Agricultura

Cultivos de cobertura, aliados para producir y cuidar los recursos

Conocidos por los múltiples beneficios que aportan al suelo, tanto el centeno, la cebada como el triticale contribuyen a la sustentabilidad de los sistemas en regiones semiáridas, debido a que estabilizan el suelo y mejoran la captación y redistribución del agua de lluvia, entre otras características. Especialistas del...

Conocidos por los múltiples beneficios que aportan al suelo, tanto el centeno, la cebada como el triticale contribuyen a la sustentabilidad de los sistemas en regiones semiáridas, debido a que estabilizan el suelo y mejoran la captación y redistribución del agua de lluvia, entre otras características. Especialistas del INTA San Luis determinaron que su incorporación planificada en las rotaciones protege el suelo de la erosión eólica y reduce hasta un 85 % la densidad de malezas.

Juan Cruz Colazo, especialista en manejo de suelos y cultivos de esa unidad del INTA, aseguró que “el uso de cultivos de cobertura es una tecnología cuya adopción creció considerablemente y, en la actualidad, forma parte del núcleo de políticas de conservación de suelos en la provincia de San Luis”.

En San Luis predominan los suelos arenosos, susceptibles a la erosión eólica. “Cultivos como el centeno nos permiten controlar y reducir la pérdida de suelo”, indicó Colazo quien aclaró: “Un estudio que comparó la tasa de erosión en suelos similares de San Luis y el sur de Córdoba determinó que, a pesar del bajo rendimiento del cultivo de cobertura, la erosión se redujo en un tercio. Y esto no es un dato menor”.

Colazo: “Cultivos como el centeno nos permiten controlar y reducir la pérdida de suelo”.

El control de las malezas resistentes es uno de los principales desafíos que enfrentan los sistemas de producción y los planteos agrícolas de San Luis no son la excepción: Desde el yuyo colorado hasta la tradicional roseta. Sin embargo, estudios realizados en el sur de San Luis mostraron reducciones de hasta el 85 % en la densidad de malezas previo a la siembra de los cultivos estivales.

En este sentido, Colazo junto con el grupo de producción agrícola del INTA San Luis y referentes de los Programas Nacionales de Suelo y Agua trabajan en el análisis y estudio de las especies de gramíneas y leguminosas que mejor se adaptan a zonas semiáridas, como San Luis y sur de Córdoba, donde la eficiencia en el uso del agua es un aspecto clave. “En una primera etapa, nos concentramos en establecer el costo hídrico de los cultivos de cobertura debido a que la humedad en el suelo no es algo que sobre aquí”, señaló.

Resultados de ochos años de investigación mostraron valores de costos hídricos medios que variaron entre 17 y 44 milímetros, un consumo similar al de regiones más húmedas y que al momento de siembra maíz no generó una disminución en la oferta hídrica.

Estudios realizados en el sur de San Luis mostraron reducciones de hasta el 85 % en la densidad de malezas previo a la siembra de los cultivos estivales.

“Nuestro trabajo se centra en el estudio de las especies y las variedades, la fertilización, la fecha de siembra y el momento de secado óptimos y recomendados para San Luis”, expresó Colazo quien ejemplificó: “El centeno, en especial sus variedades de crecimiento rápido, se destaca en la producción de materia seca frente a la cebada o el triticale”.

La fertilización nitrogenada es otro aspecto a tener en cuenta. “Si bien los efectos son indiscutidos, el aumento en los rindes de materia seca dependerá del contenido de agua que tenga el suelo al momento de la siembra, por lo que recomendamos las fechas más tempranas, que se dan en abril y mayo”, explicó Colazo.