Recientemente Federico Nordheimer viajó a la ciudad de Nueva York para asistir a una nueva edición del evento Global AgInvesting, donde se sorprendió al recibir una enorme cantidad de consultas relativas a las oportunidades de inversión agropecuaria en las naciones del Mercosur.
Sin embargo, no se trata de una casualidad: las zonas productivas del Cono Sur están a resguardo de conflictos bélicos, una ventaja comparativa que, año tras año, viene creciendo en línea con el aumento de las tensiones geopolíticas.
“Todavía hay mucho por comunicar, pero sin dudas puedo asegurar que la Argentina cuenta con los mejores campos y con una cultura agropecuaria de más de 100 años que promueve innovaciones –como la siembra directa, los cultivos de cobertura y el uso eficiente de agroinsumos– que la hacen extremadamente competitiva”, asegura Federico, quien, además de presidir la inmobiliario rural homónima fundada por su padre Pedro, es empresario agropecuario e integrante del CREA Lezama (región Sudeste).
En los últimos meses el empresario fue testigo de un interés creciente en el mercado de campos argentinos, ante la posibilidad de que estos se revaloricen si las variables macroeconómicas del país se estabilizan en un futuro cercano.
“En la mejor zona agrícola de Uruguay los campos valen lo mismo que en Pergamino (Buenos Aires), cuando el potencial productivo presente en el norte bonaerense duplica al presente en el Litoral oriental; es evidente que existe un desarbitraje de los precios relativos, que es resultado del riesgo soberano argentino”, explica Nordheimer.
En lo que respecta al mercado de campos, Federico señala que existe oferta disponible –producto en muchos casos de divisiones societarias–, aunque la disponibilidad en la zona núcleo pampeana es muy limitada.
“Así como en su momento muchos argentinos se trasladaron a Uruguay para comenzar a producir allá, en los últimos años se está registrando un interés creciente por invertir en Paraguay, donde el potencial de desarrollo es muy grande, especialmente en la zona occidental (Gran Chaco paraguayo).
Si bien las condiciones ambientales y logísticas son desafiantes en el Gran Chaco, el valor de la tierra es accesible y la estructura tributaria –conocida como el “triple diez”– es muy sencilla y atractiva: 10% del IVA, 10% de impuesto a las ganancias y 10% de impuesto a la renta de las personas físicas.
“Es importante que, más allá de la coyuntura, sepamos valorar lo que tenemos en la Argentina: no es usual encontrar en el mundo naciones con activos naturales, culturales y empresarios tan destacados y desarrollados en materia de la cadena de valor agropecuaria”.
Sobre su empresa familiar
Luego de trabajar en el área de marketing de una importante organización deportiva, Federico Nordheimer fue convocado en 2004 por su padre Pedro, fundador de la inmobiliaria rural homónima, para sumarse a la empresa familiar, la cual cuenta con un campo mixto ubicado en la localidad bonaerense de Cañuelas.
En 2010, el campo, que era administrado por Pedro con la colaboración de un encargado, se sumó a la red CREA. Y Federico comenzó a asistir a las reuniones para interiorizarse sobre la dinámica de la actividad agropecuaria.
“El CREA nos hizo evolucionar de una manera impresionante, porque mi padre, si bien gestionaba bien el establecimiento de manera intuitiva desde 1983, no llevaba registros de muchos indicadores clave”, recuerda Federico.
Formar parte de la red CREA, además de contribuir a ordenar y sistematizar los procesos presentes en la empresa agropecuaria –dedicada a la cría, recría y agricultura–, ayudó a Federico a comprender la importancia de la organización de la empresa familiar.
“Hasta el año 2018 yo administraba el campo en los ratos libres que me dejaba la empresa inmobiliaria, que representa la principal fuente de ingresos de la empresa familiar, y me pareció que era un momento adecuado para comenzar a ordenarnos”, explica el empresario.
Así fue como, junto a sus dos hermanos, decidieron contratar a un consultor en empresa familiar para confeccionar un protocolo en el cual se establecieran las normas de funcionamiento de la misma. “El proceso se extendió por unos 10 meses y a partir del mismo logramos determinar las pautas de distribución de dividendos, contrataciones, asignación de recursos, entre otros ítems, lo que nos permitió ordenarnos para poder trabajar en un marco determinado que fue establecido por consenso”, indica Federico.
“Definimos también la Visión y la Misión de la empresa, además de escribir la historia de nuestro padre y fundador de la firma –quien falleció en noviembre del año pasado–, de manera tal de crear un registro de los valores fundacionales, algo que consideramos especialmente importante para las futuras generaciones”, añade.
Una de las cuestiones que se evidenciaron durante el proceso de organización de la familia empresaria fue la necesidad de profesionalizar la gestión del establecimiento agropecuario, para lo cual contrataron a un administrador.
“No es conveniente ni rentable hacer las cosas a medias: cada uno debe dedicar su tiempo y energía a aquello que sabe hacer bien y, si no se tienen determinadas competencias, entonces es necesario contratarlas”, argumenta Federico, quien sigue concurriendo a las reuniones CREA, junto con al administrador del campo, para mantenerse actualizado sobre la situación del negocio agropecuario, lo que representa un insumo clave para la actividad inmobiliaria.
El proceso derivó en la constitución de un directorio integrado por los tres hermanos, el cual se reúne una vez cada dos meses para evaluar la situación de la empresa y tomar decisiones estratégicas. Federico es el único de los tres hermanos que trabaja a tiempo completo en la empresa familiar, mientras que otro es vendedor a tiempo parcial (tiene además otras actividades) y el tercero reside en el exterior.
“El hecho de ordenarnos nos permitió crecer mucho a todos, porque yo puedo dedicarme en un 100% a gerenciar la empresa inmobiliaria y mis hermanos, además de estar completamente involucrados con la marcha de la empresa, puede aportar sus conocimientos para enriquecer la gestión de la misma”, comenta Federico.
“Por otra parte, así como el CREA fue fundamental para sistematizar la recolección y procesamiento de los datos relevantes del establecimiento agropecuario, lo mismo sucedió con las reuniones bimestrales de directorio, en las cuales tengo que elaborar un informe que refleje la situación y perspectiva del negocio; eso contribuye a transparentar y ordenar la empresa”, agrega.
“La organización es importante no solamente para sentar las bases del crecimiento de las empresas, sino también para resolver las diferentes cuestiones que puedan aparecer a medida que las familias evolucionan. Tenemos que formarnos como accionistas y directores de empresa porque, si bien no tenemos esa cultura, tenemos que adquirirla para poder tener empresas que puedan pasar de una generación a la siguiente”, concluye Federico.