
Ariel Bianchi, es ingeniero agrónomo y trabajador rural de San Nicolás, forma parte de un sector cada vez más reducido y golpeado: los pequeños productores “Cada vez quedamos menos” explicó. Hace tres años dejó la actividad agrícola para dedicarse exclusivamente a la ganadería. La razón fue la presión impositiva y la falta de condiciones para sostenerse.
“En pequeña escala la parte agrícola ya no se puede hacer. Me fui achicando desde el 2008 hasta ahora. Veía que no podía quedarme sin nada, así que puse los huevos en otra canasta”, cuenta. El cambio no fue inmediato, pero sí inevitable. Hoy, trabaja sólo con ganado.
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Para Bianchi, la raíz del problema es clara. “Se lo atribuyo estrictamente a la presión impositiva. No sólo las retenciones, sino que los insumos acá son muchísimo más caros que en países vecinos, también por los impuestos. Es imposible producir en mediana y pequeña escala”.
Su mirada también se distancia de las principales entidades del agro ya que no se siente representado. “Hace tiempo que no comparto el manejo de los reclamos, ya que una entidad gremial tiene que defender a quienes representa, y eso no pasa. Por eso, muchos productores, como yo, nos apoyamos en grupos autoconvocados. Ahí al menos se siente que hay una defensa real de nuestros intereses”.
En ese sentido, criticó la reacción de algunas entidades ante la última medida del gobierno nacional sobre las retenciones al trigo. “Estamos celebrando que nos aflojan 100 millones de dólares en trigo, pero nos cargan 1.000 millones más en los demás cultivos. Es incoherente celebrar eso”, señala. Para Bianchi, “Están tomando las mismas medidas que el Kirchnerismo, aflojan un poco, pero con trampa. Ya lo vimos antes, y termina no sirviendo”.
El profesional también agregó: “Este gobierno le mintió a los productores agropecuarios. Desde el primer día se había prometido terminar con este esquema distorsivo de retenciones, y no pasó. Es fácil pedir paciencia con el bolsillo ajeno”, apunta, al tiempo que considera que hay mucho margen para recortar en otras áreas. “Tierra del Fuego se lleva más de mil millones de dólares por beneficios especiales. Hay muchos sectores que no pagan Ganancias, y no se entiende por qué, pareciera que es más fácil sacarle al campo, porque como las retenciones se cobran solas, no tienen que andar cobrando”.
La frustración es compartida entre colegas. “El humor del productor cambió mucho. Al principio había esperanza, después dudas, y ahora hay indignación. Sí, bajó la inflación, hay superávit, pero a costa de la desaparición de los productores. Recorro los caminos de tierra de mi zona y veo que muchos campos que trabajaban conocidos ahora los maneja una sociedad anónima o una acopiadora. Es muy acelerado”.
El proceso de dejar la agricultura fue doloroso. “Uno hace números, ve que la rentabilidad no alcanza y busca otra cosa. Pero no es fácil. El productor agropecuario es de alma. Produce por gusto, más que por rentabilidad. Por eso nos fundimos. En mi caso, cambié a la ganadería, pero si eso tampoco sirve, me fundiré como tantos otros. Esto lo hago por vocación”, concluye.