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Desarrollan una aplicación que cuida la sanidad del trigo

Si bien hoy la aplicación de fungicidas en trigo es una práctica frecuente para el control de royas y manchas, todavía existen incertidumbres relacionadas con el momento óptimo de control. La mayoría de las veces al momento de aplicar fungicidas prevalece la idea de priorizar sus efectos sobre...

Si bien hoy la aplicación de fungicidas en trigo es una práctica frecuente para el control de royas y manchas, todavía existen incertidumbres relacionadas con el momento óptimo de control.

La mayoría de las veces al momento de aplicar fungicidas prevalece la idea de priorizar sus efectos sobre la planta más que sobre el patógeno. Existe una aceptación generalizada entre productores y asesores que el principal objetivo de un fungicida es “proteger y curar” al trigo sin tener presente que dicha tarea se realiza mediante su acción sobre los patógenos. De esta forma muchos fungicidas son aplicados en función del estadio fenológico o con la misión de que las hojas involucradas en la generación de rendimiento reciban el químico, aún sin considerar el nivel de enfermedad presente.

Es tanta la insistencia en pensar primero en la planta (visión fitocéntrica), que muchos deciden aplicar fungicidas con la misión fundamental de proteger la hoja bandera y la inmediata inferior.

En este único marco de análisis es altamente probable que por ejemplo al momento de aplicar, el cultivo presente pústulas o manchas en las hojas inferiores (principales multiplicadores de la enfermedad en el lote) sobrepasando los umbrales de recomendación con daños irreversibles.

Por ello es muy común que la aplicación sea tardía, lo que significa que se está resignando ganancias de rendimiento y asumiendo daños que no son contabilizados en la ecuación económica, los denominados costos ocultos.

Estos costos pueden ser altamente significativos y por tanto debieran desarrollarse métodos para su valoración. Al hablar de ellos se hace referencia a las pérdidas que se generan, o al dinero que se deja de ganar, por no haber utilizado la máxima eficiencia técnica en la elección de una molécula, mezcla de ellas, o sus dosis, o en la definición del momento correcto de la aplicación. Son por ejemplo los daños causados por la enfermedad que no fueron frenados por no aplicarse a tiempo.

Para maximizar rendimiento, ingresos, definir el mejor momento de control y ser sustentable con la aplicación de fungicidas, la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Buenos Aires en convenio con la compañía DuPont desarrolló una aplicación para teléfonos inteligentes denominada “TrigoDecisor” cuyo objetivo primordial es la reducción de los daños, pérdidas de rendimiento y calidad ocasionadas por las enfermedades foliares en el cultivo de trigo de la región pampeana.

La aplicación, basada en la probabilidad de respuesta de rendimiento frente a la aplicación de fungicidas, le permite a los productores y asesores técnicos, definir si es o no rentable (y al mismo tiempo sustentable) la aplicación de fungicidas, y definir el momento más oportuno para la aplicación del mismo.

El potencial productivo de la aplicación determina el umbral para cada situación de campo particular. Los umbrales son niveles de enfermedad expresados en incidencia (número de hojas enfermas respecto al total muestreado, en porcentaje).

Cuando los pato-sistemas cuentan con umbrales de daño, la decisión del control resulta más práctica y con fundamentos económicos y epidemiológicos lo que la hace altamente compatible con los conceptos de manejo integrado de enfermedades, el cual garantiza la sustentabilidad de la producción agrícola.