En 2016 la producción argentina de leche en polvo descremada fue de 37.117 toneladas (una cifra 10.4% inferior a la registrada en 2015), mientras que la de yogur fue de 432.783 toneladas (-5,6% respecto de 2015 y la cifra más baja desde 2005) y la de quesos de 552.093 toneladas (-2,5%).
La mayor parte de la producción de crema proviene de la leche descremada –total o parcialmente– destinada precisamente a la elaboración de leche en polvo descremada, quesos y yogures.
El año pasado, frente a la escasez de leche generada por desastres climáticos, cierre de tambos y reducciones de rodeos lecheros, las industrias lácteas decidieron recortar la elaboración de manteca para priorizar la comercialización de crema (producto que, al tener un menor costo que la manteca, permite defenderse mejor en una economía inflacionaria).
Por ese motivo, los datos oficiales publicados por la Subsecretaría de Lechería –correspondientes a empresas que, obviamente, trabajan en blanco– muestran que la producción de crema en 2016 fue de 41.247 toneladas (-4,1% que en 2015), mientras que la elaboración de manteca se derrumbó en un 24,2% para cerrar el año en 34.234 toneladas (la cifra más baja desde que se llevan registros serios: 1989).
Los datos estadísticos muestran en retrospectiva lo que se evidenció a mediados del año pasado: un desabastecimiento marcado de manteca en las principales urbes argentinas que coincidió con un aumento considerable del precio de la manteca en particular y de los lácteos en general.
Entre abril de 2016 (luego del desastre climático ocurrido en las cuencas lecheras de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos) y enero de este año, según datos relevados por el Indec en la ciudad de Buenos Aires, la canasta de productos lácteos registró un aumento promedio de precios de 23,1%, mientras que la manteca subió un 33,3%.
La cuestión es que las condiciones que provocaron una caída de la producción argentina de leche en 2016 del 14,1% siguen estando presentes este año con precios que siguen sin ser rentables para tambos de escala pequeña y mediana, además de excesos hídricos que, nuevamente, complicaron la situación en la cuenca de la zona Santa Fe Centro.
Con un tipo de cambio real atrasado, los industriales seguirán priorizando la comercialización de lácteos en el mercado interno (dado que el precio local de los productos en dólares es altísimo debido a la distorsión cambiaria), al tiempo que seguirían reduciendo la elaboración de leche en polvo descremada (producto de exportación).