“En el paraje Capitán Paje de Salta, una mujer buscaba dónde estaba la manguera del gas; no podía creer que la cocina fuera tan linda y funcionara a leña”, enfatizó con el orgullo de quien entrega un trabajo, Ramón Fernández, de la pyme Iralof Industria Metalúrgica, encargada de fabricar en serie 100 cocinas a leña para comunidades del bosque chaqueño.
Diseñadas a medida de las familias campesinas e indígenas de Salta, Chaco y Santiago del Estero que viven en el interior del bosque nativo, estas cocinas consumen un 60 % menos de leña que el fogón tradicional –forma habitual de cocinar los alimentos en la zona, debido al costo elevado del gas envasado–. Fueron distribuidas por la Secretaría de Ambiente de la Nación y el INTA en el marco del Proyecto Bosques Nativos y Comunidad y, gracias a la buena respuesta de las comunidades, se espera la fabricación de otros 200 ejemplares.
“La tecnología que desarrollamos responde al tipo de cocinas mejoradas y fue seleccionada entre varios modelos propuestos, principalmente, porque optimiza el uso de leña, mejora el aprovechamiento del calor generado para la cocción y tiene un diseño sencillo de replicar en la fabricación a escala local”, explicó Edurne Battista, diseñadora industrial del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Pampeana del INTA (IPAF).
La estructura del artefacto fue evaluada a la par de otras propuestas de cocinas limpias de la Red Latinoamericana y del Caribe, una entidad que reúne a empresas e instituciones involucradas en la resolución de problemáticas energéticas. Se calcula que, en la región, hay más de 20 millones de habitantes que cocinan sus alimentos a partir de biomasa.
Previo a la selección del modelo, cuyas prestaciones también fueron puestas a consideración por las comunidades, técnicos del Proyecto Bosques Nativos y Comunidad realizaron talleres participativos con la población para identificar las demandas locales. Entre las más importantes, surgió el acceso a energía y la necesidad de reducir el tiempo y el trabajo que requiere el acarreo de leña para cocinar y calentar agua.
En este contexto, “desde el INTA estudiamos la experiencia y elaboramos una estrategia de trabajo integral, basado en un plan piloto de fabricación, distribución y capacitación para el uso, que incorpora tanto cuestiones técnicas vinculadas con el artefacto como aspectos referidos a la práctica de las familias usuarias”, puntualizó Battista.
Las cocinas fueron recibidas por las comunidades de Piruas Bajo Gonzaga, Nueva Yuchán y El Aybal en Santiago del Estero; La Armonía, Los Labradores y Pablo Segovia en Chaco y Kayip en Salta.
En tanto, María Magdalena Abt, coordinadora de la unidad ejecutora local del Proyecto Bosques Nativos y Comunidad de Santiago del Estero, destacó que “la iniciativa busca acompañar a comunidades indígenas y campesinas en un proceso de formulación participativa de planes de manejo para los bosques donde habitan”.
En este sentido, Abt indicó que se promueve la incorporación de tecnologías que mejoren el bienestar de las familias y, a su vez, favorezcan el uso sostenible de los recursos naturales. Además, las familias y comunidades que trabajan en los proyectos quedan registradas para la asignación de subsidios contemplados por la Ley de Bosques, N° 26331.
El Proyecto Bosques Nativos y Comunidad es financiado por un préstamo del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD ARG 15/004).
Primeros fuegos
Cuando se le realizó el pedido de diseño de la cocina al INTA, la condición fue que, más allá de resolver la demanda de reducir el uso de leña, permita la fabricación de un alto número de artefactos en un tiempo acotado –cuatro meses–. “Por lo tanto, esta cocina fue diseñada bajo la lógica de producción seriada y con una estructura versátil, a fin de que pueda ser fabricada en pequeños y medianos talleres metalmecánicos del interior del país”, detalló Battista.
Las 100 cocinas se construyeron y se ensamblaron en la pyme Iralof Industria Metalúrgica durante los dos primeros meses del plazo. En los dos meses posteriores, se llevó a cabo en terreno el plan piloto para iniciar el proceso de entrega, capacitación, ensayos a campo y adaptación de uso en las comunidades de Santiago del Estero, una de las tres provincias donde se implementa el proyecto de Bosques y Comunidad.
En el caso de Santiago del Estero, se llevaron a cabo talleres demostrativos en Nueva Yuchán, Piruaj y el Aival donde participaron unas 75 personas de las comunidades.
En las jornadas, la dinámica de trabajo se centró en el funcionamiento de la cocina eficiente: dimensiones, materiales de construcción, posibilidades de instalación dentro y fuera de los hogares, cantidad y tamaño de la leña que utiliza, precauciones, etc. Las charlas estuvieron acompañadas por material didáctico.
La cocina fue prendida con astillas de madera de algarrobo colorado y utilizada para hervir agua en las ollas entregadas. A su vez, por iniciativa de las comunidades, fue empleada para cocinar tortillas, aprovechando el calor transferido desde la cámara de combustión interna de la cocina hacia la tapa superior.
A partir del diseño de encuestas previstas por el equipo del INTA, se conoció que el 76 % de la población ya utiliza la cocina a leña –en general, instalada fuera de la casa–.
“Además del desarrollo técnico, el INTA acompaña la experiencia de uso de las familias en pos de conocer la apropiación que hacen del artefacto y las mejoras que podrían introducirse”, apuntó Luciana Muscio, investigadora del IPAF a cargo del relevamiento a campo, junto con Eugenia Muzi, también especialista de la misma unidad.
Entre las propuestas de mejora, el diseño de la cocina incorporó un soporte para colgar utensilios y facilitar el traslado. Asimismo, evalúan la colocación de una parrilla en el interior para apoyar una asadera y hornear sin sacar las brasas –en algunos casos, este cambio fue realizado por las mismas familias que hicieron la prueba y les resultó de utilidad–.
Para Muscio, “la adaptación que hicieron de este artefacto brinda elementos tanto para el mejoramiento de la tecnología como para la ampliación de las opciones de uso”. En la cocina, es posible lograr la cocción de las principales recetas elaboradas por las familias campesinas (guisos, sopas, milanesas y frituras en general) y algunas preparaciones de panificados y pastelería, que surgieron a partir de la resignificación del uso.
En el mismo sentido, Apt remarcó que “la propuesta es realizar una investigación participativa en la que se espera recibir aportes y posibles mejoras para introducir en la tecnología, con el objetivo de lograr un diseño lo más compatible con las formas culturales y tradicionales utilizadas por las comunidades para llevar adelante su alimentación”.
Tecnología en contexto
En las tres provincias, el 100 % de los pobladores encuestados utilizan el fogón o también llamado tizón para cocinar, calentar agua y obtener calefacción. Asimismo, el 83 % lo utiliza como lugar de reunión; el 55 % para ahuyentar insectos (sobre todo, en verano) y, en menor medida, para quemar basura.
“Los datos indican que, a partir de la incorporación de la cocina, el promedio de encendido del fogón se redujo de 21 a 11 horas por día”, indicó Muscio. Por su parte, entre quienes combinan el uso de garrafa y fogón, el 55 % utiliza el gas envasado para cocinar.
Para recolectar la leña, los medios más comunes son: con la zorra (carro con tracción animal) y con carretilla (tracción manual). La recolección con el carro se realiza a una distancia de 1.4 km y se lleva a cabo dos veces por semana, mientras que la carretilla es utilizada todos los días para buscar ramas y troncos cerca de las casas.
Incluso, el 75 % de los pobladores consultados afirmó haber percibido un cambio favorable en el sabor de la comida, que además se cocina de manera más rápida y uniforme.
De acuerdo con Abt, quien siguió de cerca el trabajo con las comunidades, “estas cocinas permiten trabajar una propuesta de mejor utilización de la leña del bosque y también incorporan algunas innovaciones para que las mujeres, quienes generalmente están a cargo de la cocina y la alimentación de las familias, tengan condiciones más saludables y de mayor comodidad para realizar las tareas”.
Cocina mejorada
La tecnología desarrollada es una cocina a leña eficiente y permite ahorrar hasta un 60 % de leña respecto de la que consume un fogón abierto. Además de reducir el gasto de combustible (leña), acelera los tiempos de cocción, debido a que el fuego está contenido en una cámara de combustión y transmite más rápidamente el calor.
El interior de la cámara está recubierto con ladrillos refractarios, que favorecen la distribución uniforme del calor que se genera y, a su vez, protegen la chapa y extienden la vida útil del artefacto. Por su parte, el tiraje incorporado a la cocina expulsa el humo hacia afuera y lo vuelve un artefacto seguro para instalarlo dentro de una vivienda.
“El beneficio de este prototipo es que lo logramos construir en serie con materiales fáciles de conseguir en la zona y a un costo competitivo”, afirmó Fernández, dueño de la pyme chaqueña que fabricó los ejemplares de cocinas y ollas, quien entregó en persona a las comunidades. En la empresa, trabajan 12 personas.
De igual modo, destacó la importancia de que el prototipo responda a un diseño abierto, ya que esta característica permite adaptar la construcción a las posibilidades locales. “En el interior, nos cuesta ajustarnos a planos originales rígidos y muchas veces eso nos dificulta la competencia con los centros industriales”, aseguró Fernández.