El contexto es diferente y todos “vuelven mejores”. Sin embargo, los rumores de más retenciones tienen en alerta al campo. En los últimos días, casi todas las entidades de productores salieron a decir que no soportan más presión impositiva y que subir las retenciones sería un grave error.
Lo propio hacía CARTEZ, CARSFE, la Sociedad Rural de Rosario, y otras instituciones. A la vez, dirigentes como Matías de Velazco, presidente de CARBAP, remarcaba que el campo está dispuesto a poner más de sus bolsillos si no se tratara de algo diferencial contra el sector, y si todo el sector exportador lo hiciera.
Sobre eso habló con Radio Campo -por Radio Colonia- Carlos Garetto, quien fue presidente de Coninagro en 2008, durante el conflicto original que enfrentó al campo con el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner por las retenciones móviles.
Para él, después de ese año de enfrentamientos, el campo tomó la decisión de participar de lleno en la política. Más allá de la llegada de dirigentes a las Cámaras de Diputados y Senadores tanto de las provincias como de la Nación, formaron parte de los equipos de campaña.
Él, que tiene orígenes políticos en el radicalismo más allá de su dirigencia rural, por ejemplo, participó en el armado de propuestas para Sergio Massa en 2015, cuando fue la tercera fuerza en la polarización Macri-Scioli que nos llevó al balotaje. Garetto formó parte del área técnica para el armado de políticas agropecuarias.
Para el ex dirigente de Coninagro, lo importante es poder lograr consensos en este contexto. “Hay que hacer acuerdos y después propiciar que se respeten y se cumplan más allá de las mezquindades partidarias, porque tenemos muchos problemas por resolver”.
¿Qué podría pasar si el nuevo Gobierno avanza con retenciones o restricciones al comercio? Para Garetto, en ese caso, el campo no saldría a las rutas como hizo en 2008. “No todavía”, aclara, remarcando que primero agotarían instancias de diálogo.
“No tengo dudas de que el campo no tiene ya margen para soportar más presión impositiva. Pero además, el Gobierno no tiene margen para hacerlo, porque los precios internacionales no son los del 2008, la soja bajó de 600 a 320 dólares aproximadamente, y el Gobierno nuevo sabe que no hay margen para seguir exprimiendo al campo desde lo impositivo”, remarca, y adelanta que “sabrán llegar a un punto de equilibrio para atender las necesidades de toda la cadena y del país”.