Si bien se piensa en agricultura cuando hablamos de Buenas Prácticas Agropecuarias, la ganadería juega un papel más que importante en ese concepto y en la puesta en marcha a campo. Casos como el de la provincia de Córdoba lo demuestran: allí, las BPA que ahora son Ley, venían aplicándose como un programa desde hace tres años y el 56% de los productores adheridos el último año eran ganaderos.
Pero si desglosamos ese concepto dentro de la producción ganadera, nos encontramos con patas fundamentales. Se suele decir que sin sanidad y sin nutrición no hay ganadería que valga, pero ahora le agregamos que sin bienestar animal, tampoco. Así lo afirmaba en su paso por Radio Campo -por Radio Colonia- el gerente de Marketing de Biogénesis Bagó, Martín Mascarenhas, que hacía hincapié en que esta es la clave para producir con éxito.
Es un tema que está bien estudiado en las producciones intensivas de cerdos y aves, donde las ganancias se miden por gramos, y si bien la ganadería bovina todavía no las mide así, sí pudo demostrar que la respuesta de un animal a la vacuna depende del estrés que el mismo tenga al momento de la intervención.
“Es que el estrés inmunodeprime al animal, y cuanto peor es el trato al momento de aplicar la vacuna, peor es la tasa de respuesta. Eso está medido y ya se volvió un dato médico”, sostiene el miembro de la compañía.
Para él, las Buenas Prácticas están no sólo en el frasco que tiene millones de dólares de inversión detrás para lograr un producto de calidad, sino también cómo es tratado por el operario a la hora de aplicar al animal.
“No es lo mismo que una vacuna haya preservado la cadena de frío en todo el traslado y el canal de distribución y llegue a la manga y, en lugar de estar correctamente resguardada en una conservadora con frío, quede arriba de una mesa al rayo del sol”, ejemplifica, y concluye en que lo importante es ver qué se hace con el producto y cómo se trata al animal, y desde ahí el camino de las BPA está garantizado.