Para situar el escenario político y las perspectivas electorales, Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, arrancó preguntándose por qué los argentinos estamos divididos, y recurrió a cuatro pensadores de la ciencia política: Maurice Duverger y su idea de que la opinión pública tiende a dividirse en dos grandes fracciones rivales; Walter Lippmann y lo emocional en las decisiones electorales, y Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, con su enfoque sobre el rol del antagonismo como impedimento de la totalización en la sociedad.
“Tenemos una Argentina agrietada”, dijo Romero. En un extremo situó a Mauricio Macri, a quien la crisis económica le ha erosionado la intención de voto hasta técnicamente empardarlo con Cristina Fernández de Kirchner, situada en el otro extremo, que a su vez ha crecido desde entonces. “Quien domina la escena del voto opositor es CFK, que ha obturado el proceso de renovación del peronismo. Esto le ha sido útil al Gobierno, porque divide el voto opositor. La presencia amenazante de ella quizá explica que Macri aún tenga un 30,8% de apoyo”. Para Romero, la única mayoría que hoy puede representar el Gobierno es la que rechaza un regreso del kirchnerismo al poder.
¿Qué ordena las preferencias electorales?, se preguntó el consultor. Alrededor del tema corrupción se instala la grieta entre el votante anti-kircherista duro y el kirchnerista duro; pero si en torno de lo económico, el enfrentamiento es entre el votante de Cambiemos y el anti-Cambiemos. En ambos casos hay zonas de grises, que son las que determinarán el triunfo electoral. “La elección se resuelve en las fronteras del anti-kirchnerismo blando y el anti-macrismo blando. La van a resolver los tibios del medio y no los fanáticos de los extremos”.
Según la encuesta de Synopsis, en mayo, el voto positivo para las PASO a nivel país le otorga un 30,8% a Macri, un 20,8% al peronismo no kirchnerista y, entre estas dos opciones, un 7,4% de indecisos; CFK aparece con un 35,3%, y hay otro 4,9% de indecisos entre ella y el peronismo no kirchnerista.
A la vez, se da un empate técnico en torno del rechazo: los que no quieren que gane Macri suman un 48,1%, y los que no quieren que gane Cristina Kirchner alcanzan un 46,1% del total. “Los dos candidatos con mayor intención de voto son también los de mayor rechazo. En las proyecciones, tanto Macri como Cristina se vuelven competitivos sobre la base del rechazo al otro, por lo que necesitan antagonizar”, señaló el consultor.
“Hoy está votando la política, y es importante saber quiénes van a competir porque se dan distintas discusiones y distintos escenarios". Si el principal opositor fuera un peronista moderado, Cambiemos tendría que ir a buscar a los votantes de CFK, “un escenario que el Gobierno quería evitar”. Otro tanto le ocurre al kirchnerismo. “Para ambos es riesgosa la emergencia de un espacio competitivo en el centro. En distintos escenarios de ballotage, un candidato en el centro sin tanto rechazo, como Roberto Lavagna, ganaría”, dijo Romero.
¿Qué quiso buscar Cristina con la decisión de postularse a vicepresidenta? ¿Qué debería hacer el Gobierno? Para el analista, mientras los extremos luchan por captar el centro, hay un reconocimiento de las limitaciones de CFK para ganarle a Macri. En este sentido, recordó que “hubo una sucesión de triunfos anti-grieta”: en Neuquén y Río Negro fuerzas provinciales se impusieron al candidato de CFK, y en San Juan, Entre Ríos y La Pampa triunfaron peronistas distanciados de ella, mientras que en Chubut y Santa Fe ganaron oficialismos que caminan por la tercera vía, y en Córdoba, un peronista que fundó esta tercera vía, dijo Romero.
Así, la opción de CKF de ceder la candidatura a Presidente a Alberto Fernández se basa en la necesidad de ampliar su espacio político y desinflar el centro, de despolarizar la dinámica; que se hable menos de CFK y más de Macri, juntar con mayor eficacia el voto opositor y presentar una novedad, ya que lo mismo remite al pasado. “Logró el objetivo: la implosión del centro político que, sin candidato, sin reglas y sin identidad, evidenció sus dificultades”.
Con esto, los objetivos políticos del oficialismo son seguir poniendo el foco en CFK, retener a los radicales, evaluar los realineamientos en el PJ y reformular la oferta si hay más unidad opositora. “Ayer logró algo muy importante: que el radicalismo se quedara en Cambiemos. Ahora deberá medir el impacto de la decisión de CFK de ir como vice y analizar si debe cambiar la fórmula”. María Eugenia Vidal mejora en 4 puntos la competitividad de Cambiemos, agregó.
Para Romero, las recientes señales de Sergio Massa de quedarse en el centro le convienen al Gobierno, ya que Lavagna tiene más chances de captar el decepcionado de Cambiemos.
Por último, Romero se refirió a qué puede esperar el sector agropecuario de este proceso electoral. “Con los márgenes de acción reducidos y la indefinición de los espacios políticos, pensar políticas económicas hoy es ciencia ficción, pero hay faros orientadores”, dijo:
. Macroeconomía: el macrismo aparece centrado en ordenar los déficits con un tipo de cambio libre; el kirchnerismo aparece con cuentas y tipo de cambio orientados al consumo.
. Mercados externo e interno: el macrismo no muestra restricciones hacia la actividad exportadora, mientras que el kirchnerismo sí.
. Regulaciones: con el macrismo disminuyen las del sector público en tanto que el kirchnerismo las ha extendido para favorecer el consumo.
. Impuestos: con el macrismo disminuyen los patrimoniales y persisten los que gravan la renta y el consumo; con el kirchnerismo, suben los patrimoniales y a la renta, en sectores dinámicos.
. Agro: para el macrismo aparece como motor del crecimiento económico y generación de dólares; para el kirchnerismo, es fuente de financiamiento del subsidio al consumo.
. Economías regionales: el macrismo no las ha cuidado frente al programa de ajuste, en tanto que desde el kirchnerismo se ve al sector desde la perspectiva del mercado interno.
Para Romero, las señales de las clases políticas no son buenas: “No están a la altura de las circunstancias, falta una formación de consensos que nos ofrezcan algo menos antagónico”. Sin embargo, dijo que es un bueno momento para que “organizaciones como Maizar puedan incidir y ayudar a la política. En las sociedades que funcionan hay sociedades civiles fuertes, con sus organizaciones representativas, que también auditan al poder”, enfatizó.