Con más de 800 mil toneladas vendidas al exterior cada año, Argentina es uno de los principales países exportadores de maní en el mundo. Sin embargo, el rendimiento de la producción local comenzó a verse afectado desde mediados de la década del ‘90 por el carbón, una enfermedad causada por el hongo Thecaphora frezii, que destruye las semillas de los frutos.
Para dar solución a este problema que provoca pérdidas de hasta el 40% en las plantaciones, investigadores del CONICET están participando en proyectos que buscan desarrollar maní resistente al carbón. Para lograrlo, identificaron fuentes de resistencia tanto en especies silvestres de Arachis como en razas antiguas y generaron híbridos compatibles con las variedades que son cultivadas extensivamente para la industria.
Los resultados de estos estudios, que fueron realizados en conjunto con el Criadero El Carmen, la Universidad Nacional de Río Cuarto, la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad Nacional del Nordeste y el National Peanut Research Laboratory (NPRL) de Estados Unidos; fueron publicados recientemente en artículos en las revistas CropScience y PlosOne. Los investigadores estiman que, con el desarrollo de estos materiales, en pocos años se podrán liberar diversas variedades comerciales de maní resistente al carbón, que permitirán recuperar el rendimiento promedio del cultivo en el país.
“El carbón es una enfermedad endémica de Argentina que está generando pérdidas de hasta el 40 por ciento en la producción. Por eso es importante que trabajemos en encontrar una solución a este problema. Es muy difícil que grupos de científicos de otros países se interesen en atenderlo porque no lo tienen”, destaca uno de los autores de los trabajos, el investigador principal del CONICET en el Instituto de Botánica del Nordeste (IBONE, CONICET – UNNE), Guillermo Seijo.
“Nuestro aporte consistió en sistematizar el conocimiento que existe respecto a las pruebas preliminares de razas de maní resistentes al carbón, que fueron obtenidas por el criadero El Carmen a través de distintas metodologías de mejoramiento. Particularmente, lo que hicimos fue identificar, mediante herramientas genéticas, de qué fuentes viene la resistencia y cuáles son los recursos que están disponibles en las razas antiguas y en especies silvestres para obtenerla”, explica el becario doctoral del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET – UNC), Francisco de Blas.
Uno de los trabajos consistió en la obtención de un trihíbrido a partir de las especies silvestres Arachis correntina, Arachis cardenasii y Arachis batizocoi, al cual se le duplicaron los cromosomas para que sea compatible con la variedad comercial Arachis hypogaea. En el otro, en tanto, se transfirió al resistencia a partir de razas antiguas de maní de Sudamérica. En ambos casos se desarrollaron poblaciones para estudiar la estructura genética del carácter y posibilitar el desarrollo de marcadores genéticos asociados a la resistencia.
El trabajo apunta a ampliar la variabilidad existente en las variedades comerciales mediante el desarrollo de materiales de pre – mejoramiento, que son los que todavía presentan caracteres de las especies silvestres o de razas antiguas y no tienen valor para la industria. Estos materiales ya han sido incorporados a los programas de mejoramiento que tienen por objetivo el desarrollo de variedades comerciales resistentes al carbón a corto plazo.
“Hemos podido transferir la resistencia de estos materiales, que se comportan como resistentes, a poblaciones segregantes para realizar estudios genéticos y genómicos del carácter”, señala de Blas. Ahora, los investigadores están buscando determinar cuáles son las porciones del genoma que están asociadas a la resistencia. Según estiman, en un futuro cercano se podrán identificar las regiones genómicas asociadas a la resistencia y desarrollar marcadores de ADN que permitan acelerar los programas de obtención de variedades comerciales resistentes.
Si bien el camino a la obtención de un maní comercial que sea resistente al carbón está bastante avanzado, el objetivo principal de los investigadores del CONICET es determinar la estructura genética de la resistencia y contar con las herramientas para acelerar el proceso de generación de nuevas variedades con mejores características. “Para poder lograr esto es fundamental la colaboración entre las instituciones científicas y el sector productivo. En este proyecto, fue clave la vinculación con Criadero El Carmen y confiamos en poder seguir obteniendo buenos resultados de esta interacción”, finaliza de Blas.
Ciencia básica aplicada al agro
Durante más de cuatro décadas, distintos grupos del IBONE han trabajado en el estudio y la caracterización de los recursos genéticos del maní. Uno de esos proyectos tiene que ver con la creación de los bancos de germoplasma de maní de Argentina, que fue desarrollado en conjunto con equipos de la Estación Experimental Agropecuaria Manfredi Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA),
“Estos estudios básicos pueden convertirse en una herramienta sumamente valiosa para solucionar el problema que significa el carbón, que causa pérdidas que representan varios cientos de millones de dólares cada año”, señala Guillermo Seijo. Además, destaca que en el IBONE -instituto que dirige desde 2015-, actualmente se está desarrollando un plan de identificación de resistencias en especies silvestres, de generación de híbridos y de datos genómicos que estarán disponibles para ser utilizados en diferentes planes de mejoramiento del cultivo.