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Desde el INTA recomiendan tres experiencias para descubrir el “encanto de las actividades rurales”

El itinerario va desde “la Patagonia hasta los Valles Calchaquíes, con una parada en el sudeste bonaerense”, afirman desde el INTA. En esta nota los productores se expresan sobre las experiencias que generan y así promover el “turismo productivo”.

El INTA sugiere tres experiencias para descubrir las bellezas que se pueden encontrar en la vida rural. De esta manera, expresan que “en El Manso, Río Negro, la familia Santana invita a disfrutar de frutas frescas, cervezas artesanales y hospedaje en un entorno natural. A 1380 kilómetros de distancia, sobre la costa atlántica, en Claromecó -Buenos Aires- el emprendimiento Argelanda abre sus puertas y ofrece visitas guiadas, meriendas al aire libre y mucho más. Por otro lado, en Seclantás -Salta-, 1900 kilómetros hacia el noroeste, la familia Díaz recupera la gastronomía ancestral calchaquí y propone un viaje en el tiempo lleno de sabores auténticos”.

Desde el INTA promueven el turismo productivo

“Desde el INTA proporcionamos acompañamiento técnico y herramientas de gestión a los emprendedores rurales”, indicó Marina Guastavino, coordinadora de la Red Estratégica de Conocimiento de Turismo Rural, quien destacó “que el turismo productivo no solo dinamiza las economías locales, sino que también refuerza la identidad de las comunidades rurales, generando vínculos entre los turistas y los productores.”

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“Entre las iniciativas impulsadas por el INTA, se destacan emprendimientos como el de Agroturismo y Alimentos Locales El Manso, ubicado a 90 kilómetro de Bariloche, Río Negro, donde la familia Santana combina la producción de frutas finas, huerta, mermeladas, quesos y cervezas artesanales, con opciones de alojamiento y actividades recreativas”, agregan desde la entidad.

“Hoy en día, todo el valle se está convirtiendo en un destino de agroturismo. La idea es potenciar eso y ofrecer productos naturales, al mismo tiempo que hospedaje. Esta iniciativa permitió que nuestros hijos regresaran y tengan una fuente de trabajo”, declaró Óscar Santana de El Manso y subrayó: “Dentro del predio, los visitantes pueden ir al río y hacer ciclismo. Es un lugar de descanso, donde las familias pueden caminar, conocer y pasarla bien, en un entorno natural único”.

Por otra parte, En Seclantás, Salta, desde INTA destacan que “el restaurante Casa Díaz Seclantás ofrece una inmersión gastronómica que rescata las técnicas culinarias ancestrales, promueve el consumo de alimentos locales y la conexión con las raíces culturales calchaquíes. Este emprendimiento se transformó en un referente turístico que combina la sostenibilidad con experiencias personalizadas.”

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Pío Díaz Herrera, propietario del emprendimiento, manifestó: “Lo que más nos enorgullece es generar puestos de trabajo locales y la revalorización de la cultura calchaquí y andina. Nuestros platos tradicionales se preparan con ingredientes elaborados por productores de la zona, respetando lo ambiental y a la madre tierra, y generando un beneficio económico para la región”.

“Tratamos de recuperar los saberes de mis abuelos en la producción y preparación de nuestros alimentos. Buscamos que nuestros visitantes se vinculen con la naturaleza y que haya un aprendizaje, que coman aprendiendo y que aprendan comiendo”, agregó Díaz Herrera.

Y suman: “Nuestra abuela supo conservar muchas recetas de la cocina tradicional vallista. Queremos compartir nuestra gastronomía de largos procesos y de innumerables secretos”.

Por otra parte, cerca de Claromecó, Buenos Aires, reside y trabaja una familia argentina-holandesa, que está integrada por Marco Van Strien y Margarita Tourn. Ellos llevan adelante el emprendimiento agro-ganadero Argelanda. 

“Durante todo el año, y especialmente acompañando la temporada de verano ofrecemos varias opciones: visitas guiadas al espacio productivo para que las familias conecten con el origen de los alimentos, tardes de sauna y piscina o la observación de esa otra inmensidad que es el cielo estrellado cuando no hay luces artificiales”, declaró Margarita y agregó: “También hacemos jornadas de arte cuyas obras terminan interviniendo el balneario, todo acompañado con la degustación de productos del campo que muchas veces incluyen una ronda junto al fuego para asar el propio pan”.

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“Vivimos la vida de una forma armoniosa con el entorno. Nosotros hemos logrado tener una sustentabilidad también económica en este campo, trabajando de manera muy artesanal”, subrayó la emprendedora. “Buscamos que nuestros visitantes tengan la oportunidad de conectarse con esta forma de llevar el día a día. Es simple, es abrir la tranquera, abrir la casa para que la gente pueda reencontrarse con algo que de lo que nos hemos alejado mucho como sociedad que es el origen de lo que comemos”, finalizó.

 

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