Agricultura

Labranza ocasional: una estrategia contra malezas que la ciencia desaconseja

Liderado por investigadores de FAUBA y la Universidad de Clemson, el trabajo, difundido por Aapresid, evaluó el impacto de interrumpir la siembra directa con labranzas puntuales. ¿El resultado? Las malezas siguen siendo un problema, y las más resistentes no ceden terreno.

Un reciente estudio de la FAUBA y la Universidad de Clemson (EE. UU.) desmiente la creencia de que la labranza ocasional, como intento de controlar malezas en lotes con siembra directa prolongada, es efectiva. La investigación, realizada en Carlos Casares en un lote con más de 20 años de siembra directa continua, demostró que esta intervención no logra el efecto deseado.

Fernando Oreja y Elba de la Fuente, líderes del trabajo, evaluaron el impacto de interrumpir la siembra directa con un pase de rastra. La conclusión fue contundente: las malezas persisten, incluso las más difíciles de erradicar.

El problema de las malezas persiste, solo cambia de lugar

La labranza provoca una redistribución vertical de las semillas de malezas, moviéndolas de la superficie a capas más profundas del suelo. Sin embargo, no se observó una disminución significativa en la cantidad ni en la diversidad de malezas. Especies como Amaranthus hybridus, Echinochloa y Eleusine indica continuaron emergiendo, sin importar el tratamiento.

El estudio también reveló que la mayoría de las semillas se concentran en los primeros cinco centímetros del suelo, tanto en siembra directa como con labranza ocasional. "Muchas especies no respondieron de forma significativa a la remoción del suelo", explicaron los investigadores. El mensaje es claro: las malezas no se eliminan con un pase de disco.