
La campaña 2023/24 de maíz, que prometía resultados sobresalientes gracias a las lluvias generadas por el fenómeno de El Niño, terminó siendo una decepción para muchos productores, indican desde la BCR. Aunque se esperaba superar con holgura el promedio regional de 98 quintales por hectárea, una enfermedad endémica del norte logró expandirse hasta el corazón de la región pampeana, afectando gravemente los rendimientos. En la región núcleo, el impacto fue particularmente fuerte en los cultivos tardíos, lo que redujo el rendimiento promedio a apenas 81 qq/ha. En términos generales, Argentina perdió el 18% de su producción nacional de maíz.
La campaña siguiente, 2024/25, reflejó el golpe recibido: se sembraron 2 millones de hectáreas menos en todo el país, con una reducción de 300.000 hectáreas sólo en la región núcleo. Sin embargo, el panorama comienza a mejorar. Según los primeros relevamientos de intención de siembra, se proyecta un incremento del 10% para el ciclo 2025/26, lo que implicaría pasar de 1,64 a 1,8 millones de hectáreas sembradas en la región núcleo.

Recuperación del maíz
Este crecimiento proyectado marca una recuperación en la tendencia expansiva que el cultivo de maíz venía mostrando en la última década, interrumpida únicamente por la sequía en 2022/23 y por el temor al avance de la chicharrita en 2024/25. Para la próxima campaña, las condiciones parecen más favorables: la amenaza de la plaga ha disminuido, los monitoreos indican un control eficiente y los ingenieros del centro-sur de Santa Fe destacan la eficacia de productos biológicos. Además, la mejora en la humedad del suelo impulsa la decisión de volver a apostar por siembras tempranas.
En áreas con exceso hídrico, como el norte bonaerense, donde la siembra de trigo podría verse limitada, muchos productores optarían por destinar esos lotes a maíz o soja. Con el aumento previsto del 10% en superficie, la región núcleo sumaría aproximadamente 170.000 hectáreas, lo que posicionaría a la campaña 2025/26 como la tercera más importante de los últimos 18 años en términos de área sembrada, con una producción esperada cercana a las 15 millones de toneladas.
El consultor Elorriaga analizó detalladamente los datos de las 36 estaciones meteorológicas de la red GEA/BCR para evaluar el comportamiento del invierno pasado. El resultado fue claro: el invierno de 2024 resultó más frío que el de 2018, superado solo por el de 2007 en los últimos 20 años. Cuatro olas de frío marcaron el período, favoreciendo el control natural de la chicharrita en el centro del país y reduciendo su presencia en el norte.

Gracias a estas bajas temperaturas, combinadas con estrategias adecuadas de monitoreo y prevención, los maíces tardíos no se vieron comprometidos y el optimismo regresa al sector. De cara al invierno 2025, Elorriaga anticipa que no se esperan desviaciones significativas respecto a los valores climáticos normales, lo que reduciría la probabilidad de un nuevo brote fuerte de la plaga. Aun así, los técnicos insisten en mantener la vigilancia, especialmente sobre los maíces guachos que puedan persistir en los barbechos durante el invierno.