La campaña 2017/18 inició con el stock de trigo más bajo en casi 15 años, apenas 1,5 millones de toneladas, en tanto que los excesos de agua malograron las intenciones de siembra. Si bien los rindes fueron relativamente buenos, la producción de 17,5 Mt resultó inferior a los 18,2 Mt de la campaña anterior mientras que la demanda no se resigna a absorber menos cereal.
Es importante destacar que el inicio de la campaña con los stocks más bajos de los últimos quince años obedeció al efecto de diversas medidas gubernamentales que impactaron favorablemente en las exportaciones de trigo en los últimos dos años, tales como la eliminación de derechos de exportación y de las restricciones a las ventas externas (ROEs).
El consumo interno es muy estable, y su evolución se vincula mayormente a la suba del nivel de población a largo plazo. Las compras de la exportación, en cambio, no dan tregua y se encuentran en los máximos registrados.
Del lado de las compras del sector exportador, según información al 14 de marzo, éstas acumulan 9,2 millones de toneladas, el registro más alto para esta altura del año. Con compras promedio del sector industrial en torno a los 2,2 millones, los consumidores finales del grano de trigo (industriales o exportadores) suman 11,4 millones de toneladas, o un 65% de la producción estimada, el porcentaje más alto de los últimos cinco años.
Del lado de las ventas externas, a la fecha se contabilizan declaraciones juradas de venta al exterior por un total de 8,3 millones de toneladas de trigo 2017/18, el mayor tonelaje en los registros para esta época del año. Con una estimación de embarques totales para la nueva campaña de 11 millones de toneladas, ello significa que el 76% del saldo exportable ya está comprometido, quedando apenas un 24% del mismo libre para ser vendido en el futuro. Ese porcentaje es muy ajustado respecto a la media de los últimos años, y representa apenas 2,7 millones de toneladas.
En cuanto a lo efectivamente exportado, se nota en los tres meses para los que hay registros oficiales desde que comenzó la nueva campaña que el volumen de grano embarcado supera los ya altos registros del año anterior. En el mes de febrero, las exportaciones de grano sumaron 1,7 millones de toneladas según el INDEC, por lo que en el primer trimestre del ciclo comercial 2017/18 ya se despacharon más de 6 millones de toneladas, o el 72% de lo que está vendido. Entre los destinos, si bien Brasil continúa liderando el ranking con una participación del 25%, en el top 10 aparecen países tan distantes como Argelia, Indonesia, Tailandia, Bangladesh o Kenia.
El alto volumen de compromisos de exportación dio sostén a las cotizaciones del trigo tanto en el disponible como en los futuros para entrega en julio. Respecto al primero, la referencia de la CAC para el jueves fue $ 3.990/t, 5% por encima de la semana anterior, en tanto que en MATBA los contratos con vencimiento en julio cerraron a US$ 211/t, subiendo casi US$ 10/t en la semana.
La robusta demanda que estamos experimentando por el trigo argentino no da margen para recuperar inventarios, y se prevé incluso un leve ajuste respecto a la campaña pasada. Así las cosas, el inventario que se arrastraría a la siguiente campaña comercial es casi nulo, poniendo mayor presión sobre las intenciones de siembra que se prevén para el próximo invierno, y allí es donde mayor relevancia cobran los pronósticos de lluvia a mediano plazo.
En efecto, luego de un verano seco y caluroso, el perfil de humedad de los suelos no tiene las condiciones necesarias para asegurar una buena implantación de las semillas. La cotización del trigo para entrega entre diciembre y enero (coincidiendo con la próxima época de cosecha), se han ido moviendo de la mano de noticias que apuntan a mayores o menores acumulados para el otoño/invierno argentino.
Ya desde mediados de marzo, el Servicio Meteorológico Nacional de los EE.UU. (NOAA) y el Departamento de Meteorología del Gobierno de Australia coincidieron en señalar que el fenómeno La Niña está quedando atrás, dando lugar al desarrollo de condiciones neutrales entre los meses de marzo y mayo. Cabe destacar, de cualquier modo, que esto no significa que vaya a haber precipitaciones y temperaturas normales, sino que indica que resulta improbable que el clima se mantenga en condiciones extremas por períodos prolongados: es decir, no se espera que sea ni muy seco ni muy húmedo, ni muy cálido ni muy frío. Esta semana, lamentablemente, sumó preocupación el diagnóstico de Carlos Di Bella, director del Instituto de Clima y Agua del INTA, quien vaticinó que en junio volvería el escenario de lluvias por debajo de lo normal, patrón que continuaría durante todo el invierno.
Menos argumentos apuntando a una continuidad de la seca en los próximos dos a tres meses y la baja externa frente a las lluvias acaecidas los últimos días en las Planicies norteamericanas acabaron por presionar la cotización de los futuros de trigo para la próxima campaña 2018/19. Estas afortunadas caídas de agua en Norteamérica, sumadas a las buenas reservas de humedad en los países de la región del Mar Negro, que lideran los rankings de exportaciones de trigo, hicieron temblar los precios de los futuros más cercanos en Chicago, que cayeron un 8% o 14 dólares entre el 14 y el 22 de marzo. En MATBA, el futuro enero 2019 para descarga en Rosario cerró el jueves US$ 187/t, con una caída semanal de US$ 6 por tonelada.