Cerca de 4 millones de personas en Argentina compran leche para consumo directo, sin el debido control, es decir, leche no pasteurizada que podría, potencialmente, ser peligrosa para el consumo. Uno de cada 10 argentinos. Esa es una realidad que se replica en los pueblos y ciudades argentinos en los que se compra directamente al tambo.
Pero, a la hora de producir leche cruda, los tambos no pasteurizan, es decir, no la someten a un calentamiento específico para matar bacterias patógenas como la de la tuberculosis y otras. Así lo explicó en diálogo con Palabra de Campo -por Radio 10- el médico veterinario Marcelo Zysman.
Entendiendo este fenómeno y la necesidad de satisfacer el consumo de leche de mucha gente en el país, una asociación productiva entre el INTA, la Municipalidad de Concepción del Uruguay y el CIPAF, además de la Facultad de Arquitectura de la UBA, creó un sistema sencillo que permite pasteurizar hasta 100 litros por día, para que el pequeño productor le venda a su cliente de todos los días la leche en muy buen estado.
El win-win (o ganar-ganar) es claro: Zysman advierte que así, satisface la necesidad del pequeño tambero, que puede vender hasta un 400% más elevado el valor de su litro, y la del consumidor, que puede comprar leche segura hasta un 40% más barata.
Así funciona: