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Cómo se anticipa el clima para la campaña gruesa 2019/20

Daniel Visintin es gerente general de Nufarm, y pasó por Palabra de Campo para analizar la campaña fina que empieza a transitar su etapa final y la gruesa, con expectativas en lo económico y climático.

Ya empezó la cosecha de trigo en el norte del país, viene bajando, pero le falta toda la región centro y sur del área agrícola que es la más importante, explicaba en su paso por Palabra de Campo -por Radio 10- el gerente general de Nufarm, Daniel Visintin, que advertía que en esa región la expectativa era fuerte, pensando sobre todo en que era un buen año climáticamente hablando.

Después se encontraron con cierta falta de agua y temperaturas que no ayudaron, pero al final, remarca, cayeron algunos milímetros que podrían compensar y mejorar un poco los rendimientos.

Respecto de la gruesa que arrancó, resalta que las expectativas son altas a pesar de la incertidumbre pre y post elecciones. “En cuanto a lluvias se pronostica una fase neutra, en algunas zoans podría llover un poco más de lo normal, que ayuda un montón”, dice, y destaca que una de las tantas variables a tener en cuenta esta campaña será el clima, que, aunque compite con otras que también generan incertidumbre, nunca puede dar demasiadas certezas de antemano.

“Las lluvias aceleraron lo que faltaba para la presiembra de maíz y para la soja, que ya arrancó. Los motores están en marcha”, sostiene Visintin, a medida que recuerda cómo antes se pensaba que el maíz iba a crecer y ahora, nuevamente, hablamos de un achique en el área sembrada. Sin embargo, prefiere insistir en que va a ser positiva.

Si bien al principio se vieron retrasos en la siembra de maíz temprano por la cuestión climática, faltará ver al final qué impacto tuvo esto y qué impacto tuvo la situación económica. “En los últimos 3 o 4 años el maíz tomó una porción importante del mercado, ayuda mucho en la rotación y da la oportunidad al productor de balancear sus estrategias productivas, y eso de por sí es sano”, dijo.

En ese sentido, marca que la ecuación entre gramíneas y oleaginosas estaba muy deprimida hace unos cinco años, que se equilibró un poco, pero que faltaría darle “una vuelta más”, un mayor porcentaje de rotaciones.