El empresario agroindustrial y presidente del "Grupo Los Grobo" Gustavo Grobocopatel, primer productor de trigo del país y el segundo de soja, reclamó una sustancial baja de la presión impositiva como condición para el ingreso de capitales de inversión productiva, cuestionó los altos costos de logística en el país y pidió también una nueva ley de semillas para el sector agropecuario.
En una entrevista exclusiva a Télam, Grobocopatel dijo que la producción agrícola "creció un 35% en dos años", pero se quejó de la burocracia, la falta de una visión macro enfocada a la falta de tratados de libre comercio y de un Mercosur "más orientado al mundo" y no entre países de la región.
El empresario sostuvo que "si no se bajan los impuestos se va a retrasar mucho el flujo de inversiones" y remarcó la necesidad de la confección de una nueva Ley de Semillas para definir reglas claras para el sector agropecuario.
"La falta de competitividad aumenta el costo argentino. Creo que el problema no es solamente que pagamos muchos impuestos, sino qué tenemos a cambio de eso. No tenemos un Estado de calidad. No tenemos un Estado escandinavo ni servicios públicos de esa calidad. Entonces, si uno paga lo que paga un escandinavo y no tenés los servicios de esa calidad, o bajas los impuestos o mejoras la calidad del Estado", indicó Grobocopatel a Télam tras su disertación en la jornada sobre "Convergencia tecnológica en tiempos turbulentos", organizado por el INTI.
"Si no bajas los impuestos se va a retrasar mucho el flujo de inversiones, porque lo que la gente quiere es que primero le soluciones el problema para después invertir. Por eso sostengo que el problema de las inversiones no está relacionado con las elecciones, sino con que tenemos una estructura poco competitiva y que los inversores no van a venir hasta que esté un poco encaminado", agregó.
En cuanto al presente económico, tanto del sector agropecuario como del productivo en general, el empresario procedente de Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, sostuvo que "ahora se paró la hemorragia, pero seguimos teniendo la misma enfermedad".
"La hemorragia se venía dando en los últimos 5 o 6 años donde la producción agrícola había estado estancada y se había sojizado el portfolio; no había inversiones en tecnología o fertilizantes; y había bajado el consumo de maquinaria agrícola. Eso se revirtió. La producción agrícola creció un 35% en dos años", explicó.
Sin embargo, el empresario consideró que si bien "paró la hemorragia, la enfermedad estructural que tenemos es la falta de competitividad del sistema, no solamente en lo agrícola y eso tiene que ver con la falta de innovación y desarrollo. Estamos viviendo con la tecnología que produjimos hace 20 años y no estamos haciendo la de los próximos 20 años".
"Necesitamos ser más eficientes en muchas cuestiones: los costos de logística son altísimos; los de las burocracia también; la presión impositiva: la falta de integración al mundo; la falta de tratados de libre comercio; y de un Mercosur más orientado al Mundo. También nos falta transformar estas materias primas en productos más elaborados para diversificar las ventas y tener cadenas de valor más largas que incluyan a más cantidad de gente. Hay mucho por hacer", adujo.
En lo que respecta a la nueva Ley de Semillas, norma que el Gobierno nacional está dispuesto a reformar, Grobocopatel aseguró que "es necesaria una nueva normativa al respecto, porque es necesario definir cuáles son las reglas del juego y eso es imperativo porque gran parte de la innovación, del aumento de productividad, competitividad y demás va a pasar por el tema de la calidad de las semillas. Un factor muy importante de la competitividad viene por el lado de la biotecnología y tiene que haber reglas claras".
Además, el empresario afirmó "que el productor tiene que pagar la tecnología en la bolsa semillas y tiene que pagar el combo de germoplasma y el evento todo junto. El problema entre quién es el proveedor del evento y proveedor de germoplasma es un problema entre ellos, no de cada uno de ellos con el productor".
"El precio tiene que ser un precio acordado, para el cual tiene que haber un rango y un mercado para eso y sostengo que puede haber una excepción para el pequeño productor, pero es una mala negociación por parte de ellos pedir eso: primero porque es poco dinero y podría pedir otras cosas que signifiquen más dinero para ellos, como exenciones impositivas, financiación especial, etc. La excepción dificultaría el control y tiene que ser un sistema simple de controlar. Acá el problema no es que haya pocos que paguen mucho, sino que tiene que haber muchos que poco", aseveró.
En cuanto al reciente aumento de los aranceles por parte de Estados Unidos para la importación de biodiésel argentino, alícuota que en promedio fue elevada al 57%, Grobocopatel consideró que la decisión "es negativa en el corto plazo, porque se pierde un cliente. Pero en el mediano y largo plazo, como son productos tan demandados, es probable que haya unos cambios estructurales en el mercado que hagan que parte de lo que perdés, lo recuperes por otro lado. De todas maneras es un golpe exagerado y no se si justificado.
"Hace muchos años, el mundo considera que las retenciones son una forma de dumping y es bastante lógico pensar que sí. Es parte de los costos de tener estos mecanismos absurdos, como son las retenciones", concluyó.