En tiempos donde los márgenes de ganancia de los cultivos se achican cada vez más, la optimización de recursos y la eficiencia en la producción emergen como una necesidad. En este contexto, muchos ven en el uso de datos una alternativa para mejorar rendimientos y rentabilidad. Es el caso de Prodeman, una empresa cordobesa que el año pasado se embarcó en la tarea de hacer manejo por ambientes en cerca de 9.200 hectáreas que destina anualmente para el cultivo de maíz.
Conocida por ser una de las líderes en el mercado de maní, la firma ha implementado un amplio esquema de rotación para prevenir el surgimiento de enfermedades. “Cada cuatro años se rotan los lotes con dos gramíneas. Incluimos maíz, maíz pisingallo, soja, trigo y centeno”, confirma José Folguera, encargado técnico de campo y quien estuvo a cargo del equipo que llevó adelante la tarea de ambientar cada lote.
“Había un montón de información dando vueltas de muchas campañas. Fue una gran tarea de gabinete y creo que lo que más tiempo llevó fue determinar cuáles son las variables que pueden llegar a mover la aguja del lote”, confiesa el ingeniero agrónomo, que tuvo que bucear entre imágenes satelitales, mapeos de rendimiento, polígonos de lotes, muestreos, análisis de suelo e índices de vegetación para poder construir la ambientación y definir el potencial productivo de cada lote.
En ese punto entraron en acción también las herramientas digitales de Nidera, que ofrecen recomendaciones de densidad y fertilización variable específicas para cada híbrido de su portfolio. Se trata del Sistema de Manejo Variable (SMV), por el cual los productores pueden acceder en forma gratuita a una recomendación personalizada de siembra y ambientación de los lotes, además de un servicio de seguimiento del cultivo. A ello se agrega el Asistente Dinámico Nidera (ADN), que permite identificar el material más adecuado para cada ambiente a partir de una base de datos que abarca más de 5 años de ensayos propios en más de 2 mil localidades en todo el país.
“Siempre usamos materiales de Nidera, pero antes llegaba la bolsa al lote, la poníamos en la sembradora y salíamos a trabajar. Ahora llega la bolsa y con ella la recomendación para distribuirla de manera eficiente y optimizar los insumos. Junto con los distribuidores de la RED.IN compartimos decisiones en base a datos e información. Vamos lote por lote, identificando cuál es el híbrido adecuado, cuál tiene mejor comportamiento sanitario o cuál puede expresar su máximo pico de rendimiento en cada ambiente”, sintetiza Folguera.
Con fechas de siembra que se extendieron desde fines de noviembre hasta el 10 de diciembre en una vasta zona que contempló todo el sur de Córdoba (General Cabrera, San Basilio, Huanchillas, Alejandro Roca, Washington, Huinca Renancó, Alejo Ledesma, Villa Huidobro), el norte de La Pampa (Adolfo Van Praet) y el este de San Luis (Justo Daract), los resultados del manejo variable fueron más que promisorios. “En principio, es muy importante el impacto en los costos de producción. En lo que es dosificación de semilla, como promedio general estamos hablando de 25 dólares de ahorro por hectárea solo en semillas con respecto a la dosis fija normal”, revela.
En ese sentido, el técnico confiesa que no estaban acostumbrados a trabajar con densidades tan bajas y fue muy extraña la experiencia de ver lotes con densidades de 30 mil plantas, cuando lo usual con dosis fija era trabajar con 60 mil semillas. “La asignación en muchas ocasiones fue perfecta y no solo no perdimos rendimiento sino que logramos aumentarlo. Igualmente muchas veces el tema de malezas nos limitó bastante. El Yuyo colorado está diseminado por todo el sur de Córdoba, pero también había presencia de Eleusine o Rama negra que nos obligaba a subir entre un 15% o 20% la densidad recomendada. En este tipo de escenarios hay que saber cómo se integra el análisis de datos y la agricultura de precisión, porque las malezas finalmente te pueden pasar factura”, advierte.
La ambientación por lotes y el manejo variable de semillas y fertilizantes derivó en un aumento de productividad y mayores rendimientos. Sobre todo en un año que fue bastante complicado en términos climáticos, con un enero y febrero de escasas lluvias. “Con la siembra variable hemos sacado hasta 10 y 12 quintales por hectárea de diferencia, con un promedio de 9 quintales con respecto a la franja de densidad fija, especialmente en ambientes de medio potencial”, remarca el técnico de Prodeman.
La experiencia fue todo un aprendizaje para Folguera y su equipo, que ahora ya cuenta con una base tecnológica para apoyarse y tomar decisiones con información. Sin embargo, el ingeniero agrónomo cree que es un camino que recién han empezado a andar. “Creo que ahora es fundamental aprender de todos estos datos obtenidos, interpretarlos, analizarlos en profundidad, y plantear los objetivos para la próxima campaña. Tenemos planeado seguir en esta línea e intensificar todo lo que es el manejo por ambiente también en otros cultivos, como soja”, adelanta.
La soja también tuvo su oportunidad
Nidera Semillas está trabajando en una línea de desarrollo de manejo variable en soja con el objetivo de agregarle valor al productor. La iniciativa se encuentra en etapa de investigación, con pruebas a campo a nivel de lote.
Prodeman es una de las empresas que quiso ver los efectos de esta herramienta en el cultivo de soja, a partir de una práctica sobre 30 hectáreas ubicadas en la localidad cordobesa de San Basilio. “Es un campo muy particular, con lomas arenosas y bajos con napas. Con el asesoramiento y el soporte del equipo técnico de Nidera, se asignaron distintas variedades: NS 5028 STS en el primer ambiente, que tiene poca capacidad de retención hídrica, y NS 4309 para el bajo con napa. Luego cruzamos todo el ambiente con un testigo”, explica el responsable técnico de la firma.
Al igual que en maíz, el manejo variable se hizo a partir de los distintos mapas de rendimiento y la heterogeneidad ambiental del lote. “Fue una campaña complicada. Lo sembramos a mediados de noviembre y el clima no nos acompañó. Tuvimos un febrero y marzo muy atípico con altísimas temperaturas que afectaron la floración, polinización y cuajado de los granos. Sin embargo, gracias al apoyo del equipo de Nidera para armar la recomendación logramos una diferencia de 2,5 quintales por hectárea con respecto a la soja testigo”, comenta entusiasmado Folguera.
El objetivo ahora es ampliar la experiencia para la próxima campaña y poder estirar esa diferencia a siete quintales. “La idea es repetir esta experiencia con Nidera en una superficie mayor para poder obtener un resultado un poco más robusto estadísticamente. Queremos profundizar más sobre la combinación de distintas variedades y explorar todo lo que es distanciamiento entre hileras y variabilidad dentro del lote. Creo que hay un camino a explorar en el cultivo de soja y queremos ver el impacto”, resume el técnico de Prodeman, que anualmente destina entre 15 y 20 mil hectáreas al cultivo de la oleaginosa.
Por último, Folguera considera que la adopción de estas nuevas herramientas digitales va a ir ganando cada vez más espacio dentro del sistema productivo nacional. Una tendencia que se irá acelerado a medida que la rentabilidad de los cultivos siga achicándose. “Creo que en menos de una campaña cualquier técnico de cualquier zona del país se convence de los resultados positivos de este sistema. Si todavía no se han adoptado es porque exige mucho trabajo, conocimiento y procesamiento de información. Por eso es importante que empresas como Nidera estén apostando a esta línea de trabajo. Porque solo es muy difícil y se hace necesario la vinculación con distintas fuentes de datos para lograr una producción de calidad”, culmina.