
El “lunes negro” que sacude los mercados financieros internacionales tras la decisión del gobierno de Donald Trump de imponer nuevos aranceles a productos chinos no fue solo un episodio bursátil sino que también tiene un eco en el sector agroindustrial argentino.
Las bolsas del mundo operaron en rojo, los commodities agrícolas cayeron en Chicago, y el dólar se disparó en varias economías emergentes. En este contexto de alta volatilidad, productores y exportadores argentinos observan con preocupación el impacto de esta escalada comercial entre las dos principales potencias del mundo.
El nuevo paquete de aranceles anunciado por Trump afecta a importaciones chinas por más de 300.000 millones de dólares, lo que provocó represalias por parte de Pekín. Como consecuencia, se agudiza una guerra comercial que ya lleva más de un año y que ha desordenado los flujos de comercio agrícola a nivel global.
La soja, uno de los cultivos estrella de la agroindustria argentina, volvió a registrar una fuerte baja en el mercado de Chicago, arrastrada por la caída de la demanda china hacia Estados Unidos y el temor a una menor demanda global en medio del conflicto.
En el corto plazo, el desvío de la demanda china de soja hacia Sudamérica podría representar una ventaja competitiva para la Argentina, tal como ocurrió durante las primeras etapas del conflicto. Sin embargo, esta oportunidad está teñida de incertidumbre: una guerra prolongada podría derivar en una desaceleración del crecimiento chino, lo que afectaría directamente su capacidad de importación.
La caída de los futuros de la soja y el maíz impacta directamente en los ingresos por exportaciones del país. En un contexto donde la economía argentina depende de las divisas provenientes del agro, cualquier merma en los precios internacionales golpea las arcas públicas y la cadena de valor agroindustrial.
La huida de capitales hacia activos seguros como el dólar también complica el panorama interno. El aumento del tipo de cambio encarece insumos importados para el sector agroindustrial, como fertilizantes y maquinaria, y eleva los costos de producción, afectando la competitividad.