El aumento de la cantidad de especies leñosas —es decir, árboles y arbustos— en pastizales y sabanas es un proceso que está sucediendo a escala global en estos ecosistemas, y representa una preocupación creciente para los productores. Desde hace años, los pastizales de la Región Pampeana sufren la invasión de Gleditsia triacanthos, o Acacia negra, un árbol que una vez establecido es difícil y costoso de controlar. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) en la región comprobó que el pastoreo vacuno sobre plantas pequeñas de esta leñosa redujo hasta 60% su biomasa y hasta 21% su supervivencia. Sobre esta base, las autoras de la investigación evalúan la posibilidad de usar la ganadería como una herramienta para controlar el problema.
“Queríamos investigar qué efecto tenía la ganadería en las primeras etapas del ciclo de vida de la Acacia negra en la Región Pampeana. Por eso realizamos un experimento a campo en parcelas pastoreadas y no pastoreadas por vacunos. En cada una colocamos 20 plantas de G. triacanthos de 7 cm de altura —plantas chicas— y 20 de 13 cm de altura —plantas grandes—, e hicimos que las vacas pastorearan dos veces las parcelas correspondientes, con un mes de descanso en el medio para que el pastizal se pudiera recuperar”, dijo a Sobre La Tierra Melina Aranda, docente de la cátedra de Ecología de la FAUBA.
“Por un lado, encontramos que la ganadería disminuyó notablemente el crecimiento de este árbol. El efecto del pastoreo fue mucho mayor en las plantas grandes, a las que les redujo 60% la parte aérea y 25% la masa de raíces, en promedio. El impacto sobre las plantas chicas fue importante, pero de menor magnitud porque las vacas les removieron menos cantidad de biomasa aérea, justamente por ser más pequeñas y tener menos hojas”, comentó Lucía Mochi, docente del Departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información (FAUBA) y coautora del trabajo presentado en 2018 en la XVIII Reunión Argentina de Ecología.
Y agregó: “Luego, al comparar entre las parcelas pastoreadas y las no pastoreadas, pudimos comprobar que la presencia de los vacunos también redujo un 21%, en promedio, la supervivencia de todas las plantas, las chicas y las grandes. En las clausuras, la supervivencia media fue 76%, mientras que en las pastoreadas fue sólo 55%”.
“Por último, y también relacionado con la supervivencia, detectamos que el tamaño inicial de las plantas es un factor clave; las plantas grandes sobrevivieron 20% más y rebrotaron 10 veces más que las chicas. Lo llamativo fue que esta supervivencia diferencial entre tamaños fue independiente de la presencia de vacas. Es decir que las plantas chicas tienen per se menos chances de sobrevivir. A medida que crecen, esa probabilidad va aumentando”, puntualizó Melina Aranda.
Madera pampeana
“G. triacanthos llegó y se instaló en la Región Pampeana hace mucho tiempo. Lo que sucedió en las últimas décadas fue un aumento sensible de su densidad, con el consiguiente cambio en la estructura de los pastizales. Uno de los problemas es que los productores detectan que su campo se está lignificando o ‘cerrando’ cuando ya es tarde y deben gastar mucho dinero en controlar los árboles. Los adultos son difíciles de eliminar. En algunos casos los sacan con topadoras o rolos y otras con métodos químicos que pueden afectar el ambiente”, explicó Aranda.
La investigadora añadió que la lignificación genera problemas productivos al disminuir la superficie de campo que se destina al pastoreo o la cantidad de pasto disponible para los animales. En consecuencia, los productores se ven forzados a reducir la carga ganadera, lo que impacta en sus resultados económicos. La situación es similar para los productores agrícolas, ya que los árboles y bosquecillos reducen la superficie destinada a sembrar y cosechar.
La vaca como herramienta
Mochi y Aranda, quienes también son becarias del Conicet, coincidieron en que el pastoreo vacuno puede servir perfectamente para controlar a las especies leñosas invasoras, sobre todo en estados tempranos de la invasión. En este sentido, especificaron algunas pautas de manejo a tener en cuenta. “Cuando las plantas tienen entre 7 y 13 cm, como las que usamos en este estudio, el efecto principal del consumo y el pisoteo de las vacas es reducir su capacidad de rebrote. Sin embargo, las plantas más grandes requerirían de una presión de consumo más grande, ya que poseen una capacidad de rebrote mayor”.
“Por otra parte, en la Región Pampeana, la densidad de Acacia negra está creciendo a causa de la expansión agrícola. Esta especie produce un fruto —una chaucha— muy apetecible para el ganado, que luego de comerlo disemina las semillas en sus heces. Es decir, los productores deben asegurarse de que los animales no la dispersen, no dejándolos comer cuando los árboles ya fructificaron. Alternativamente, a los animales se los puede purgar antes de que sean movidos a lotes sin Acacia”, afirmaron.
“También creemos que es clave que la carga animal sea alta para aumentar la probabilidad de que los animales encuentren a las G. triacanthos pequeñas en medio del pastizal. En nuestro estudio, las vacas atacaron el 100% de las plantas. No sabemos si es que las prefieren o si es un resultado aleatorio y que, simplemente, a medida que caminan se encuentran con las plantas de acacia y dan bocados. Por eso pensamos que es recomendable usar altas cargas bovinas”, señaló Mochi.
“Finalmente, queremos hacer hincapié en algo que es fundamental para usar el pastoreo como herramienta de control de especies leñosas: debe sostenerse en el tiempo. No alcanza con ‘atacar’ las plantas una vez porque, en general, estas especies invasoras poseen una gran capacidad para rebrotar. No es raro encontrar situaciones en las que se abandona el control y los campos regresan a estados previos y dramáticos, llenos de árboles”, cerró Aranda