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La Rioja suma prestigio y calidad con su "Ruta del Torrontes"

Una provincia con marcado acento norteño, apostó a su propia Ruta del Torrontés Riojano, presumiendo no sólo de su cepa insignia, sino de la modernidad tecnológica que recorre el corazón de bodegas distribuidas en diferentes zonas productivas que, además, son respaldadas por paisajes de alto impacto, permitiéndoles no...

Una provincia con marcado acento norteño, apostó a su propia Ruta del Torrontés Riojano, presumiendo no sólo de su cepa insignia, sino de la modernidad tecnológica que recorre el corazón de bodegas distribuidas en diferentes zonas productivas que, además, son respaldadas por paisajes de alto impacto, permitiéndoles no sólo posicionarse entre los circuitos elegibles durante todo el año, sino también direccionar el rubro vitícola hacia nuevos mercados.

Aunque se asocia a otras provincias, la uva Torrontés es originaria y absolutamente Riojana, tal se inscribe en el INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura), y ha logrado el mayor galardón en Bordeaux, Vinexpo Francia, “al mejor vino del mundo” u Oscar de Oro -como en el Cine- con el Nacari Esmerilado (moda ochentista); aunque no fue el único premio, sino que continuó obteniendo distinciones tanto a nivel nacional como internacional, hasta la fecha.

Este instrumento de desarrollo local, permitirá posicionar a su variedad insignia en nuevos mercados nacionales y extranjeros, al igual que sus otros vinos que adquirieron preponderancia

La Ruta del Torrontés Riojano, constituye una estrategia de revalorización y diferenciación, en un recorrido por  el corazón de 19 bodegas hoy en funcionamiento, donde 7.455,18 hectáreas de viñedos le permiten a la provincia ser la mayor productora de vinos orgánicos del país, con 700 hectáreas de viñedos con la certificación que lo avala.

El Ministro de Planeamiento e Industria, Rubén Galleguillo, en coincidencia con Javier Collovati –presidente de la Cámara de Bodegueros, describieron a esta Ruta como “un importante desafío que permitirá posicionar la producción vitícola desde la recolección de frutos, procesos productivos, fraccionamiento y el acompañamiento del productor”, pero además “junto a cada bodega existe un reservorio natural y paisajístico de mucha belleza en cada zona y un patrimonio histórico y cultural”.

Con el plus de los productos de marcada excelencia y calidad, La Rioja trabaja en acciones coordinadas entre los sectores público y privado, que permite estar a la altura de una marcada tendencia por el enoturismo, cifras que se elevaron considerablemente y describen a un turismo decidido por conocer los saberes y secretos del protocolo ceremonial, desde el origen de la uva hasta el proceso y fraccionamiento de los varietales.

La vitivinicultura riojana está principalmente concentrada en pequeños valles irrigados al oeste de la provincia, entre las Sierras de Velasco por el este y la Sierra de Famatina al oeste. Los Valles productivos se ubican en los Departamentos Chilecito, Famatina, General Felipe Varela, Lamadrid, Vinchina, Sanagasta, Castro Barros y San Blas de los Sauces.
La provincia cuenta con mucha variabilidad de microclimas por lo que la hace muy rica en diversidad de los vinos obtenidos, excelente concentración y buena fruta en las zonas de mayor altitud, aunque  más frutados y con un poco menos de concentración en las zonas más bajas. Sin embargo ello responde al manejo de los viñedos, la dosificación de agua y fertilizantes que sabiamente le brinda a sus viñas cada productor.

No obstante, la baja humedad y las escasas precipitaciones hacen que la viticultura de La Rioja, Argentina, esté catalogada entre las más sanas del mundo, reconocen autoridades y privados.

En un Valle de altura, ANTINACO-LOS COLORADOS está ubicado a 1000 metros sobre el nivel del mar  recostado sobre la cordillera de los Andes, en una región semiárida y de precipitación media de 200 milímetros anuales. El Valle de Famatina, es el más antiguo productor de uvas, aceitunas y nueces de la región habiendo plantaciones de más de 200 años. Dentro de las  plantaciones del valle se han destacado  5000 hectáreas nuevas con olivos y la vid, que representa el cultivo tradicional, actualmente con 6000 hectáreas de viñedos plantadas.

Estos vinos de intenso aroma frutado y gran complejidad, son respaldados por atractivos turísticos de excelsa belleza paisajística en los Departamentos comprendidos en la ruta productiva. En este valle se elaboran vinos blancos como el Torrontés Riojano, Chardonnay y Viognier, y entre los Tintos el Malbec, Cabernet, Bonarda, Merlot, Syrah.

En Famatina, la Red Vial Andina dejó la huella histórica de la esencia originaria, donde los Incas transitaron y hoy el mundo lo enaltece como Patrimonio de la Humanidad en el Qhapac Ñan. Este sistema involucró centros poblados, almacenes y puestos de control, constituyendo la obra tecnológica más importante de la América prehispánica. En su apogeo recorrió 23 mil kilómetros (aunque algunos investigadores estiman hasta 55 mil), siendo objeto de investigación arqueológica e histórica. Hoy sólo quedan algunos vestigios, de los cuales 690 kilómetros forman parte de la presentación realizada por los países latinoamericanos y que fue reconocida por la Unesco, el organismo de las Naciones para la Educación y la Cultura.

El legado de la Fe en La Rioja, representa uno de los tesoros en Huellas de los Peregrinos por sendas del Catolicismo. Un Cristo Articulado en la iglesia San pedro, en frente a la plaza principal de Famatina, es ejemplo de ello. Único –por sus características y procedencia – la fe y la devoción, confluyen en esta imagen de tamaño natural traído desde el Alto Perú en 1.856 a través de Chile. La imagen del arte barroco americano, fue tallada en madera y revestida en cuero, se articula por el cuello permitiéndole mover su cabeza y extremidades superiores. La historia dice que fue traída del Alto Perú por el hijo de Ramírez de Velasco, fundador de la Ciudad de todos los Santos de la Nueva Rioja, es decir, tiene más de 400 años de antigüedad.

El Cañón del Ocre, otra de las maravillas naturales imperdible para cualquier visitante, es una magnífica formación, sobre los 2500 metros de altura, caracterizada por tonos ocres oxidados brindados por la presencia de azufre en los componentes de sus rocas. Los paisajes multicolores de la zona se complementan con las virtudes climáticas de sus valles, en los cuales se practican deportes de aventura como el trekking, el montañismo y el parapente.

Al costado del camino un profundo tajo se abre paso entre titánicas montañas color dorado, y los rayos paredones. El río Amarillo se abre paso entre dos montañas y desemboca en el cauce cristalino de un arroyo, que mana a borbotones entre la escarcha.

EL VALLE DE CHAÑARMUYO

Es un oasis en medio de un desierto rocoso y de escasa vegetación que se encuentra rodeado de la Sierra del Paimán, de más antigüedad que la vecina Cordillera de los Andes, al noroeste riojano.

A 1.700 msnm, reúne condiciones únicas en el mundo. El suelo agreste, sembrado de piedras y rocas de antiguos desprendimientos andinos, contrasta con el verde de cardos gigantes que buscan con sus brazos tocar los rayos del sol que, en este valle, parecen rozar sus erguidas espinas.

Por las noches, un manto de infinitas estrellas lo cubre todo con su abrazo de magia y misterio. Eternas y brillantes se reflejan en el espejo de un embalse de los ríos Blanco y Durazno que luego riegan las tierras sedientas de las ricas y puras aguas del deshielo cordillerano captadas por el dique Chañarmuyo.

La altura y el clima seco, provocan un microclima que combina días cálidos con noches frías y silenciosas en verano con frecuentes nevadas en invierno. Esta amplitud térmica, lo hace ideal para el cultivo de nobles vides que se expresan en vinos de un terroir maravilloso que, aún hoy, guarda el recuerdo de los antiguos indios Diaguitas que habitaron sus tierras.

Aromas, texturas y diferentes cepas de los embajadores productivos, definen a la provincia entre los mejores exponentes del mercado. Los vinos riojanos se aseguraron con el paso de los años un distinguido nombre entre las mejores bebidas exportables, trayectoria que les ha merecido premios internacionales y que los posiciona por sus cualidades distintivas en un mercado cada vez más exigente para un vino de precisión.

EL BERMEJO, CAMINO A LOS PRIMEROS UMBRALES DE LA CORDILLERA

Se sitúa entre las Sierras del Famatina y los Andes, donde el clima se caracteriza por una fuerte continentalidad, bajo porcentaje de humedad y un increíble cielo diáfano. Las precipitaciones escasas y estacionales le otorgan a la zona de excelentes condiciones para el crecimiento de las uvas en alturas de entre 1.100 y 1.300 msnm. El bajo registro pluviómetro anual, hacen de la región un tanto dependiente del Río Bermejo para las producciones agrícolas. Sin embargo la calidad de la fruta permite blancos de excelsa calidad como el torrontés, que se potencia por sus condiciones organolépticas y buen tenor alcohólico representando fielmente el varietal, y tintos con personalidad y armonía que envuelve el paladar.

Por el elevado tenor azucarino (nivel de azúcar) que alcanzan las uvas, se obtiene calidad en sus mostos sulfitados para su posterior concentración.

Durante un recorrido por este viaje, millones de años testifican la imponencia entre los gigantes rocosos que allí se encuentran, aquellos que inmutan ante su tamaño y figuras con su rojizo y cincelados violáceos, según donde el sol haga de la fotocromía el lugar más maravilloso como simple testigo.

En Villa Unión, la naturaleza dejó al descubierto Increíbles figuras de caprichosas geoformas, permitiendo al visitante deleitarse y que la imaginación acompañe cada tramo por recorrer, donde el aire más puro invade una naturaleza increíble e imponente.

Las Rutas Nacionales 38, 150 y 76, nos conducen al Parque Nacional Talampaya, donde 250 millones de años dejaron en la superficie monumentos que atesoran el inicio de la vida. Envuelto por un halo de misticismo que alimenta su atractivo, ostenta imponentes cañadones de rectos y altos paredones, dejando al descubierto imágenes sorprendentes como El Monje, Rey Mago, La Torre, y otras figuras.

Declarado por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad, reside en su riqueza un legado histórico y cultural para la provincia, el país y el mundo, ya que se encuentran  grabados figurativos -antropomorfos y zoomorfos- y abstractos geométricos realizados por hombres que habitaron la región miles de años atrás.

Continuando por Ruta Nacional 76, y tras atravesar la zona comercial de Villa Unión, una pequeña comunidad con casas de adobe,  cuya espalda a la Cordillera de los Andes nos transporta a otro viaje imaginario en Banda Florida con su Reserva Los Colorados, donde el Cañón del Triáscio, sorprendente, imponente y maravilloso lugar que va abriendo aún más la capacidad de asombro del visitante.

Murallones colorados de más de 200 millones de años donde la imaginaria paisajística conmueve ante belleza natural, donde aún sorprende la simbiosis de Dios y la naturaleza, esa que quedó allí para ser conocida.

Estas huellas del pasado donde la erosión eólica, pluvial y biótica moldearon con el tiempo, dejaron geoformas increíbles que se descubren en el trayecto de los 25 km que componen los circuitos definidos, los que van cruzando lechos de ríos secos y abundante flora autóctona.

Enigmáticos petroglifos pueden apreciarse en las alturas de las formaciones rocosas, pertenecientes a la cultura Aguada y/o de Los Barriales 550/850 dC, donde predominaban dibujos de manos, animales y figuras abstractas.

POR LA COSTA RIOJANA.

Castro Barros posee Bodegas que elabora sus vinos desde viñedos ubicados en altitudes que van desde los 1.400 hasta los 1.700 msnm, abrazados por el imponente cordón montañoso de El Velazco. Esta especial ubicación geográfica por sus características bio-climáticas, lo convierte en un lugar único y diferente al resto del mundo vitivinícola. Las uvas que se producen en esta zona, encuentran una combinación perfecta de suelo. Su clima seco con vientos suaves del sur, terminan de formar un microclima ideal para el desarrollo del cultivo.

Desde hace un tiempo a esta parte las uvas que se producen en este valle, provienen de  viñedos Premium del área vitícola en  Anillaco y Aminga,  esta última localidad cabecera departamental a 100 km. de la Capital provincial por Ruta Nacional 75.

Se trata de dos de las diez coloridas y apacibles comunidades que conforman el Departamento Castro Barros, en los cuales están implantadas más del 85% de los viñedos, ya que se extiende a lo largo de la costa del cordón montañoso del Velazco. Es un lugar de hermosos paisajes que además tiene un microclima muy especial, ideal para escapar del calor de la ciudad, sobre todo teniendo en cuenta la bondad de su gente que tiene los brazos abiertos a todos los visitantes.

Los viñedos de Anillaco y Aminga, están distribuidos en diferentes productores del departamento, algunos con trayectoria vitivinícola que datan de hace varias décadas caso de la Bodega de Don Pedro. Los viñedos y Bodegas más nuevos, cuentan con tecnología de punta y comercializan sus productos con mucho éxito tanto en el mercado nacional como internacional.

Aquí, la tranquilidad y remanso forman parte de la vida cotidiana, que no precisa alternar el paso de la jornada chequeando las agujas del reloj, y que además tiene el condimento de la calidez de su gente, la que misma que abre las puertas de su casa como si recibiera a sus amigos.

Un conjunto de poblados, en el corazón de la región norteña, componen un itinerario turístico en el que se visitan centenarias iglesias y un castillo. El recorrido incluye la degustación de dulces caseros y vinos de elaboración artesanal. Atractivos ineludibles: granjas, museos y montañas.

Hacia el Este provincial, el Corredor de la Costa se posiciona en cada temporada como uno de los destinos turísticos más visitados. Este circuito tiene su puntapié inicial en la ciudad Capital, y se adentra en una serie de pequeñas urbes que aún conservan sus tradiciones y costumbres. Una excursión que transita la Ruta Principal 75 hacia el norte, en paralelo a las Sierras de Velasco.

El recorrido costero ofrece contemplar la naturaleza y disfrutar junto al grupo familiar salidas a caballo, trekking en la montaña y pesca de truchas en los arroyos de las quebradas riojanas. Se suman al itinerario propuestas culturales y fiestas que organizan los lugareños en diversas épocas del año. Además, a las bodegas industrializadas se suman las artesanales, guitarreadas por las noches y mercados en los que se ofrecen dulces, quesos y tapices.