Juan Manuel Medina es Gerente de Relaciones Institucionales de Campo Limpio, una organización cuya misión es diseñar e implementar un sistema de gestión ambiental para recuperar los envases vacíos de fitosanitarios del campo argentino, promoviendo la sustentabilidad y el cuidado del ambiente.
Juan Manuel conversó con Rivadavia Agro sobre su trayectoria, sus pasos por la política y su desafío a nivel ambiental.
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Se graduó como Ingeniero Agrónomo en la Universidad Nacional de Rosario, en 2010. Luego fue a trabajar a Santiago del Estero en distintas producciones en la provincia. A partir de allí, desarrolló una carrera más académica en la Universidad de Rosario y fue Secretario de Extensión de la Universidad. "Eso fue una gran experiencia. Me permitió pensar más allá de la agronomía", reconoce.
Trabajó en la universidad estableciendo vínculos con organizaciones y con la región, lo que le permitió conocer la vida cotidiana y la comunidad. La experiencia se amplió a otros lugares fuera de Argentina.
Luego, incursionó en la política donde fue secretario de Agricultura en el Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología de Santa Fe, en la gobernación de Miguel Lifschitz. Su paso por la política, reconoce "fue bastante vertiginoso" y le representó mucho aprendizaje.
En cuanto a la política rescata que lo mejor que le pasó en su función es trabajar con la “esa idea de trascender”. “Las decisiones se tomaban en equipo. Porque eso fue una característica del gobierno de Lifschitz”.
“Yo no había tenido experiencia de ser funcionario, pero para mí lo importante es saber que cada decisión tenía un impacto productivo en la provincia”.
En cuanto a los logros de su gestión rescata el Programa de Buenas Prácticas de Santa Fe. “Veíamos que había como una especie de estigmatización del sector, muchas publicaciones, muchas acciones judiciales en contra de la aplicación de fitosanitarios. Nosotros tratábamos de ser muy estrictos con aquellos que hacían las cosas mal”.
“Nos pareció importante hacer un abordaje integral en toda la provincia de Buenas Prácticas, así que contratamos 19 ingenieros agrónomos, muy comprometidos, con mucha capacidad intelectual. Y pudimos desarrollar distintos elementos que tenían que ver con mejorar las buenas prácticas. Un trabajo muy enfocado en las comunas y en los municipios. Nos parecía muy importante estar cerca de las regulaciones de las comunas y de los municipios”, afirma.
Campo Limpio
Campo Limpio arrancó como una fundación, hoy es una asociación, que está financiada por la industria de los fitosanitarios y cumple siete años por estos días.
“Es un desafío muy grande poder trabajar en una organización que lleva adelante un sistema de gestión ambiental, que tiene un impacto en lo productivo, en lo social y en los términos de salud pública”.
“Muchos de los plásticos que Campo Limpio vienen recuperándose hace más de tres o cuatro años, son plásticos que estaría hoy sin tratamiento”, afirma.
La Ley 27279 establece los presupuestos mínimos de protección ambiental para la gestión de los envases vacíos de fitosanitarios, en virtud de la toxicidad del producto que contuvieron, requiriendo una gestión diferenciada y condicionada.
“Lo que vino a hacer esta ley nacional es a regular los usos que tiene que tener ese plástico. Por un lado los usos prohibidos, para lo que no se puede usar”, afirma. “Que no termine en elementos que nosotros tengamos contacto, o sea, cucharitas de plástico, una botella, etcétera, etcétera”, explica, y agrega: “y finalice vinculado a la producción, en un poste, en una varilla, distintos elementos que nos permitan generar un proceso de economía circular”.