Hasta hace algunos años, la Leishmaniasis era una enfermedad exótica en la Argentina. Es decir, no había casos y, si se reportaba, la traían personas que venían de otros países del mundo o no la habían adquirido dentro del país. Sin embargo, ya se considera epidemia en el país. Un recorrido acerca de ese proceso y de qué debería hacer el Estado para prevenir casos fatales.
Se trata de una enfermedad que portan algunos perros, pero es zoonótica y puede pasar a las personas, explicó Zysman, que indica que si bien es bastante infrecuente que se contagie a un humano, esta posibilidad aumenta si los seres están mal nutridos, mal dormidos, con enfermedades de base, son muy ancianos o muy pequeños. Y son condiciones que hoy tienen muchas personas en Argentina.
La Leishmaniasis, explicó, es una enfermedad que toma todo el organismo, por ser infecciosa y estar causada por un parásito que vive dentro de las células. La tienen los perros y se pueden contagiar los humanos, pero no tiene que ver en nada el contacto de uno con otro. En realidad, quien lo transmite es un mosquito flebótomo.
En los últimos diez años en Argentina la enfermedad penetró de tal manera que ya se la considera endémica, es decir, no es más exótica sino que está entre nosotros. Es más habitual verla en la Mesopotamia, las zonas de laguna en la provincia de Buenos Aires, y también Formosa y Chaco.
Uno de los principales problemas es que aún no hay una legislación nacional que diga qué hacer ante un animal enfermo. Los casos en el mundo demostraron que son dos las opciones: o se hace un tratamiento, que es complejo y costoso, según explicó Zysman, o se procede a la eutanasia del animal.
Pero cada año la enfermedad viene demostrando mayor presencia y el especialista decidió hacer un llamado a las nuevas autoridades: “¿Qué tal si, de una vez por todas, antes de que ocurra un caso fatal y salgamos a querer corregirlo de forma espasmódica, no empezamos a tomar medidas ahora para evitar la presencia y la distribución del parásito dentro de Argentina?”.