El 20 de mayo fue designado como el Día Mundial de las Abejas por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en el año 2017. Esta declaración fue posible gracias al compromiso y la iniciativa del Gobierno de Eslovenia, con el apoyo de Apimondia, la Federación Internacional de Asociaciones de Apicultura.
Que Eslovenia haya sido el país que propuso esta celebración no fue una coincidencia. En esta nación, la apicultura es una actividad profundamente arraigada y una fuente importante de sustento, con tradiciones que se remontan a antes del siglo VII. La elección de la fecha tampoco fue al azar: el 20 de mayo conmemora el nacimiento de Anton Janša.
Janša, originario de Eslovenia, es considerado uno de los pioneros de la apicultura moderna. Provenía de una familia con fuerte tradición apícola, al igual que muchas otras en su país, donde la cría de abejas forma parte integral de la identidad cultural e histórica.
Las abejas: polinizadoras esenciales
En esta fecha especial es importante destacar que, si bien las abejas son ampliamente conocidas por la producción de miel, cera, polen, jalea real y propóleo —productos que benefician notablemente la salud humana—, su aporte va mucho más allá. Estos recursos también representan una fuente vital de ingresos para la apicultura, una actividad que depende directamente del trabajo de estos insectos.
Sin embargo, su contribución más significativa es la polinización. Gracias a este proceso, en el que no solo participan las abejas, sino también otros polinizadores, es posible producir gran parte de los alimentos que consumimos a diario, como frutas y verduras, además de materias primas como el algodón, el caucho y ciertos medicamentos.
El propósito del Día Mundial de las Abejas es generar conciencia sobre la importancia de su rol en la seguridad alimentaria global y en la necesidad urgente de protegerlas frente a las amenazas que enfrentan.
Una alianza vital entre abejas y seres humanos
Las abejas no solo influyen directamente en lo que comemos, sino que también sostienen la estabilidad económica del sector agrícola. Además, son fundamentales para la reproducción de muchas especies vegetales y animales en diversos ecosistemas, contribuyendo así a mantener la biodiversidad. Proteger a las abejas es, en última instancia, proteger el equilibrio natural del que también nosotros dependemos.
