Regionales

Los rindes del maní se duplicaron en Córdoba

Con un enfoque territorial y colaborativo, INTA y empresas como AGD lograron llevar la tecnología del laboratorio al lote y transformar al maní en un motor económico regional.

En un cuarto de siglo, los rindes del maní en Córdoba se duplicaron. Lo que antes representaba 2000 kilos por hectárea en caja, hoy supera ampliamente los 4000. Lejos de ser un fenómeno casual, esta mejora productiva es resultado de una articulación público-privada que puso a la tecnología al servicio del campo, con impacto directo en la economía regional.

El modelo se basa en un enfoque territorial, colaborativo y con fuerte anclaje en la realidad productiva. Desde el INTA explican que el rol del organismo se transformó en los últimos años. “Trabajamos con un modelo interactivo de innovación que nos permite vincularnos con empresas chicas, medianas y grandes. El INTA es una institución de servicio, y ese servicio se canaliza a través de convenios de colaboración técnica”, señaló Juan Cruz Molina Hafford, director del Centro Regional Córdoba del INTA.

Uno de los socios estratégicos en este proceso es Aceitera General Deheza (AGD). El vínculo entre la empresa y la Agencia de Extensión Rural INTA General Cabrera comenzó a fines de los años 80, en un momento crítico para el cultivo, enfermedades del suelo como Sclerotium rolfsii, Sclerotinia spp. y Fusarium spp. lo habían llevado casi al borde de la desaparición.

Fue entonces cuando el especialista Ricardo Pedelini inició, junto con AGD, un trabajo exploratorio para recuperar la productividad. La clave estuvo en aplicar rotaciones largas, mínima labranza y desarrollar tecnologías de manejo de bajo costo. Ese primer paso derivó en un camino más amplio: se firmaron convenios de vinculación tecnológica, se avanzó en el desarrollo de nuevas variedades y se creó un lote demostrativo en INTA Manfredi.

“Allí sumamos unas 40 hectáreas para realizar ensayos. Ya llevamos cuatro años de trabajo con resultados muy interesantes”, destacó Carlos Marescalchi, gerente de Producción Agropecuaria de AGD. En ese espacio se realizan cruzamientos, multiplicaciones y evaluaciones de distintas prácticas agronómicas.

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La innovación también llegó a la maquinaria, se modificaron sistemas de siembra, arrancado y trilla, adaptándolos a las particularidades del cultivo, cuyos frutos crecen bajo tierra. “Primero se arranca la planta y se la deja orear entre 7 y 15 días. Luego se realiza la trilla con cosechadora”, explicó Marescalchi.

Además, se incorporaron estudios sobre factores abióticos como radiación y temperatura, que permitieron entender por qué esta región tiene ventajas comparativas. “Nuestra zona recibe más energía por el largo de los ciclos. Eso nos permitió adoptar un sistema de arrancado profesional, midiendo la madurez de las cajas y extendiendo el ciclo de 150 a 170-180 días. Con buen control sanitario, manejo de malezas y una siembra adecuada, llegamos a rindes de hasta 8000 kilos por hectárea”, afirmó.

El caso del maní cordobés es mucho más que una mejora de números. Se trata de una construcción conjunta entre ciencia y producción que hoy impacta en toda la cadena: desde el productor hasta la exportación. “El maní genera valor, empleo y arraigo. Es un verdadero motor económico para la región”, concluyó.

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