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Pilas usadas: ¿Dónde tirar estos dispositivos que contaminan aguas, suelos y aire?

Si no se tratan de manera adecuada, los residuos de pilas usadas pueden contaminar el ambiente. En este marco, expertos clarificaron el presente del manejo de tales dispositivos una vez descargados y remarcaron que todavía queda mucho por hacer.

Abrimos el tacho de la basura y dudamos. ¿Dónde deberíamos tirar las pilas usadas? La Argentina importa grandes cantidades de estos dispositivos, y sus residuos pueden contaminar aguas, suelos y aire. En una jornada organizada por la Facultad de Agronomía de la UBA (UBA), especialistas se refirieron a cómo, en CABA, las empresas que comercializan pilas financian la gestión de sus productos usados y profundizaron en las alternativas que existen para reintroducir sus componentes en la industria. Además, coincidieron en que falta una ley nacional para abordar el problema.

“Algunos residuos que generamos en nuestras casas no se deben tirar al tacho de basura o al cesto de reciclables, ya que sus componentes pueden contener elementos peligrosos y los pueden liberar al ambiente. Por eso, hay que gestionarlos de una forma particular. Las pilas pertenecen a este grupo denominado Residuos Especiales de Generación Universal porque pueden contener metales pesados como mercurio, plomo o cadmio. Si una pila se dispone de manera inadecuada puede contaminar hasta 600 mil litros de agua, y también el aire, los suelos y los alimentos”, comentó Juan Manuel Flores Lainez, estudiante de la FAUBA e integrante de Fauba Verde, el Programa de Separación de Residuos de esa Facultad. ¿Qué se hace y qué más se puede hacer para encarar este tema?

Según Flores Lainez, en 2019, la Argentina importó cerca de 250 millones de pilas, lo cual representa más de 6.000 toneladas. La particularidad es que sólo CABA —y recién desde 2018— las gestiona de manera diferenciada una vez descargadas. En 2021 se llegó a cerca de 2 toneladas por mes, y hasta la fecha se llevan recolectadas más de 40 toneladas.

“Entonces, la gran pregunta es: ¿Dónde disponemos las pilas? En la Ciudad de Buenos Aires se las puede llevar a más de 150 sitios. Los lugares de recolección se encuentran en los puntos verdes de los parques y las plazas, y en los puntos verdes móviles, que son camionetas que recorren diferentes partes de la ciudad. También en algunas farmacias, estaciones de servicio y comercios de electrónica”, dijo Juan Manuel.

Además, Flores Lainez, quien cursa la Licenciatura en Ciencias Ambientales (LiCiA), añadió: “Luego, las pilas son llevadas a un lugar llamado almacén para analizar su peligrosidad, y después se las transporta a Rosario, donde se las clasifica e incinera de forma controlada en hornos especiales. En este proceso se recupera el níquel y a las cenizas se las encapsula en bolas de vidrio que se depositan en un relleno de seguridad en la misma provincia”. ¿Quién se hace cargo de la gestión de pilas usadas?

Responsabilidad extendida

“La Ley 5.991 de Gestión ambiental de pilas en desuso es una norma inédita a nivel local. Establece que las empresas que comercializan las pilas en CABA tienen que gestionar los residuos que generan sus productos”, explicó Jaqueline Schell, estudiante de la LiCiA y analista técnica de la Agencia de Protección Ambiental de CABA (APrA). “Las importadoras y las distribuidoras son las responsables de presentar, financiar y administrar un plan de gestión basado en las mejores tecnologías disponibles. Hoy, once empresas que representan el 90% del mercado de pilas se encargan de llevar adelante el plan”.

Y señaló que “también deben garantizar la trazabilidad de las pilas —es decir, el análisis, la clasificación y el seguimiento— al organismo del Estado que aplica la Ley, que es la APrA. A su vez, esta institución controla a las empresas y a los comercios que venden pilas ‘por fuera’ del plan de gestión. Se está avanzando, pero aún queda mucho por hacer”.

Caminos alternativos

Jorge Sambeth, investigador de la Universidad Nacional de La Plata y del CONICET, dirige en la ciudad de La Plata una planta científico-experimental que trata 100 kilos de pilas por mes y recupera sus metales para reintroducirlos en la industria. Jorge puntualizó: “Separamos el 95% del zinc y el 70% del manganeso. El manganeso se usa como pigmento, también para reducir compuestos responsables del smog fotoquímico y se mezcla con hierro para producir aceros. El zinc tiene propiedades fungicidas y bactericidas y se le agrega a las pinturas, y también se usa en procesos para recuperar el PET”.

A su vez, el investigador afirmó que la experiencia se podría llevar a nivel industrial. “Estamos haciendo análisis económicos, climáticos y de impacto ambiental. Utilizamos bacterias que se desarrollan a 25 °C, así que la temperatura es un factor limitante. Se podrían instalar plantas en el corredor Rosario-San Nicolás, en Mendoza o en San Juan. Por otro lado, aún falta afinar el estudio del impacto ambiental. Hay que hacer un análisis y control intensivo de los posibles impactos de las pilas en el aire, agua y suelos de las zonas”.

Escala país

“Falta una ley nacional sobre gestión de residuos de pilas. Hasta el momento sólo se tratan los que generan los importadores de CABA, pero hay importadores en todo el país”, indicó Micaela Rivero, responsable de la certificación de pilas y baterías en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). En este punto, Sambeth y Schell coincidieron con Rivero, en el marco del Panel de Expertos en Pilas que organizó Fauba Verde.

Rivero también detalló que la normativa nacional vigente —la Ley 26.184— nació en 2007 para controlar la calidad de las pilas y las baterías que entraban a la Argentina. “Hasta ese momento ingresaba mucha mercadería de muy baja calidad. La norma prohíbe la fabricación, el ensamblaje o la importación de pilas y baterías con ciertas características, y establece requisitos para su ingreso. Hoy, las empresas importadoras tienen que certificar las pilas y también los aparatos que traen pilas incorporadas, como juguetes o calculadoras”.

Consejos verdes

“En nuestros hogares, no recomendamos almacenar pilas en botellas plásticas porque pueden seguir reaccionando y derramar sus componentes tóxicos”, comentó Julián Monkes, docente de la FAUBA y Coordinador de Fauba Verde. Al respecto, añadió: “Recomendamos llevarlas sueltas a los sitios de recolección así se facilita el proceso de gestión”.

Para cerrar, el docente de la FAUBA sugirió: “En primer lugar, hay que reducir el consumo de pilas y de dispositivos que las requieran, y —si es inevitable— comprar pilas recargables, que tienen más calidad y menos impacto ambiental”.

Fuente: Sobre la Tierra- por Sebastián Tamashiro

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