Históricamente, la carne vacuna ha sido un bien salario, es decir un producto que concentró las miradas de todos los gobiernos preocupados porque no se les escapara la inflación. En los últimos años, el expresidente Alberto Fernández prometió que volvería el asado a las mesas de los argentinos, pero desde que inició su mandato hasta la fecha el menú se encareció si se considera el salario como moneda de pago. Es decir, la remuneración de los argentinos perdió poder adquisitivo en términos de consumo de carne, un fenómeno que se extiende a otros alimentos y bienes.
El tema ha sido analizado por la consultora AZ-Group. “Con un salario mínimo de octubre 2023 se podían comprar 43,5 kg de asado. Este valor está 21 % por debajo del promedio de los últimos 6 años (55,3 kg) y lejos de los picos de 70-80 kg que se podían observar años atrás”, afirma Francisco Ravetti, analista de Ganados y Carnes de la empresa. Particularmente, está alejado de los 70 kg de asado que se podían comprar con un salario mínimo en octubre 2019, semanas antes de la asunción del binomio Fernández–Fernández a la presidencia de la Nación (ver gráfico).
Ravetti indica que “el consumo interno de carnes está muy debilitado y este año, en reiteradas ocasiones, fue el motivo por el cual no se pudieron trasladar todos los aumentos de precios de la hacienda del mercado de Cañuelas al mostrador de la carnicería o a la góndola”.
A futuro, el analista prevé algún repunte del consumo del corte para las reuniones de los argentinos por el cobro del aguinaldo y por las fiestas de fin de año, pero con pocas posibilidades de mantenerse en 2024, por los mayores costos que tendrán que enfrentar las familias luego de las medidas de ajuste del actual presidente.