Julián Portugal es un ingeniero agrónomo que trabaja en Agroestudio Viento Sur, una empresa que asesora a productores del sudeste de Buenos Aires: su radio de acción abarca unas 40.000 hectáreas que incluyen las zonas de influencia de Mar del Plata, Necochea, Tres Arroyos, Balcarce y Miramar, entre otras ciudades.
Y cuenta que esa región del país fue una suerte de oasis en relación al drama que representó para la mayoría de las zonas agrícolas argentinas la cruda sequía que sacudió la última campaña y que ha derrumbado la producción de soja a su peor nivel en más de 20 años.
“Aquí hubo una seca bastante pronunciada entre septiembre y diciembre, pero a partir de enero comenzó a llover y llevamos casi 600 milímetros en lo que va del año. Hubo excelentes rindes con los cultivos de verano, todo muy bien”, relata.
Pero esta humedad relativa favorable, acompañada además por temperaturas altas, también trae consigo un problema inevitable: “El tema malezas se vino con todo”, resume Portugal.
En esta región, hay tres especies con manejo complicado por su resistencia a herbicidas: raigrás al glifosato y con sospecha a graminicidas; brassicaceas y crucíferas con resistencias múltiples; y desde hace un tiempo la aparición también en los veranos del tan temido Amaranthus o “Yuyo Colorado”.
En este momento del año, con la campaña fina iniciándose, el foco está puesto en raigrás y crucíferas. En estas últimas, Portugal señala que el manejo es aún más complicado porque no tienen un flujo de emergencia marcado, sino que nacen durante todo el año, lo que obliga a intensificar los recorridos y monitoreos a campo.
“Para raigrás, la estrategia de control que más estamos usando es la aplicación de glifosato, aunque haya resistencias, y también Cletodim. Y si se nos pasó de tamaño, uno doble golpe, a los 14 días, con Paraquat o algún otro secante”, menciona Portugal.
Respecto a crucíferas, la apuesta es por glifosato y herbicidas hormonales, en combinación con algún PPO o algún secante que ayude al control. En todos los casos, siempre pensando además de aplicar productos residuales previo a la siembra.
Para el asesor, un aspecto importante a tener en cuenta es que, como viene siendo un año normal en esta zona en materia climática, “en general cualquier herbicida va andar bien, no hay moléculas afectadas por condiciones ambientales”.
De todos modos, insiste en una regla clave de todo tratamiento: “No hay que olvidar rotar los modos de acción, para que no nos salga el tiro por la culata”.
Las recomendaciones de Sumitomo
Para Guillermo Indaco, coordinador regional de mercado para el sur bonaerense de Sumitomo Chemical, un saldo que deja la última campaña es que, en aquellas zonas donde sí la sequía hizo mella, quedaron muchos bancos de semillas que no germinaron y que probablemente lo hagan ahora; y también malezas mucho más rustificadas que habrá que enfrentar.
Más que nunca, es un momento para prestar mucha atención a los lotes: las lluvias de las semanas animaron la siembra de trigo, pero en la mayoría de los casos los barbechos no fueron eficientes o directamente no se realizaron a raíz de la falta de agua.
“La estrategia hoy para trigo pasa por barbechos muy cortos, en los que tener muy claro qué malezas tenemos presentes, para plantear una estrategia efectiva de control con productos pre siembra o preemergencia, y después nos queda la posibilidad de intervenir en post emergencia de cultivo, pero sabiendo que esos controles tienen menor eficacia y pueden generar problemas de fitotoxicidad”, repasa Indaco.
En el caso de tratamientos en preemergencia, las propuestas de Sumitomo son dos:
Sumyzin T-Max.
Funciona muy bien para control de especies de hoja ancha, como rama negra y todo el complejo de nabos y crucíferas; a la vez que otorga aceptables niveles de control en gramíneas, como raigrás. Fundamental: tiene una restricción de 10 a 15 días en la pre siembra de trigo.
Stern.
Es una mezcla de dos moléculas (Clorsulfurón 62,5% + Metsulfurón Metil 12,5%) que tiene como ventaja una dosis muy baja de aplicación –15 gramos por hectárea–, con una especificidad muy alta para control de rama negra, pero también para otras de hoja ancha. En gramíneas, su control es más bajo.
“Si tenemos gramíneas muy importantes, lo ideal es sumar un graminicida específico. Puede ser Cletodim o Haloxifop, que sabemos que tiene una restricción de siembra de al menos 20 días para trigo. En ese sentido, una herramienta de Sumitomo que recomendamos y se está utilizando mucho es Gizmo, un graminicida específico selectivo para trigo, que no tiene “residualidad” y que si bien no fue pensado para uso previo a la siembra, puede usarse tranquilamente sin riesgo de fitotoxicidad sobre el trigo o cebada en pre-emergencia, añade Indaco.
En lo que respecta a post emergentes, pensando en controles de malezas de hoja ancha y de rebrotes o renacimientos de crucíferas, o de escapes o nacimientos primaverales de raigrás o avena negra, por ejemplo; las estrategias sugeridas por Sumitomo son las siguientes:
Si predominan las malezas de hoja ancha, utilizar Stern, generalmente en macollaje antes de la elongación.
Si hay que hacer controles específicos de rescate porque, por ejemplo, se escaparon las crucíferas, la recomendación es mezcla de MCPA, a un litro medio por hectárea, más Bromoxinil 350 cm3 por hectárea. Y en el caso de no conseguir Bromoxinil, porque puede estar en falta este año, se puede usar Azbany Maxx (Fluroxipir), que incluso permite una intervención más tardía, posterior a la elongación del tallo o nudos.