios, entre ellos la carne vacuna, al mismo RU.
El “Pacto Roca-Runciman” fue firmado durante la presidencia de Agustín Pedro Justo a pedido de la SRA que pidió la reinstalación del “Acuerdo D’Abernon” pero en el caso de los EUA la prohibición siguió firme a pesar de que a partir de la presidencia de Juan Domingo Perón se impulsó un plan de erradicación de la aftosa que logró el reconocimiento de su éxito por parte de las organizaciones internacionales, inicialmente al sur del Paralelo 42 y luego a todo el territorio nacional.
Ese reconocimiento hizo que además de los EUA, a los que se sumaron luego Canadá, Japón, Sur Corea y México en América Latina, en la prohibición o limitaciones para el ingreso de carne vacuna argentina a sus territorios se viera coronado hace dos años por el fallo de la OMC cuya aplicación está aún pendiente y por lo cual, además de las gestiones diplomáticas, se mantienen las normas de salubridad preventivas, a las que, como señalara Buryaile, se adicionara un acuerdo regional frente a los posibles riesgos generados por Colombia y Venezuela.