Las "campañas sucias" son una constante en el período pre-electoral. Pero en este año, los jugadores cambiaron de lado de la cancha: es que en 2015 el macrismo decía que Scioli jugaba a "la campaña del miedo" por advertir que podía venirse una gran devaluación de la moneda nacional, que podría crecer la inflación y subir los servicios. Pero en esta ocasión, es Cristina Fernández de Kirchner la que acusa al oficialismo de hacer "campaña sucia" contra su nuevo Frente Todos.
Es natural, explicaba en Radio Campo -por Radio Colonia- el analista político y columnista Sebastián Dumont, que insiste en que los candidatos apelan a muchas cuestiones. "En esta idea de la polarización, en algún punto, con tal de mostrarse diferentes los unos a los otros, terminan pareciéndose en muchos aspectos", dijo.
Sobre todo, en sus estrategias. Hay un común denominador entre Macri y Cristina, vinculado a la idea de plantear una especie de batalla épica respecto de lo que se pone en juego, pero tienen como un mismo objetivo no hablar tanto de lo que incomoda o de la coyuntura, para plantearlo como una batalla más profunda e ideológica, que los ayuda a irse de la coyuntura.
Así como en su momento Cristina necesitó plantear una "lucha contra las corporaciones", Macri intenta ahora imitarla diciendo que "si perdemos, vuelve el autoritarismo", y la verdad que no queda claro ni uno de lo otro, pero con eso evitan hablar de los temas incómodos del presente que los involucran a ambos.
Sin embargo, dice, es verdad que la mayoría de las encuestas coinciden en que mejoró la imagen de Macri, siento que a medida que el kirchnerismo se expone, le hace un favor al oficialismo. Cuando CFK está en silencio, a Macri le cuesta crecer. Cuando ella aparece, sumado a algún error de Alberto Fernández, lo dejan crecer al oficialismo.
Si este Gobierno gobernara de la misma forma que sabe hacer campaña, la Argentina sería potencia mundial, concluyó.