Un informe realizado por técnicos del módulo de riego del INTA Manfredi, reveló la relación entre el aumento en los niveles de rendimiento en los cultivos y la implementación de un sistema controlado de riego. Esto incrementó los márgenes de rinde que varió entre un 28% en el caso de la soja, un 51% en el maíz y del 115 % en el cultivo de trigo.
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“Aquiles Salinas, especialista en riego y director del Centro Regional INTA de Córdoba, presentó los resultados de un ensayo de larga duración que se realiza en el módulo de riego, luego de 28 años de mediciones y experimentación”, señaló la entidad tecnológica agropecuaria con un posteo en su cuenta de la red social X.
Se trata de un trabajo con foco en mediciones que demostraron que “el seguimiento del contenido de agua en el suelo es una estrategia fundamental que permite regar de manera eficiente para abastecer las necesidades de los cultivos cuando no alcanza el agua de lluvia”.
La exposición a cargo del experto fue durante la segunda jornada del Congreso Aapresid, que se realizó del 7 al 9 de agosto en el predio de la Sociedad Rural Argentina en Palermo. La disertación de Salinas se dio en el marco del panel titulado “Avances tecnológicos en el riego de precisión”, cuando expuso sobre los resultados del estudio que llevó casi tres décadas de seguimiento.
La evolución
“En la historia del riego en nuestro país, la primera estación fue el sistema por inundación, que no resultó muy eficiente en el uso del agua por parte de los cultivos. Se perfeccionó con la incorporación de bombas, válvulas y sensores de humedad, pero siguió siendo muy exigente en el volumen de agua por aplicar al lote”, repasó el experto en la presentación.
Una evolución fue el avance hacia el riego con pivotes, que representó hacer un uso más eficiente del agua, y allí se dio el siguiente paso para la incorporación de la robótica, con automatización de los procesos y agregado de insumos extra. El más reciente adelanto fue con la llegada de las nuevas tecnologías con inteligencia artificial que con el aporte de datos precisos, facilitan a los productores la toma de decisiones informadas, o al menos, con mayor conocimiento de beneficios y riesgos. Por lo tanto, el estudio señala que “los pivotes no solo distribuyen agua en un lote, sino que son un soporte de otras tecnologías que contribuyen a lograr altos rindes de los cultivos”.
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Al déficit hídrico se lo amortigua con riego
Según el estudio del INTA y tras una extensa investigación con “mediciones y experimentaciones” constantes, los técnicos determinaron el nivel de precipitación media anual de la región en 757 milímetros. Con base en la investigación detallada, el informe señaló que “el 80 % de las lluvias se concentran en el semestre octubre-marzo, al tiempo que existe más del 50 % de probabilidades de registrar déficit hídrico en todos los meses del año, lo que limita y condiciona los rendimientos de trigo, así como de los principales cultivos de verano, como la soja y el maíz”.
Por consiguiente, los analistas focalizaron sus estudios en el sistema de riego dándole prioridad al control y seguimiento de los niveles hídricos en los suelos. En este marco, Salinas destacó los resultados del relevamiento realizado por el módulo de riego del INTA Manfredi que dirige: “Luego de 28 años de estudios observamos incrementos de rendimiento por el riego para todos los cultivos, del orden del 115 %, 51 % y 28 % para trigo, maíz y soja respectivamente”. Asimismo precisó que “la mayor respuesta de rendimiento en trigo bajo riego respecto a secano se explica por la ocurrencia del ciclo de este cultivo en un período del año con escasas precipitaciones, debido al régimen de lluvias típico de la región”.
De allí la significativa mejora para el caso del trigo. El especialista en riego puso especial énfasis en la relevancia que tiene el control hídrico en el suelo, para mejorar la productividad y los rindes. Se trata de “una estrategia fundamental que nos permite regar de manera sostenible, aportando sólo lo que el cultivo necesita y que no es suministrado por las lluvias”, remarcó Salinas.
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El experto señaló que “el riego suplementario surge como una tecnología que permite suministrar agua a los cultivos durante períodos de déficit hídrico y permite mejorar los rendimientos y disminuir la variabilidad interanual de los rindes”. En este sentido Salinas explicó que “en 1996 se instaló en INTA Manfredi un módulo de riego con fines experimentales y demostrativos para proporcionar herramientas al productor regante de la región que sirvan para maximizar la productividad de la empresa agropecuaria”.
El analista puso de resalto los buenos resultados obtenidos, contemplándose las condiciones edafoclimáticas, es decir, las que refieren a características tanto de clima como del suelo, registradas en diversas zonas geográficas. “Los rendimientos en granos se incrementaron respecto al secano y fueron más estables, demostrando la sostenibilidad en el tiempo de esta práctica”, apuntó sobre la aplicación de riego suplementario.
En ese orden, el especialista detalló que los rendimientos tuvieron aumentos marcados en los 28 años medidos. Por caso, en los cultivos de soja de primera, el promedio de lotes regados arrojó rindes de 40qq/ha, con picos de 60, frente a 30qq/ha de los cultivos de secano. En paralelo, los lotes de soja de segunda los rendimientos resultaron en 30 y 24 qq/ha, con riego controlado y secano respectivamente.
Cuando se analizaron las mediciones para el trigo, se observó un aumento significativo en los niveles de producción, pasando de 25 en secano a 50 qq/ha con riego. Mientras los cultivos de alfalfa se incrementaron los valores de 15 t/ha a 26 t/ha.
Los cultivos de maíz evidenciaron resultados aún más contundentes, pasando de 77 qq/ha la productividad en secano a 121 qq/ha con riego controlado.
Riego variable y subterráneo
Puntualmente, los experimentos de riego variable ensayados por los analistas del INTA tuvieron muy buenos resultados. Modificando el caudal de agua según el potencial de producción de los diversos ambientes y geografías, sea un lote en terreno de loma, media loma o bajo, se lograron buenos rindes. En concreto, se registró una “mayor uniformidad en los rindes del potrero”, con variaciones de tan solo 2 qq/ha en los ambientes más extremos frente a los 10 qq/ha medidos con la técnica de riego uniforme.
En cuanto a los estudios aplicados con la variante del riego subterráneo, se buscó alcanzar la máxima eficiencia de cada milímetro de agua administrado. Se trata de una técnica originaria de Israel, que se aplica mediante un sistema de cañerías separadas entre 1 y 1,60 metros con goteros, que distribuyen agua a la profundidad de las raíces. Estos ensayos dieron resultados contundentes para la cadena de trigo, donde, con administración de 300 milímetros de agua, se midieron rindes pasando de 20 qq/ha en secano a los 60 qq/ha con riego. En tanto para el caso del maíz los valores pasaron de 90 a 150 qq/ha.