El porcentaje de etanol a base de maíz en los últimos 3 años se encuentra en torno al 56 por ciento del total del etanol, mientras que la caña de azucar se ubica en un 44 por ciento, según datos oficiales del Ministerio de Energía y Minería.
Si bien el maíz continúa liderando la producción de etanol, su tasa de crecimiento mermó en los últimos años, este año se observa un incremento de 5 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior, mientras que el etanol de caña lo hizo en un 75 por ciento.
En la actualidad, la demanda interna de etanol está cubierta y deja una capacidad ociosa entre el 10 y el 15 por ciento en las 14 compañías productoras del país.
En base a las estimaciones del USDA para el 2018 con una producción de 1.120 millones de litros se cubriría esa capacidad ociosa, pero manteniendo el 12% (de corte) no se esperan ampliaciones de plantas o inversiones en nuevas.
"Cabe aclarar que la escala es clave para la viabilidad de una planta de etanol y esto implica una inversión de al menos 30 millones de dólares para la puesta en marcha de la empresa", destacó el informe.
Argentina cuenta con 14 plantas elaboradoras de etanol, de las cuales 5 so a base de maíz y 9 a base de baña de azúcar, y en su conjunto produjeron un total de 889.945 m3 en el 2016.
Las plantas se localizan en zonas productivas donde la oferta de granos es mayor a la demanda y pueden aprovechar el subproducto -burlanda- para la alimentación animal in situ.
Argentina es uno de los países comprometidos con el Acuerdo Climático de Paris que busca limitar las emisiones de carbono, de modo que "el empleo de etanol en el parque automotor sería un gran paso", aseguró el informe.
El etanol, a diferencia de los combustibles derivados del petróleo, presenta una elevada concentración de oxígeno que permite una combustión con menores residuos contaminantes, lo que permite mitigar la emisión de gases con efectos invernadero y de micropartículas en la atmósfera.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, según sus siglas en inglés) la reducción en las emisiones de carbono varía ampliamente según el tipo de biocombustibles, las materias primas utilizadas y su tecnología de producción.
El etanol a base de maíz puede reducir hasta un 30% las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en comparación con el combustible tradicional, mientras que el de caña varía entre un 70 y 90%.
En todos los casos, la organización sin fines de lucro indica que el descenso de la emisión de gases invernaderos a nivel mundial será compensado en la medida en que se acelere la conversión de bosques o pastizales nativos a tierras de cultivo para la producción de biocombustibles.
En ese sentido, la BCR explicó que "el hecho que Argentina incorpore el etanol a la matriz de energía es recién el comienzo de un larguísimo camino en la revolución del negocio de las energías hacia las fuentes renovables y al consumo responsable".