Con el aumento en la demanda de alimentos más saludables y la modificaron las condiciones agroclimáticas, se produjo una oportunidad para aprovechar las diversas propiedades de diversos cultivos, entre ellos las remolachas (Beta vulgaris subsp. vulgaris),
Sus variedades y propiedades están muy poco difundidas en la Argentina. Por tal motivo, en esta nota te contamos los beneficios que aporta su cultivo.
“La remolacha tiene distintas variedades, y cada una tiene requerimientos específicos para desarrollarse. Las más conocidas son la hortícola, la azucarera y la forrajera, y cuentan con propiedades valiosas para responder a un contexto de cambios en los agroclimas y en la calidad de aguas y suelos, y en la demanda de alimentos”, explicó Adalberto Di Benedetto, docente de la cátedra de Floricultura de la FAUBA.
Para contribuir a optimizar los rendimientos y la calidad de los cultivos de remolacha, y así promover su difusión en el agro, un trabajo en conjunto entre Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y de la Unidad Integrada Balcarce Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata —UNMdP— e INTA integró la información disponible sobre las distintas variedades de remolacha y analizó las posibles nuevas formas de aprovecharlas.
"Todas las variedades de remolacha están muy poco desarrolladas en la Argentina", afirma Di Benedetto.
“La remolacha hortícola se produce en los cinturones verdes de la provincia de Buenos Aires. Las redondas rinden entre 25 y 30 toneladas por hectáreas y las alargadas entre 35 y 50. Su demanda todavía puede crecer en base al interés por alimentos con alto contenido de antioxidantes, vinculados a efectos positivos en la salud humana.
Además, esta remolacha se puede utilizar para producir colorantes naturales que usa la industria alimentaria y cosmética. Hoy en día esos colorantes se importan en su totalidad, por lo que su producción local le permitiría al país ahorrar divisas”, destacó Adalberto.
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Además, agregó que la variedad azucarera rinde 40 toneladas por hectárea, se podría usar para producir biocombustibles, y tienen la particularidad de resistir a alta salinidad de los suelos.
Esa misma capacidad también haría posible que se use la variedad forrajera, que rinde entre 20 y 30 toneladas por hectáreas, como suplemento para animales de tambos en zonas donde los suelos salinos desfavorecen el crecimiento de alfalfa.
En Nueva Zelanda la remolacha forrajera es un cultivo importante y se usa para pastoreo directo o como suplemento
Según el investigador, las remolachas pueden ganar protagonismo en el marco del cambio climático. “En la Argentina, al subir la temperatura al norte de la Patagonia y al sur de Buenos Aires se abre una ventana agroclimática que la remolacha es capaz de ocupar. Es un área muy grande que va desde el Océano Atlántico hasta casi la Cordillera de los Andes”.
La remolacha azucarera representa cerca del 30% de la producción mundial de azúcar
En este sentido, aclaró: “Para integrar la producción de remolacha con los distintos aprovechamientos todavía falta conocer en detalle la ecofisiología de las variedades, identificar qué características se quieren mejorar y generar los protocolos para lograrlo. Es un trabajo que realizamos en muchos otros cultivos”.
Campos llenos de flores y hortalizas
Di Benedetto contó qué el Grupo de Ecofisiología de la Cátedra de Floricultura de la FAUBA y el Grupo de Hortícolas de la UNMdP —dos equipos que él dirige— trabajaron con 20 especies ornamentales y unas 16 hortícolas. “Nos centramos en identificar los requerimientos que permiten aumentar sus rendimientos. También estamos adaptando los estudios a las nuevas demandas y escenarios climáticos”.
“También trabajamos en aumentar los rindes de especies como lechuga, apio, espinaca, cebolla, repollito de bruselas, zapallo y tomate, entre otras” (A. Di Benedetto)
En los últimos años, muchas especies hortícolas se revalorizaron, ya que se identificó que poseen componentes antiestrés, anticancerígenos y antiinflamatorios.
En la actualidad se están analizando cómo aumentarlos a través de adaptar los manejos agronómicos. Adalberto afirmó que por eso investigan si esos componentes se incrementan cuando los rendimientos son mayores o si hay que cambiar los protocolos para cada aprovechamiento específico.
Para finalizar, Di Benedetto señaló que la horticultura intensiva tiene mucho para crecer en las universidades de la Argentina, y que esto es fundamental para responder a las nuevas demandas de los y las consumidoras.
Fuente: con información de FAUBA