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“Estamos generando un programa de seguridad alimentaria a 25 años”: Israel redefine su producción en plena guerra

Con nuevas estructuras ministeriales, asistencia directa al campo y una planificación nutricional conjunta con el área de salud, el país busca sostener el abastecimiento y reducir la dependencia externa en un contexto de conflicto.

En medio de un conflicto bélico que mantiene en vilo a la comunidad internacional, Israel continúa produciendo y abasteciendo a su población sin interrupciones visibles. A pesar de los ataques, la tensión geopolítica y los riesgos logísticos, los supermercados siguen abastecidos y el trabajo en el campo no se detiene.

“El panorama hoy es complicado. No vamos a negar que la situación no es cómoda, no solo para los agricultores, sino para toda la población de Israel”, admite Daniel Werner, ingeniero agrónomo y director del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional del Ministerio de Agricultura. Aun así, asegura que “hasta hoy en día garantizar el suministro de alimentos es algo que se está logrando sin problema”.

El 7 de octubre de 2023 marcó un punto de inflexión. A partir del ataque de Hamas, el gobierno israelí reconfiguró su política agrícola. “El Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural pasó a ser Ministerio de Agricultura y Seguridad Alimentaria. Puede parecer solo un cambio de nombre, pero implica objetivos concretos”, explicó Werner. Ese nuevo enfoque supuso una reestructuración interna ya que se crearon departamentos específicos abocados a garantizar el abastecimiento, gestionar emergencias y desarrollar un plan de seguridad alimentaria con proyección de 25 años. “Lo que se buscó fue darle otra perspectiva a la función del Ministerio y establecer a qué se debe dar apoyo para asegurar el suministro de alimentos”, agregó.

Un país en modo isla que busca autosuficiencia

Aunque no lo sea geográficamente, Israel opera como una “isla” en términos comerciales. “Las relaciones con países limítrofes son complicadas. Existen vínculos con Egipto y Jordania, pero son limitados por eso buscamos aumentar la producción interna y depender menos de las importaciones”, señaló Werner.

Hoy, el país es autosuficiente en frutas, verduras y huevos. Sin embargo, depende del exterior para granos y carne. “Dependemos de la importación. Argentina es el principal exportador de carne a Israel”, indicó. Incluso en el caso de los huevos, la cadena no es completamente autónoma, ya que “para producir huevos necesitás granos, y los granos vienen de afuera”.

La logística representa otro desafío: “El gran problema hoy es asegurarse de que los barcos lleguen a puerto. Si del otro lado hay un proyectil que destruye parte del puerto, las cosas se complican”. Pese a todo, el abastecimiento está garantizado. “Todos los supermercados tienen los estantes llenos. En Israel no se siente el desabastecimiento, ni se prevé”.

Seguridad alimentaria 360°

Uno de los conceptos más fuertes de la política alimentaria israelí es entender la seguridad alimentaria como un sistema integral. “Cuando hablás de seguridad alimentaria, estás hablando desde la semilla que el agricultor plantó en su invernadero hasta la góndola del supermercado. E incluso asegurar que el consumidor pueda llegar hasta esa góndola”, explicó Werner.

Por eso, apenas estalló el conflicto, el Ministerio creó un cuerpo de emergencia agrícola que opera las 24 horas, los siete días de la semana, en contacto permanente con los productores. “A diferencia de lo que pasó el 7 de octubre, donde se dejó de producir en muchas zonas, esta vez eso no ocurrió. Los productores siguen trabajando al mismo ritmo”, aseguró.

El sistema incluye comunicación directa con zonas rurales, monitoreo de riesgos y asistencia técnica en tiempo real. Además, como la ruralidad y la urbanidad están profundamente entrelazadas en el territorio israelí, las zonas productivas pueden estar a solo kilómetros de los ataques. “No es que viajás 500 kilómetros para ir al campo. Cuando cae un proyectil, probablemente haya un kibutz o una cooperativa cerca”, detalló.

Diversificación, tratados y salud pública

Otra lección del conflicto fue la necesidad de diversificar los proveedores internacionales. Antes de la guerra en Ucrania, Israel importaba gran parte de sus granos desde ese país y desde Rusia. “Ese suministro se dañó. Entonces salimos a buscar otras fuentes para asegurarnos de que eso no vuelva a ocurrir”, explicó Werner.

Además de mantener tratados de libre comercio con países como Estados Unidos, la Unión Europea, el Mercosur y Centroamérica, el país trabaja en aumentar su producción interna: “Queremos llevar la producción de trigo del 10% al 30 o 35%. Eso nos daría cierto margen respecto al consumo interno”, señaló.

Pero el programa de seguridad alimentaria no se limita a la logística. Fue diseñado en conjunto con el Ministerio de Salud, que definió una dieta modelo para la población. “No se trata solo de traer alimentos. Se diseñó una dieta ideal, basada en lo sano y en lo posible en situaciones extremas”, explicó. Parte del objetivo es reducir el consumo de hidratos de carbono y fomentar proteínas provenientes de otras fuentes.

A pesar de la guerra, los agricultores siguen en pie y los estantes siguen llenos. “Seguir produciendo bajo condiciones complicadas que no dependen del clima, sino de una situación geopolítica compleja. Ese es el objetivo”, resumió Werner para finalizar.

Con una planificación de largo plazo, un sistema en red y una fuerte decisión política, Israel se enfrenta al conflicto con una política alimentaria robusta. “Ojalá lleguemos pronto a una situación de paz”, cerró con esperanzas.