Según determinó la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), evaluando los números al mes de marzo, el empuje que recibió el maíz vino de la mano de la recomposición de su precio, producto del ajuste cambiario y de eliminación de los derechos y restricción de exportaciones. Y esto aunque el maíz tiene costos de producción 60% mayores a los de la soja. Derivado de las cifras del índice. “El rendimiento económico del maíz fue mejor que el de la soja”, afirmó Miazzo.
"Los resultados del maíz provocarán que crezca de manera importante la siembra de este cultivo, más teniendo en cuenta que hay un retraso en la rotación soja/maíz, lo que es bueno para la sustentabilidad de los suelos", adelantaron desde FADA.
En el caso de la soja, todavía está alcanzada por un 30% de los derechos de exportación y es la que más ha sufrido la caída de precios. Esto hace que además de ser menos rentable que el maíz, la participación del Estado en la renta de la soja alcance el 72,8%. Al ocupar dos tercios de la superficie considerada para su cálculo, este cultivo explica que el índice FADA todavía sea alto.
El trigo, si bien se vio beneficiado por la eliminación de los derechos de exportación y la práctica liberación de los cupos de exportación, cotiza al 73% de su precio internacional de referencia, cuando en un mercado normal debería encaminarse hacia el 96% (hay costos relacionados a la exportación).
Por ello, pareciera que el trigo todavía tiene derechos de exportación, que solían ser del 23%, justo la diferencia entre 73% y 96%. Las razones habría que buscarlas en el stock, las posibilidades de exportación y la capacidad de negociación de los distintos actores de la cadena. La parte negativa de un precio menor es que va a determinar una siembra menor de la que realmente se podría obtener, con resultados negativos sobre la rotación, la disponibilidad de trigo y las exportaciones. A pesar de que la buena humedad de los suelos por las lluvias va impulsar su siembra.
Focalizando en los números de la producción agrícola en el país, en promedio, el resultado económico después de impuestos de una hectárea alquilada es de U$D 75, lo que se asemeja a niveles alcanzados en 2007-2008. Este número se traduce en buenas noticias para los productores agropecuarios y para las economías del interior pampeano que, tras la cosecha, van a ver rápidamente el efecto positivo en términos de actividad económica, construcción, comercio y, sobre todo, empleo.
Para el economista de FADA, David Miazzo “Estos datos demuestran que el estado de salud del campo argentino es bueno, situación que también se puede percibir en el optimismo de los productores o por ejemplo en el éxito de muestras como lo fue la última de Expoagro”.
Los costos de producción, comercialización y transporte crecieron un 33,7% con respecto al año anterior. Este número está cerca de la inflación general de la economía. La producción agropecuaria tiene la particularidad de tener muchos insumos dolarizados, por lo que la devaluación del 70,7% podría haber tenido un impacto mayor. Sin embargo, las labores se movieron por debajo del promedio y algunos insumos bajaron su precio en dólares, probablemente relacionado a la liberación del cepo y la mayor oferta y menores sobrecostos que trajo aparejado.
Los precios internacionales son la principal luz roja en el plano económico del agro argentino. Desde sus máximos en 2012 las commodities agrícolas han bajado entre 40% y 49%, en el último año solamente la soja bajó un 23,5% y el trigo un 17,9%. El maíz y el girasol presentaron bajas pero menos pronunciadas.