Agricultura

Claves para el manejo de plagas en siembra directa

En su publicación NO a la LABRANZA, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) aborda las principales problemáticas que hoy están llevando a muchos productores a volver, incluso después de muchos años de SD, a laborear los suelos. Además de ahondar en los impactos negativos que...

En su publicación NO a la LABRANZA, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) aborda las principales problemáticas que hoy están llevando a muchos productores a volver, incluso después de muchos años de SD, a laborear los suelos.

Además de ahondar en los impactos negativos que significa volver a ‘foja cero’ en el círculo virtuoso de beneficios - para la productividad y el ambiente - que genera un sistema de siembra directa, la publicación propone estrategias para contrarrestar cada una de estas problemáticas sin recurrir a la labranza.

Muchos de estos problemas tienen que ver con una mirada incompleta del sistema de siembra directa, donde alguna (o varias) de las prácticas necesarias para asegurar el éxito están ausentes o no se implementan adecuadamente: diversificación e intensificación de secuencias de cultivos, estrategias de nutrición balanceada y de manejo integrado de plagas.

Otras problemáticas, están relacionadas con el propio sistema de producción en directa. Pero lejos de representar una falla del sistema, estas pueden contrarrestarse si se abordan de forma temprana y estratégica.

Un ejemplo de esto son los insectos de suelo. Suelos sin disturbios, alta cobertura y humedad típicos de planteos en directa pueden favorecer el desarrollo de plagas naturalmente adaptadas a esos ambientes. El bicho bolita o el gusano blanco son dos de las más frecuentes.

Bichos bolita y gusanos blancos: ‘el detrás de escena’

Estos insectos de suelo causan dolores de cabeza principalmente en cultivos de invierno. Aunque pueden ser aliados al mejorar las propiedades del suelo y contribuir a la descomposición de residuos orgánicos, cuando su población crece se transforman en plagas que amenazan la implantación de los cultivos.

Dentro de los daños que provocan se incluye el marchitamiento, disminución del stand de plantas, ataques por “manchones” que derivan en avance de malezas y mermas de rinde. En suelos no perturbados o bajo pastura su incidencia es mayor.

El gusano blanco, se diferencia de otras especies por su mayor tamaño (5 cm vs. 3.5 cm de otras especies), cabeza marrón rojiza (vs. castaño claro de otras especies) y ancho de cabeza similar al cuerpo. Conocido por su predilección por cultivos como el trigo, la cebada y las arvejas, puede causar estragos en las semillas y las plántulas. El problema se desata cuando los campos pasan de pastura a cultivos anuales, lo que favorece la explosión de este coleóptero.

Por otro lado, el bicho bolita se diferencia de especies similares e inofensivas porque forma una “bolita” perfecta al protegerse y no posee urópodos. Se deleita con semillas, cotiledones y hojas durante la etapa de implantación ocasionando daños sectorizados en el terreno.

Estrategias de manejo

Es esencial comprender que el SSD no es simplemente una técnica de siembra, sino un sistema completo que requiere un enfoque integrado. El manejo adecuado plagas es fundamental para mantener la sustentabilidad y la productividad.

Para controlarlos es clave aplicar prácticas de manejo integrado de plagas, que incluyen:

• Secuencias con cultivos de servicios y especies de baja relación carbono/nitrógeno (C/N) como pueden ser ciertas leguminosas para favorecer su rápida degradación e incorporación a la materia orgánica del suelo.

• Distribución adecuada de residuos de cosecha (rastrojos).

• Monitoreo temprano activo y previo a la siembra, principalmente en primaveras lluviosas y frías.
• Uso de cebos específicos si fuera necesario. Actualmente se disponen de cebos comerciales de bajo impacto ambiental.

• Control biológico: promoción y preservación de organismos benéficos que actúan como predadores de estas plagas.

La combinación de una mayor diversificación de las rotaciones y la implementación de prácticas basadas en la biología de las plagas son clave para un manejo efectivo de los desafíos actuales.