
Un equipo de especialistas del CONICET logró un gran avance en la lucha contra el Huanglongbing (HLB), la enfermedad más destructiva que afecta a la citricultura. Se trata de un biopesticida de nueva generación, basado en ARN de interferencia (RNAi), que permite atacar al insecto transmisor de manera específica, sin dañar el ambiente ni a otras especies beneficiosas.
Este biopesticida actúa enviando una instrucción genética que desactiva funciones vitales del insecto, provocando su muerte sin afectar a otros organismos.
El HLB, también conocido como “enfermedad del dragón amarillo”, ya provocó pérdidas multimillonarias en más de 65 países, incluida la Argentina. Actualmente, el control del vector —el insecto Diaphorina citri— depende del uso de agroquímicos convencionales, que contaminan el entorno y pierden efectividad por la resistencia que generan. Frente a ese panorama, investigadores del Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET–UNaM) trabajan en una alternativa biotecnológica que promete cambiar el enfoque.
“Lo que buscamos es dirigir un mensaje genético que solo puede ser interpretado por la especie objetivo. Entonces, con este mensaje de autodestrucción logramos interferir en la actividad de ese gen”, explicó Marcos Miretti, investigador del CONICET en el IBS y uno de los líderes del proyecto.
La tecnología emplea el propio sistema de defensa del insecto para amplificar la señal y destruir el fragmento de ARN objetivo. “A diferencia de los pesticidas químicos, estos biopesticidas son biodegradables, no dejan rastros en el ambiente y no contribuyen a la generación de resistencia”, detalló María José Blariza, también investigadora del CONICET en el IBS.
Del laboratorio al campo
El desarrollo comenzó a tomar forma luego de que el equipo participara en programas de aceleración como SF500, que les permitió diseñar una Empresa de Base Tecnológica (EBT) para trasladar el conocimiento científico al ámbito productivo. La validación del biopesticida ya tuvo resultados positivos en pruebas de laboratorio y en ensayos realizados junto al INTA en la Estación Experimental de Bella Vista, Corrientes, donde el grupo de cítricos es referente nacional en HLB.
El proyecto se basa en investigaciones previas del grupo en diagnóstico de enfermedades vectoriales y en silenciamiento de genes en insectos transmisores. Según Miretti, es el resultado de una acumulación de experiencia a lo largo del tiempo: “Estamos atravesando un proceso muy motivador en el laboratorio que esperamos que pueda continuar y seguir creciendo”.
Además de trabajar en nuevas formulaciones, uno de los próximos pasos es validar la tecnología de encapsulado para proteger el compuesto frente a condiciones climáticas adversas, avanzar en evaluaciones a campo más amplias y obtener el registro oficial del producto.
Un potencial que va más allá del HLB
Si bien el foco inicial está puesto en el vector del HLB, los investigadores destacan que la plataforma de RNAi tiene un potencial más amplio: podría aplicarse al control de otras plagas relevantes, incluso vectores de enfermedades humanas.
“Es muy satisfactorio ver que nuestro trabajo de tantos años puede ayudar a la sociedad de manera concreta. Sabemos lo que sufren los productores citrícolas cuando son atacados por el HLB porque tienen que quemar todas las plantas. Pierden sus plantaciones y el sustento para sus familias. Entonces, ver que las investigaciones a las que les hemos dedicado tantos años se convierten en una respuesta para eso, es muy gratificante”, señaló Blariza.
El equipo espera que este desarrollo marque el inicio de una nueva etapa, donde la ciencia argentina pueda generar soluciones concretas, sostenibles y escalables para desafíos globales.