Entendida como la ausencia de peligro en los alimentos, que puede afectar a la salud de los consumidores, la inocuidad alimentaria es una de las exigencias de los mercados internos y globales, junto con la calidad. Por esto, el INTA genera conocimiento y acompaña a los productores y empresas para que reduzcan los riesgos y mejoren la producción de alimentos.
Para Diego Cristos –investigador del Instituto de Alimentos del INTA Castelar–, el análisis de riesgo es “clave” para evaluar donde están los peligros que pueden tener los alimentos. Y, en este punto, reconoció que “la inocuidad se puede perder en cualquier punto de la cadena agroalimentaria”.
Entre los más destacados, están la bacteria escherichia coli que produce el síndrome urémico hemolítico que genera 400 casos por año en nuestro país, la salmonella que produce problemas gastrointestinales y los contaminantes químicos que traen enfermedades crónicas, sumado a un impacto ambiental.
“En el INTA trabajamos y evaluamos diversos contaminantes químicos, biológicos y físicos que puedan implicar un peligro para el consumidor”, detalló Cristos y agregó: “Para reducir los riesgos, es importante enfocarse en líneas de intervención, en las que se monitorean las concentraciones habituales y se detectan alteraciones”.
Entre los virus en alimentos que se estudian, tanto en productos cárnicos como vegetales, se destacan hepatitis, escherichia coli y salmonella. También estudian la presencia de residuos de fitosanitarios, rutas de metabolización, vías de degradación, fármacos de uso veterinario y los impactos que tengan los sistemas productivos en el ambiente y en los alimentos.
“La incidencia de enfermedades trasmitidas por alimentos viene aumentando mundialmente, así como las exigencias de calidad e inocuidad”, reconoció el investigador del INTA Castelar, quien no dudó en destacar la importancia de mejorar los procesos productivos a fin de cumplir con las demandas y seguir exportando alimentos de calidad e inocuos.
Para esto, recomendó realizar un análisis de riesgo y estar atentos a los peligros. “Está comprobado que es más económico prevenir que remediar un error en inocuidad”, señaló Cristos.
Fuente: INTA Informa