
La producción de manzanas en los valles de Río Negro y Neuquén atraviesa una de sus peores crisis en décadas. La caída sostenida de la actividad frutícola, agravada por múltiples factores estructurales, se refleja en la pérdida de mercados internacionales: Argentina pasó de exportar manzanas a 59 países en 2007 a hacerlo solo a 12 en 2024, lo que representa una retracción del 80% en menos de veinte años.
Los datos oficiales de la Dirección de Aduanas muestran con crudeza esta contracción. A pesar de un pequeño repunte en 2014, cuando se alcanzaron 48 destinos, la tendencia descendente se profundizó, dejando en evidencia una crisis de fondo en el sector exportador del Alto Valle.
Producción desplomada
Uno de los elementos más significativos de esta crisis es la drástica disminución del volumen cosechado. En 2011, la producción superó el millón de toneladas, pero para 2024 apenas se alcanzaron las 466.000 toneladas. Esta caída del 55% reduce notablemente la disponibilidad para exportar, aunque lo más preocupante es que las ventas al exterior bajaron aún más: un 75% menos respecto al año 2007, cuando se enviaron 283.000 toneladas frente a las escasas 78.000 registradas en 2024.
La mayor parte de las manzanas que ya no se exportan ahora se destinan al consumo interno. La inestabilidad económica, junto con costos logísticos y financieros que restan competitividad en los mercados globales, llevó a muchas empresas a priorizar el mercado local, que ofrece mejores márgenes aunque con un alcance más limitado.

Falta de innovación y variedades obsoletas
La falta de diversificación varietal es otro factor que explica la pérdida de protagonismo internacional. Más del 85% de las manzanas que se producen en la región corresponden a dos variedades: Red Delicious y Granny Smith. Justamente, estas son las que han perdido mayor atractivo en los mercados globales, donde hoy se demandan frutas más dulces, con mejor color, textura y mayor vida útil.
Mientras competidores como Chile, Sudáfrica y Nueva Zelanda invirtieron en investigación, desarrollo y recambio varietal, Argentina se mantuvo estancada en cultivos tradicionales. Esta falta de adaptación a las nuevas preferencias de los consumidores internacionales dejó al país fuera de los principales supermercados y con precios de exportación menos competitivos.
Brasil, último bastión exportador
En este contexto, Brasil se transformó en el principal (y casi único) cliente fuerte para la manzana argentina. Junto con Bolivia y Paraguay, representa cerca del 80% de los destinos actuales de exportación. Si bien estos mercados son accesibles gracias a la cercanía geográfica y acuerdos del Mercosur, los precios que pagan son bajos, lo que dificulta sostener la rentabilidad de los productores.
Un futuro incierto para las manzanas patagónicas
La situación de la manzana en la Patagonia norte es crítica. La caída en la producción, la escasa renovación varietal, la pérdida de mercados de alto valor y la dependencia de destinos con baja rentabilidad pintan un panorama sombrío. Sin un plan estratégico que incluya reconversión productiva, modernización tecnológica e incentivos a la competitividad, el riesgo de colapso del sector es alto.