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Cómo evitar golpes de calor en los animales

Con la llegada de las altas temperaturas, el SENASA advirtió sobre el impacto del estrés calórico en el bienestar y la productividad animal,

Con la llegada de la temporada estival, las altas temperaturas comienzan a representar un desafío clave para la sanidad, el bienestar y la productividad de los animales en los sistemas productivos. En este contexto, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) recordó a los productores pecuarios de todo el país la importancia de reforzar las medidas preventivas para reducir el impacto del estrés calórico, tanto en los establecimientos como durante el transporte de animales.

El estrés es una respuesta adaptativa natural que permite a los animales enfrentar distintos desafíos ambientales, como los cambios de temperatura. Sin embargo, cuando las condiciones superan los niveles óptimos de confort térmico, los mecanismos fisiológicos de adaptación resultan insuficientes para eliminar el exceso de calor generado por el organismo.

En este sentido, se denomina estrés calórico al conjunto de alteraciones fisiológicas y comportamentales que se producen cuando los animales son expuestos a temperaturas superiores a su zona termoneutral y no logran regular adecuadamente su temperatura interna. Entre los signos más frecuentes se observan la reducción de la actividad física y del consumo de alimento, el aumento de la frecuencia respiratoria, el jadeo, la salivación excesiva, un mayor consumo de agua y la búsqueda de sombra.

Desde el organismo sanitario advirtieron que las consecuencias del estrés calórico no solo afectan el bienestar animal, sino que también generan un impacto directo sobre los resultados productivos. Entre los principales efectos se destacan la disminución de la eficiencia alimentaria, la pérdida de peso y de condición corporal, el deterioro del desempeño reproductivo, el aumento del riesgo de enfermedades y, en situaciones extremas, una mayor tasa de mortalidad.

En el caso de los animales lecheros, el estrés térmico puede provocar mermas significativas en la producción de leche, así como una reducción en los porcentajes de grasa y proteína, afectando la calidad del producto final.

Además, existen factores propios de cada animal que influyen en su nivel de susceptibilidad al estrés calórico, como la edad, el color y el largo del pelo. Los más afectados suelen ser aquellos con mayor acumulación de grasa corporal y las especies de pelaje oscuro, especialmente negro, que absorben mayor cantidad de calor.

Ante este escenario, SENASA recomienda anticiparse a los picos de temperatura y adoptar prácticas de manejo que ayuden a mitigar los efectos del calor, con el objetivo de preservar la salud animal y sostener los niveles de producción durante los meses más críticos del verano.